Existen tres estrategias básicas mediante las que la industria farmacéutica influye sobre las percepciones (subjetivas) y conocimientos (objetivos) de los médicos con el fin de que se conviertan en un eslabón más de la cadena de venta de medicamentos. Las dos primeras inciden en sus percepciones (subjetivas). La última, que llamaremos manipulación de la evidencia, consigue alterar su conocimiento objetivo

Convencer a los médicos de que la industria farmacéutica es una aliada de la medicina, que basa su negocio en la investigación y la innovación y que intenta ganar dinero legitimamente a través de la comercialización de productos extremadamente costosos en su desarrollo, es la primera de estas estrategias de influencia. En una entrada anterior vimos la falsedad de esta afirmación. La industria farmacéutica invierte el doble en promoción que en investigación y ha hiper-sobre-dimensionado el costo del desarrollo de sus productos con el fin de inflar el precio de venta final. Se trata de convencer a los médicos de que gracias a la prescripción es posible la investigación. Es decir, convencernos de que prescribir es un acto que beneficia el progreso de la humanidad

La segunda estrategia para influir en las percepciones subjetivas del médico e inducirle a la utilización de medicamentos consiste en el marketing directo mediante sus masivas campañas de publicidad basadas en la visita médica, el pago en especies -como viajes a congresos o material médico y docente-, el pago directo por servicios -como la asesoría, la realización de estudios o de conferencias pseudo-científicas a otros médicos-, and last but no least, el monopolio de la formación médica distorsionada (perdón, continuada). Hoy toca la visita médica.

 

Lo primero que hay que señalar es la importante incidencia que la visita médica tiene sobre el éxito de los medicamentos: fuentes de la propia industria, a pesar de su preocupación por un paulatino descenso, siguen otorgándole, en España, más de un 55% del éxito de los nuevos lanzamientos (observen las diferencias con otros países como UK, Francia o Canadá)

Probablemente, esta elevada sensibilidad del médico español a la influencia de la visita médica, es una razón más para explicar el alto porcentaje de medicamentos de menos de 5 años que prescribimos (tres veces más que países con multinacionales como Alemania o Reino Unido, según el Profesor Laporte),

la rapidez de la incorporación de las nuevas moléculas al arsenal terapéutico de médicos especialistas (los más rápidos) y de atención primaria

independientemente del valor terapéutico del fármaco

o la mínima pérdida de mercado de las marcas en relación con los genéricos tras la extinción de las patentes

Los médicos tenemos una alta frecuencia e intensidad de relaciones con la industria farmacéutica: entre un 94% (USA) y un 87% (Spain) hemos tenido «contactos» en el último año, con una frecuencia entre 16 y 3 veces al mes. En la reciente referencia española del link anterior se describe la curiosa relación inversa entre número de visitas recibidas y el número de artículos científicos leidos

En un artículo del 2004, los médicos de atención primaria reconocían la influencia en sus prescripciones de las relaciones con la industria. Paradójicamente, las frecuentes (ver arriba) e influyentes (ver abajo a la izquierda) becas de viaje a los médicos son aceptadas con cierta mala conciencia (ver abajo a la derecha; solo el 25-40% de los médicos que las aceptan consideran que es correcto hacerlo)

Es muy conocida la revisión de Wazana del JAMA del 2000 acerca de las evidencias empíricas de la influencia de los regalos de la industria sobre la conducta prescriptora de los médicos

También, es llamativa persistencia de lo de «la paja en el ojo ajeno…» intradisciplinaria

y al ponderar a otros interlocutores como los políticos

Los pacientes, desde luego, consideran que los regalos influyen más de lo que los médicos aceptan

y que, además, la confianza está en juego

Está claro que lo que influye en los médicos no son solo los regalos en sus distintas versiones. También, seguramente, los galenos son convencidos por la información que los visitadores aportan. Así parece a la luz de los datos de un reciente estudio en el que un alarmante 57% de los médicos sigue incluyendo la información de los visitadores entre sus fuentes de conocimiento útil y fiable.

Por desgracia, cuando analizamos en profundidad la información contenida en los folletos publicitarios que manejan los representantes, observamos que está manipulada (a favor, claro) en un 70% de los casos

algo que también se describió con la publicidad que aparecía en las revistas científicas

Parece, pues, peligrosa la sobreconfianza que los médicos conservamos tanto en la información publicitaria que procede de la industria como en nuestra capacidad de mantener la neutralidad ante sus galanteos. De hecho, los expertos, ante lo sofisticado del marketing directo,

recomiendan aceptar la imposibilidad de poder mantener una relación con la industria que no ponga en tela de juicio nuestra neutralidad

Estados Unidos tiene claro que la frecuencia, intensidad y grado de sofisticación de las relaciones directas entre los médicos y la industria farmacéutica obliga a la regulación federal. Dos recientes revisiones concluyen que la auto-regulación ética mediante códigos profesionales o corporativos no es suficiente y que hacen falta leyes

 

http://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC2811591/

 

http://works.bepress.com/timothy_jost/12/

Las leyes van desde la Sunchine Act federal orientada a la declaración de conflictos de interés

o las de Estados como Massachusetts que prohiben directamente las interacciones. Hablaremos en otra entrada con más extensión de las propuestas legislativas que haremos desde NoGracias pero quisiera acabar con el decálogo ético propuesto por la Cámara de los Comunes a los médicos británicos.

Pasen, lean, reflexionen y actúen.

 

 

Abel Novoa