La atención sanitaria se ha convertido en uno de los sistemas sociales más complejos, implicando aspectos políticos, legales, sociológicos, éticos, profesionales, industriales o empresariales que van más allá de los fines de la medicina: curar, prevenir, aliviar y ayudar a un buen morir.

La tendencia que puede vislumbrase, una vez que la crisis económica está resquebrajando los pilares del estado de bienestar, es la de una progresiva mercantilización (“la ganancia económica es el fin primordial…”) y comercialización (“…que ha de producirse mediante la venta masiva de productos a través de los mecanismos tradicionales de marketing y promoción”) de toda la cadena de valor, desde la investigación e innovación a la asistencia, pasando por la organización.

Como en todo sistema complejo, todos los agentes implicados mantienen a la vez tendencias progresivas y regresivas. Por ejemplo, parece sensato mejorar la eficiencia del sistema público de salud mediante la articulación de incentivos o la implicación profesional en la gestión pero sin que ello necesariamente suponga la ruptura de la solidaridad en la financiación o la externalización desintegadora de la provisión. Por ejemplo, parece recomendable la alianza entre la industria farmacéutica y los profesionales sanitarios en la búsqueda de nuevos medicamentos o tecnologías pero no que la relación se base en la compra de voluntades, la manipulación de la investigación y la estimulación maliciosa de la demanda.

Existen debilidades y fortalezas en la actual situación de crisis. También oportunidades. Por desgracia, son las tendencias regresivas las que ya preponderan en la actualidad sobre las progresivas (de hecho son, en parte y paradójicamente, las primeras de ellas, las culpables de la actual situación de insostenibilidad financiera del sistema público de salud; y ahora muchos voceros del lado oscuro se autodenominan salvadores de un sistema que han parasitado hasta su desfallecimiento) y las que, parece,  se afianzarán en los años que vienen. Por suerte, todavía conservamos un potente, aunque herido, sistema de salud público que cuenta con el apoyo de una mayoría social, independientemente de su adscripción política.

Por desgracia, la industria farmacéutica, uno de los grandes poderes económicos mundiales, persiste en sus estrategias manipuladoras y corruptoras que tan buenos resultados le ha dado en los últimos veinte años, primando su faceta comercial sobre la innovadora en una visión cortoplacista que pone en riesgo su propia viabilidad a largo plazo. Por suerte, aunque sea en parte  por las restricciones que la crisis impone a los Gobiernos, el nuevo escenario político-económico impone la eficiencia en la financiación de los medicamentos y las tecnologías sanitarias, lo que podría estar empujando a la industria hacia estrategias comerciales más cooperativas y solidarias con el sistema, estrategias en las que el margen de beneficio comercial disminuya a costa de implementar la innovación y el desarrollo sostenible.

Por desgracia, la clase médica no acaba de entonar un mea culpa generalizado por los últimos veinte años de “vino y rosas” en los que su connivencia con las estrategias regresivas de la industria tantos beneficios crematísticos le ha aportado. Por suerte, existe un movimiento crítico profesional, independiente de la academia, los colegios o las sociedades profesionales, más cercano a los movimientos ciudadanos, que desde posiciones informadas por el mejor conocimiento, está realizando una tarea de rearme profesional, ético y científico, y que se opone a las estrategias políticas, profesionales, asistenciales o gestoras regresivas. Este movimiento crítico profesional no es en absoluto uniforme ni está organizado; más bien es una especie de organismo vivo formado por infinidad de blogs personales, páginas web o foros virtuales liderados por profesionales alérgicos a todo lo que suene a organización, estructura o jerarquía. Esa es su fuerza, son difícilmente manipulables, y su debilidad, tienen escasa capacidad de interlocución pública, social o política

La Plataforma Ciudadana No Gracias se constituyó hace 4 años, gracias a la iniciativa de una serie de profesionales libres, con el fin de vertebrar sin liderar, organizar sin imponer, amplificar sin manipular este discurso crítico, que no puede ser solo profesional sino ciudadano, con una vocación no solo reactiva sino proactiva, no solo denunciante sino proponente, capaz de catalizar, mediante propuestas sensatas, no sesgadas ideológicamente, basadas en el mejor conocimiento disponible, las tendencias progresivas de todos los agentes, a la vez que señalar, exponer y denunciar las regresivas.

Este espacio virtual que reestrenamos en estos días pretende ofrecer una visión alternativa a la trasmitida por los poderes profesionales, políticos e industriales; pretende ser un espacio definido por la deliberación sosegada e informada y, pretende, no solo denunciar sino, sobre todo, realizar propuestas, ofrecer alternativas basadas en el mejor conocimiento a todos los agentes implicados: ciudadanos, profesionales, gobiernos, gestores y, por qué no, la industria. La industria ha demostrado en numerosas ocasiones que su capacidad de investigación e innovación es indispensable para la mejora de tratamientos y tecnologías y, en definitiva, para el progreso de nuestra sociedad. Su ganancia económica será legítima cuando sus fines y sus medios también lo sean y esa legitimidad solo puede venir de la mano de los ciudadanos; no de mercados ciegos, de políticos oportunistas o de profesionales que han olvidado su compromiso de servicio.

En estos nuevos tiempos, ya post-modernos, en los que las ideologías han demostrado su inutilidad para diseñar e inspirar una sociedad compleja, las buenas prácticas basadas en el mejor conocimiento, aplicadas con sensatez y prudencia a cada contexto, abiertas a su mejora continua y a la deliberación han de sustituirlas.

Es lo que nos queda. Y no es poco.

Bienvenidos a todos y todas. Os pedimos vuestra colaboración, opininando, leyéndonos, recomendándonos, asociandoos o colaborando de cualquier manera que se os ocurra.

Nos va mucho en ello.

Abel Novoa

Secretario de Nogracias

(las opiniones vertidas en estas líneas son personales y no representan el sentir ni de Nogracias España ni del nodo Nogracias de la Región de Murcia)