Texto remitido por un compañero. Es una buena historia sobre la pequeña corrupción, esa que no ofende, no molesta, no huele, no traspasa…
«El papel de las comisiones clínicas en los hospitales está lejos de lo que realmente podría esperarse de ellas. Y no me refiero a ideales inalcanzables, sino a algo dentro de una expectativa, digamos, razonable. Algo sobre control, políticas, recomendaciones, criterios, indicadores. Algo sobre transparencia y ética, también. Está claro, que, al menos en esto, sigo siendo un ingenuo. Me explico.
A raíz de una reciente oferta (por parte del presidente) de una vacante en la comisión de nutrición de mi hospital, decidí aceptar formar parte de la misma. Tras participar en la primera sesión y darme cuenta que la mayoría de las participaciones tenían que ver con la propuesta de adquisición de nuevos productos llenos de omega 3 y los últimos aminoácidos esenciales (todo en la esfera me-too, o en este caso me-also-not, algunos esencialmente nuevos y otros que simplemente sustituirían a marcas previas), incluso con ofertas de cambio de contrata en proveedores de productos comerciales envasados y dispensados por la cocina (externalizada) del centro, se me ocurrió proponer, en el orden del día y para la siguiente sesión (que tardó unos 6 meses en producirse) la posibilidad de que los miembros de la comisión hicieran una declaración formal de conflictos de interés que incluyera sus relaciones con la industria farmacéutica, proveedores, etc. tanto personalmente como respecto a los servicios donde trabajaban. Aporté un formato extraído (y adaptado) de una de tantas revistas biomédicas donde esto es rutinario para considerar la publicación de artículos. Expliqué que un conflicto de interés no significa, necesariamente, para nada, tranquilos, malpraxis. Insistí en que la transparencia debe fijar nuestra conducta y que desde esa comisión en concreto se podría, de alguna forma, intentar comenzar con una nueva, perdón, «cultura» en nuestro centro. Me extendí en que estaba seguro de que ninguno de nosotros, profesionales de contrastada honradez, podríamos tener un interés distinto o una relación con la industria diferente de la habitual, la normal en cualquiera de nuestro entorno.
Quizá se notó el sarcasmo y sí, habéis adivinado la respuesta. En el acta provisional que se me ha enviado de aquella reunión consta que «[…] El Dr. X propone incorporar la declaración de conflicto de intereses al reglamento interno de la Comisión. Aporta un ejemplo de formulario del mismo. Se encomienda al Dr. X la elaboración de una nueva propuesta más específica en la próxima reunión así como plantearlo en la Comisión de Ética y posibilidad de trasladarlo a la Comisión Central de Garantía de la Calidad.[…] »
Por supuesto, el acta adolece de cierta inexactitud, por ser eufemístico. En la reunión ya comenté que la Comisión Asistencial de Etica de nuestro hospital no se encarga, habitualmente, de la llamada «ética de las organizaciones», que no era en absoluto necesaria esta consideración (ni la de la comisión central de garantía de calidad) para algo interno a nuestra comisión y que no era necesario «imponerlo desde otra instancia» sino, simplemente, asumirlo de forma natural para nuestra propia tarea. Un subdirector del centro estaba en esa reunión. No parecía, en principio, necesario más «traslado de propuesta». Tampoco se me ocurriría por mi parte trasladarla al defensor del pueblo. Y, desde luego, no se me ocurre como ser «más específico» que aportando un formulario con un lugar donde firmar al pie.
Sí, ya he dimitido de la comisión. Y sí, también soy ya un poco más escéptico.
Espero que entendáis que publique esto aquí y con seudónimo para no comprometer a nadie personalmente. Además de sobre la inercia y el miedo, la posibilidad de escandalizarse y rasgarse las vestiduras de personas llenas de ese otro tipo de dignidad también he aprendido que es infinita.
Tonterías tampoco. No, gracias»
Un relato del máximo interés. Es el activismo que necesitamos: Llevar el debate y las propuestas allí donde se generan los problemas. Todos los «nogracias» deberíamos reclamar la declaración de los conflictos de intereses – y abrir esta discusión – en aquellas comisiones, etc., en las que participamos.
Muy interesante la experiencia.
La participación activa en los órganos dirigidos a ella está infrautilizada.
Está infrautilizado porque aumenta el paro jejejjej! mucho miedo hay todavía, mucho sinvergüenza y mucho cómplice pasivo. Por contra el sistema de «apagar» a los incendiarios éticos nogracistas está más que instaurado en cualquier institución, lo que realmente hace falta es un sistema eficaz de propagación de incendios, antiplagas digo. Los bares sin cucarachas existen, son pocos, pero los hay. Todo depende de la pulcritud del dueño y de las quejas de los clientes, de los planes de limpieza…En temas de honradez y medicamentos está todo por hacer.