Breve reseña de Nogracias del libro de Roger Lenglet «Cabildeo y salud o la forma en que algunos fabricantes están haciendo lobby en contra del interés público». Ediciones Pascal, Colección Tapage” (2009), que nos ha parecido de interés:

Lenglet, filósofo y periodista de investigación, analiza cómo no se pueden entender las decisiones del poder sin conocer el cabildeo. El cabildeo tiene una magnitud considerable aunque todavía permanece oculto a la opinión pública. Hasta mediados de los 90 era casi desconocido porque la oscuridad es una herramienta: los grupos de presión, cuanto más secretos y confidenciales, mejor pueden realizar su trabajo. Quizás también porque la ideología dominante hizo creer a mucha gente que ganar dinero, con independencia de los métodos, incluso a expensas de la democracia y la ley, es una buena tendencia, universal e inevitable.

El cabildeo se ha disparado con la liberalización y desregulación de los mercados, ahora los grupos de presión operan en coalición. En Bruselas, sectores tan diversos como las cerveceras, farmacéuticas, industria alimentaria, telefonías, fabricantes de armas, petroleras… trabajan en común para debilitar la REACH (Registro, Evaluación y Autorización de Sustancias Químicas) que tiene como objetivo evaluar la toxicidad de las sustancias químicas en el medio ambiente. Por otra parte, la estructura de las agencias y organismos reguladores es extremadamente débil, por una financiación básicamente privada y las peores sospechas sobre su independencia: Desde 1990, aunque sus miembros está obligados a informar de los conflictos de interés, la situación no ha cambiado, porque los vínculos persisten.

La salud es objeto de cabildeo: La industria farmacéutica, por ejemplo, promueve candidaturas de Ministros de Salud y cargos de responsabilidad. La contrapartida es que la salud es un espacio enormemente sensible, susceptible de escándalos y litigios. El Amianto, por ejemplo, contribuyó decisivamente al conocimiento público del cabildeo, motivó 300.000 litigios y la quiebra de una importante compañía aseguradora.

Los grupos de presión no sólo actúan constantemente sobre quienes toman las decisiones políticas y económicas, para maximizar su rentabilidad y neutralizar a los refractarios, sino también para influir en la opinión pública, fabricando consenso intelectual, moral e ideológico, que respalde a las autoridades políticas. Las multinacionales promueven “think tanks” con líderes de opinión muy diversos: economistas, abogados, filósofos, sociólogos, historiadores, físicos, químicos, psiquiatras…. para construir el complejo discurso de la modernidad, difícil de contrarrestar, ya que juega con elementos técnicos de disuasión. En realidad es prostitución intelectual, disponible para defender cualquier cosa o causa con tal de que se pague.

Históricamente, los grupos de presión de tabaco fundaron el cabildeo moderno: «masticar el trabajo de los periodistas» (remitir información que ya esté filtrada o elaborada) y evitar la investigación propia, Así, las críticas se limitarán a la calidad del hotel o las comidas de las conferencias organizadas por los grupos de presión… Edward Bernays, sobrino de Sigmund Freud, fue el fundador del “neuromarketing”, destinado a vender información, como un producto de consumo, a los políticos y la opinión pública.

Algunos países han legislado el Cabildeo. En EEUU, desde 1995, existe una ley de divulgación, que requiere la inscripción de los grupos de presión que operan el Congreso, y que tienen la obligación de informar periódicamente de sus actividades (contactos personales, regalos…). Pero gran parte de los contactos sensibles se hacen en restaurantes, campos de golf y en el tiempo libre… y la legislación es inefectiva, especialmente por lo que respecta a la financiación de los partidos políticos (un tema clave). Sin embargo, esta legislación en Europa (en donde el cabildeo se basa en la autorregulación de los grupos de presión) sería un progreso significativo. En Gran Bretaña, la ley es más reciente y muestra debilidades evidentes, pero con aspectos muy positivos como la exigencia de que los parlamentarios británicos declaren sus relaciones con las empresas privadas. En Canadá, hay un período de carencia de 5 años de desde el ejercicio de un cargo público (puerta giratoria)…

“El cabildeo para mi empresa es doblegar a los gobiernos en favor de los intereses de nuestros clientes, ¿Por qué medios? Por cualquier medio, empezando por el dinero y el poder. En realidad, cabildeo sin corrupción no es nada, lo demás son cambios semánticos.”