La formula parece una apuesta sencilla y con mucho futuro: administrar estatinas (que se pueden ofertar incluso de forma gratuita a los clientes) en los puntos de venta de la comida rápida, con ello se conseguiría compensar el riesgo cardiovascular de la referida comida basura. Un meta-análisis de siete ensayos controlados se muestra claramente optimista al respecto.

Más información: American Journal of Cardiology