Allen Frances es Catedrático emérito del departamento de Psiquiatría y Ciencias del Comportamiento de la Universidad de Durham (EEUU). Presidió el grupo de trabajo del DSM 4, el manual diagnóstico y estadístico de enfermedades mentales usado por millones de médicos en todo el mundo. Frances ha estado en España recientemente presentando su libro «¿Somos todos enfermos mentales? Manifiesto contra los abusos de la psiquiatría». Ha publicado recientemente este artículo que traducimos por su interés
«Nunca habrá ningún tipo de compromiso aceptable para los duros defensores a muerte de la psiquiatría o para sus críticos más fanáticos.
Algunos psiquiatras inflexibles son ciegos reduccionistas biológicos que asumen que los genes son el destino y que hay una píldora para cada problema.
Algunos anti-psiquiatras inflexibles son ciegos ideólogos que sólo ven los límites y los daños de los tratamientos para la salud mental, y no su necesidad o cualquiera de sus beneficios.
He pasado una frustrante buena cantidad de tiempo tratando de abrir las mentes de los extremistas de ambos extremos , rara vez con progresos.
Afortunadamente, sin embargo, hay muchas personas razonables en los dos campos que pueden diferir notablemente en su evaluación general de la psiquiatría, pero todavía pueden ponerse de acuerdo en que sin duda no es todo bueno o ni todo malo. Con una mente abierta como punto de partida, por lo general, se puede encontrar una base común; opiniones divergentes aparentemente sobre cuestiones abstractas no lo son tanto cuando se discute cómo hacer frente a los problemas prácticos.
Y encontrar un terreno común nunca ha sido más importante. Nosotros, simplemente, no podemos permitirnos el lujo de una guerra civil entre los distintos defensores de los enfermos mentales, en un momento en que se necesita tan desesperadamente una defensa fuerte y unida.
Los servicios de salud mental en los EE.UU. son un desastre que ha fracasado: financiación insuficiente, desorganización, falta de acceso, mala asignación, desánimo e influencia de los intereses comerciales. El no-sistema actual es una desgracia vergonzosa que no cambiará a menos que las distintas voces que se preocupan por los enfermos mentales pueden lograr una mayor armonía.
Esta es la cruel paradoja: Aquellas personas que necesitan ayuda no pueden conseguirla. Tenemos medio millón de pacientes gravemente enfermos en prisión por delitos de alteración del orden público que fácilmente podrían haberse evitado si hubieran recibido el tratamiento y la vivienda adecuada. Dormir en un escalón, el robo de una Coca-Cola o gritar en una calle puede llevar a la detención de una persona. Una vez detenida, no poder pagar la fianza y/o no encajar con las rutinas de la cárcel llevan a encarcelamientos prolongado y, con demasiada frecuencia, el confinamiento solitario del loco. Los EE.UU. de hoy son probablemente el peor lugar para sufrir de una enfermedad mental grave.
Mientras tanto, aquellos que no necesitan la medicina psiquiátrica tienen demasiada: Nos gastamos 50 mil millones de dólares al año en píldoras a menudo innecesarias y potencialmente peligrosas, que promueven los grandes traficantes de medicamentos, prescritas por los médicos negligentes, y buscados por pacientes con el cerebro lavado por la publicidad. En la actualidad hay más muertes en los EE.UU. por sobredosis de drogas que por accidentes de tráfico, y la mayoría de ellas provienen de medicamentos bajo prescripción, no de drogas de la calle.
El lío está profundamente arraigada porque 1) hay pocos y bastante impotentes defensores de los más desfavorecidos; 2) los intereses comerciales son ricos y poderosos, y controlan medios de comunicación y políticos, así como los beneficios del status quo; y, 3) la comunidad de salud mental está dividida por una guerra civil desde hace mucho tiempo que distrae de una defensa unificada para los enfermos mentales graves.
Los dos primeros factores no va a cambiar fácilmente. Esta lucha de David contra Goliat solo será posible si somos capaces de encontrar un término medio para una defensa unificada de los enfermos mentales.
Creo que personas razonables podrían ponerse de acuerdo fácilmente en cuatro objetivos comunes bastante obvias:
1- Tenemos que trabajar por la libertad de los que han sido encarcelados de forma inapropiada.
2- Tenemos que proporcionar una vivienda adecuada para reducir los riesgos y las indignidades de la falta de vivienda.
3- Tenemos que proporcionar medicación de las personas que realmente la necesitan y evitar medicar a los que no.
4- Tenemos que proporcionar apoyo psicosocial adecuado y de fácil acceso y tratamiento en la comunidad.
La discusión se produce sobre el grado en que son necesarios los medicamentos y la coerción, y sobre quién debe recibir financiación para proporcionar el tipo de apoyo psicosocial que se necesita.
Todos estamos de acuerdo en que hay demasiados medicamentos recetados por personas equivocadas a personas equivocadas por indicaciones erróneas. El ochenta por ciento de toda la medicina psiquiátrica es prescrita por los médicos de atención primaria influidos por la publicidad engañosa de las farmacéuticas después de muy breves consultas. Muchos psiquiatras también tienden a equivocarse al ser demasiado rápidos en prescribir. Los anti-psiquiatras se equivocan en la otra dirección, pensando que porque ellos personalmente han actuado sin medicamentos, nadie los necesita.
Creo que las personas razonables pueden estar de acuerdo en que tenemos que reeducar a los médicos y al público sobre que los medicamentos tienen efectos nocivos, no sólo beneficios, y que se deben reservar sólo para indicaciones ajustadas y cuando son realmente necesarios. Es ridículo que el 20 por ciento de nuestra población tome todos los días un medicamento con efectos psicoactivos y, es igualmente ridículo, que alguien vaya a la cárcel por síntomas que hubieran respondido a medicación si el tiempo de espera para una cita hubiera sido de un día, y no de dos meses.
La coerción es un tema aún más polémico, pero en el que también es posible encontrar puntos de acuerdo. Cuando, hace más de 50 años, Tom Szasz comenzó a luchar por el empoderamiento de los pacientes, la libertad y la dignidad, la principal amenaza para éstos era un sistema hospitalario estatal, un nido de víboras que almacenaba más de 600.000 pacientes, por lo general involuntariamente y con frecuencia inadecuadamente. Ese sistema ya no existe. En la actualidad hay sólo alrededor de 65.000 camas psiquiátricas en todo el país, y el problema es encontrar un camino en el hospital, no encontrar una salida.
Los anti-psiquiatras están peleando esta última guerra. La coacción psiquiátrica se ha convertido en gran medida un tigre de papel: rara, a corto plazo y, por lo general, un intento bien intencionado para ayudar a las personas a evitar la verdadera amenaza que hoy en día es la prisión. Despenalizar la enfermedad mental y excarcelar a los enfermos mentales debe ser una bandera común. Y cuando se discuten situaciones específicas, hay mucho más acuerdo sobre la coacción psiquiátrica que cuando se discute mediante simplificaciones.
Por último, está el conflicto que causa la inevitable competencia por los escasos recursos entre los programas de salud mental administrados profesionalmente y los basados en la rehabilitación. La lucha por los trozos del pastel es particularmente feroz cuando el pastel es demasiado pequeño y está siempre disminuyendo.
El terreno para el acuerdo está aquí en el reconocimiento del hecho de que una sola talla no sirve para todos. Necesitamos todo tipo de diferentes sistemas de apoyo psicosocial, porque diferentes personas tienen diferentes necesidades y gustos. Deberíamos estar unidos para hacer crecer el pastel; no luchar por rodajas un poco más grandes de un pastel que disminuye.
Roma está ardiendo y nadie parece estar haciendo mucho al respecto. Las instituciones de la torre de marfil (como las asociaciones profesionales y el Instituto Nacional de Salud Mental) y las organizaciones de base tienen que dejar a un lado las diferencias y centrarse en la defensa común de dos metas que todos puedan compartir: ayudar a nuestros conciudadanos más desfavorecidos a recuperar la libertad y la dignidad, y el control del uso excesivo, desenfrenado y descuidado de la medicación.
excelente nota felicitaciones
Entiendo que ésto sería sencillo de solucionar si sólo hubiera intereses puramente científicos, o que buscaran sólo el bien común, alrededor de esto. Si se siguieran criterios no condicionados. Entiendo que la base del problema, y de otros similares a este, es que hay sesgos en los juicios (clínicos, científicos o políticos) tanto explícitos como implícitos.
Si los sesgos explícitos (políticos, o científicos intencionados) ya hacen daño al bien común, los sesgos implícitos lo hacen más todavía ya que, como dice Malbrán (una psicóloga argentina en un artículo del 2010) «afectan al procesamiento de la información en las fases de entrada, selección, codificación, almacenamiento y recuperación.» Ésto entiendo influiría en las conductas de los clínicos, de los científicos o de los decisores.
Malbrán dice (basándose en otros autores y en estudios propios) que, por ejemplo, los estudiantes universitarios tienen un tipo de pensamiento respecto a lo que es el «conocimiento» que se podría englobar dentro de las «teorías personales»; las»concepciones implícitas»; o el «pensamiento o razonamiento informal» (vs. el razonamiento formal).
Yo veo similitudes en ciertos conceptos o constructos que intentan dar cuenta de estos esquemas mentales que empleamos las personas de forma implícita. El uso de esquemas, de patrones, de estructuras, de heurísticos, de ideologías, de representaciones sociales se da también en la ciencia,en la medicina, en la psiquiatría.
Entiendo que los autores de corte más psico-pedagógico como Schommer, Hofer y Pintrich, Perry, Marton, Kitchener y King, Pecharromán y Pozo, ubican los pensamientos más «naif» (menos críticos, menos reflexivos, menos maduros, menos complejos) de los «científicos» (cuando actúan como científicos o como estudiantes) dentro de la esfera de «lo individual» y se olvidan de lo «supraindividual»,de lo contextual, de las influencias sociales (político-económicas). Yo veo que estas escuelas teóricas psicologicistas se quedan algo cortas en sus aportaciones y le hacen el juego en cierto modo a los grupos de poder que están detrás de esto ya que les ofrecen a la sociedad análisis de corte reduccionista que no entran a criticar el origen de estos fenómenos que parece que favorecen los intereses de determinados grupos.
De todos modos estos estudiosos hacen un trabajo ingente intentando desarrollar las «teorías de la mente» para explicar cómo pensamos. Hasta ahí bien. Pero entiendo que se quedan cortos….y encima le hacen el juego a los «poderes» desviando la atención en sus análisis hacia otro lado (algo así como lo que se intenta hacer con la profesional infectada de Ébola -Teresa- buscando causas de la crisis originada en que se tocó y no en cómo se ha articulado-gestionado por las instancias superiores todo esto desde un principio). Visión reduccionista vs. visión más compleja y contextual.
Pero hay otros enfoques. Moscovici va un poco más allá explicando los procesos implicados en cómo se anclan, se naturalizan (perdiendo así el control de la razón sobre ellas) las representaciones sociales. Además, Moscovici ya entra en la esfera de lo supraindividual, conectando lo que pasa en la mente de los individuos con lo que pasa en el entorno colectivo. La teoría de Moscovici ya la veo más fructífera de cara a poder comprender esta realidad de forma más compleja.
Creo que por 1924, Lev S. Vigotsky desarrolló los conceptos que permitían conectar cómo se construye la persona, de fuera hacia dentro, desde la educación, conectando la psicología con lo cultural y planteando el origen social de la conciencia. El lenguaje, los símbolos, se interiorizan desde lo social para permitir nuestro «lenguaje interior». Por tanto la conciencia es un producto social y a su vez, entiendo yo, por eso la conciencia estaría influida por aquellos grupos o élites de poder de la sociedad que influyen en los individuos buscando el beneficio de las élites. Los procedimientos simbólicos de las personas tanto cuando ejercen como científicos como cuando no lo hacen estarían influidos socialmente de forma nada ingenua. Los juegos de herramientas comunales de la ciencia no buscan sólo un conocimiento aséptico sino que dan cuenta de las relaciones de poder existentes en la sociedad.
La educación podría ser la puerta de la cultura, pero también puede ser la puerta del control naturalizado e incriticable por ello de la ciencia y de la-s autoridad-es.
Es por esto por lo que también me parece que pueden ser todavía más fructíferos, más generadores de hipótesis y de respuestas, autores como Foucault o Bourdieu que ya abordan más lo social y las luchas de poder entre grupos para dar cuenta de esta realidad que tan claramente plantea el Psiquiatra Allen Frances del texto.
Supongo que el hecho de que por ejemplo la obra de Vygotsky estuviera (murió en 1934) sin divulgar hasta 1962 no es anecdótico. Y tampoco lo es lo que denuncia Allen Frances. Me da la sensación de que la ciencia que es de corte «sociocrítica» es «capada» mientras que la ciencia de corte más reduccionista (y por tanto más cómoda para los «poderes de las élites») es incentivada «generosamente».
Como dicen los poetas en todo hombre hay un loco y que todos tenemos un poco, pero esto no quiere decir que los carteles de las farmaceuticas nos traten de vender no solo los farmacos sino tambien la condicion de que estamos mal de la cabeza a toda accion se engancha una indicacion de ezquizofrenia,demencia (que la senil ya no lo es tanto la edad es cada vez mas temprana),o cualquier trastorno mental que es justamente la condicion y caldo de cultivo para educarnos que para salir a trabajar, a divertirnos, o a cualquier otra actividad deberemos estar protegidos por ese aura maravillosos de x o y marca comercial que nos promete una vida hermosa y tranquila siempre y cuando dependamos de sus maravillosos preparados.
Pongamos el cascabel al gato y algo se debera hacer..
Tendría que haber algún tipo de plataforma en la que los o las considerados enfermos mentales pudieran protegerse y ampararse.Yo aquí en Galicia por razones políticas no la he encontrado.No es que no exista dinero para ello.He llegado a conocer lo peor del género humano vestido y vestida con bata blanca de siquiatra.Aun estoy en ello…Los abusos médico siquiátricos son absolutamente reales.Crean dolor,muertes y una sensación de todo es admisible en siquiatria.Los manicomios existieron,existen y todo aquello que se pueda decir sobre ellos es poco.Existen verdaderos genocidas disfrazados de siquiatras.Y debería haber leyes de tipo penal que nos protegieran de ellos.Leyes que no existen.Y si existen son cada día,pisoteadas.Una plataforma en contra de cualquier abuso,negligencia o delitos cometidos por siquiatras llevaría irremisiblemente a una mejoría de cualquier tipo de patología mental.Los abusos,delitos y negligencias siquiátricas están hoy amparados por las leyes.El sufrimiento mental es usado por algunos siquiatras para obtener dinero literalmente.Nunca he visto el nombre de algún siquiatra de este tipo y los hay…en los titulares de todos los periódicos nacionales por haber sido encarcelado por causar daño extremo o muerte.Nunca lo he visto y aunque lo viera nunca lo creería.