Patrocinio ZeroEditorial del BMJ: «El BMJ fue una de las primeras revistas médicas en requerir  a los autores la declaración de  conflictos de interés. Nuestra atención se centró en los conflictos de interés financieros, ya que estos son los más identificables, aunque entendemos que los conflictos tienen muchas más formas y pedimos rutinariamente a los autores que también declaren los conflictos de interés no financieros. El principio rector ha sido la transparencia: Pusimos fe en este principio, pero la experiencia nos ha dicho que sólo estábamos a medio camino, la transparencia sigue siendo esencial, pero no es suficiente para eliminar el sesgo o la percepción de sesgo».  Ver Mark Wilson: Is transparency really a panacea?

«Creemos que el riesgo de sesgo es particularmente importante para los artículos educativos clínicos, que están diseñados como guías para la atención al paciente, con sesgos que pueden ser menos visibles para los lectores de medicina general. Desde hace algunos años hemos tratado de minimizar los conflictos de interés especialmente para estos artículos. Recientemente hemos introducido una gestión más activa, requiriendo a los autores completar una declaración más detallada y excluyendo a los autores con vínculos estrechos con la industria. Ahora hemos decidido dar un paso más, a partir del próximo año nuestros artículos de educación clínicos serán escritos por expertos sin vínculos financieros con la industria. Por industria nos referimos a las empresas productoras de medicamentos, dispositivos o pruebas; a empresas de educación médica u otras con intereses en este tema. Estamos introduciendo estas políticas y hemos empezado por los editoriales, las revisiones clínicas, y las series de educación práctica. Esperamos que a finales de 2016, abarque toda nuestra sección de educación».

–          Definición de conflicto de interés en los editoriales y artículos de educación del BMJ (incluyendo revisiones, práctica clínica y “state of the art”): «Un conflicto de interés se produce cuando una persona tiene un interés personal o de su organización que pueda influir o parezca influir en su trabajo. Por lo general, se trata de un interés financiero, pero también puede ser no-financiero”.

–          Pedimos a los autores declarar sus conflictos de interés en los 36 meses previos y en lo que son conocedores de los 12 meses siguientes.
–          Los autores deben completar un formulario, enwww.bmj.com/sites/default/files/attachments/resources/2011/07/current-bmj-education-coi-formfinal-1.doc. Para los artículos no solicitados, también pedimos motivar la presentación y la contribución de los autores
–          Cada declaración es cuidadosamente evaluada.
–          Hemos comenzado a publicar los conflictos de interés de los editoriales y artículos de educación, y a partir de 2015, serán expertos sin vínculos financieros con la industria

 Cambio cultural. «¿Por qué estamos haciendo esto? La primera razón es que la toma de decisiones clínicas que se basa en información sesgada por intereses comerciales puede causar daño, como ocurrió con la cardiotoxicidad de la rosiglitazona o rofecoxib y continua sucediendo con el Hydroxyethyl starch. También creemos que el contenido educativo que publicamos tendrá más impacto si los lectores pueden tener mayor confianza en su independencia. Finalmente, queremos animar a un cambio en la cultura de la medicina, creemos que podemos ayudar con la promoción de autores sin vínculos financieros con la industria

Los conflictos de interés son endémicos en la cultura actual de la medicina. Los mecanismos de influencia son muy diversos. A veces muy claros: ser miembro del consejo asesor de una empresa o recibir honorarios de la industria o ser titular de una patente… Hay sesgos que operan de forma subconsciente como nos indica la investigación psicológica. En todo caso, no se trata de emitir un juicio sobre la integridad de un autor, pero no podemos ignorar la creciente evidencia de la corrupción sistemática que afecta a la investigación la formación y las decisiones clínicas».

Hacer que funcione. «Una nueva política, ¿significa perder la experiencia de los que están en la vanguardia de la investigación? ¿Hay suficientes expertos sin vínculos con la industria para satisfacer las necesidades de una revista médica general semanal? En algunos campos, por ejemplo, la obesidad, la genética y la reumatología, podemos tener dificultades para reclutar autores libres de vínculos financieros, incluso podría resultar imposible. Pero creemos que los argumentos éticos son convincentes… También podemos aprender de la experiencia de otras revistas, durante más de dos décadas la revista American Family Physician, que publica principalmente revisiones clínicas, no incluye artículos que tengan vínculos financieros con la industria…»