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Buen editorial de The Independent criticando el Cancer Drugs Fund que fue creado por el Gobierno para pasarse por el arco del triunfo las decisiones del NICE que rechazaban financiar con dinero público ciertos antineoplásicos no costo-efectivos. Ya comentamos un editorial del Lancet Oncology, también crítico, al respecto. La estrategia ha demostrado ser «pan para hoy y hambre para mañana». Ahora el Cancer Drugs Fund se ha quedado sin dinero y el Gobierno vuelve a mirar al NICE ante el cabreo de la industria y el posible costo político. Si no hay pasta, se acaba la política basada en la emotividad.

The Independent adopta una posición responsable y no exige -como hacen algunos periódicos y políticos españoles en el caso de la hepatitis C- que el Gobierno pague lo que pide la industria por los medicamentos. Al contrario, tras comentar el costo oportunidad de todas las decisiones de financiación en el NHS, señala el incremento no justificado del precio de los medicamentos anti-neoplásicos y anima a los gestores a seguir «apretando las clavijas» a la industria a la hora de negociar los precios de los medicamentos, por ejemplo, siguiendo con acuerdos de riesgo compartido ya efectuados con algunos anti-neoplásicos.

clavijas

¡Qué prensa! ¡Qué transparencia en los acuerdos! ¡Qué envidia!

Por su interés, traducimos el editorial

«Con un presupuesto limitado, el NHS no puede satisfacer todas las demandas y las nuevas que surgen. Los Servicios de Urgencias se enfrentan a presiones sin precedentes, a pesar de un invierno relativamente suave y una inyección de efectivo por parte del Gobierno, y se quedan con los recursos de otras partes que, tarde o temprano, sentirán el apretón. Esta semana es el turno de los servicios de oncología. 

El cáncer es un tema emotivo. El diagnóstico siempre viene como una sorpresa. Así que cuando el NICE establece que un nuevo medicamento contra el cáncer no se puede proporcionar en el NHS, ya que es demasiado caro, invariablemente causa dolor y es noticia.

En agosto, la compañía farmacéutica Roche se vio envuelta en un amargo debate público con el NICE que consideró excesivas las 90.000 libras que pedían por su medicamento contra el cáncer de mama, Kadcyla, capaz de extender la vida de los pacientes con enfermedad terminal por seis meses. Estas polémicas no son buenas ni para los pacientes ni para el NHS.

Es por eso que el  Cancer Drugs Fund fue creado en 2010: para proporcionar financiación provisional a los nuevos medicamentos rechazados por el NICE (cuando eran prescritos por un especialista en cáncer para un paciente concreto) y disminuir la temperatura política de la cuestión. Pero pasar por alto las recomendaciones del NICE es saltarse los principios de equidad y de evaluación de la relación calidad-precio por los que el NICE fue fundado y el Gobierno ha sido duramente criticado por hacerlo.

Durante un tiempo, sin embargo, funcionó. Se desactivó lo que hubiera sido una situación cada vez más desesperada en la que algunos pacientes no podían tener acceso a los medicamentos que su especialista en cáncer les había recomendado.

Pero ahora, el propio Cancer Drugs Fund se ha quedado sin dinero, después de que su presupuesto anual se incrementara de 200 millones de libras a 280 millones de libras esterlinas. Ayer se anunció que los fármacos más caros se dejarían de pagar. Las compañías farmacéuticas, que fueron informadas de las decisiones que afectan a sus propios medicamentos la semana pasada, reaccionaron con una predecible furia.

Ellos son, sin embargo, los autores de su propia muerte, al menos en parte. Los precios de los medicamentos del cáncer han estado aumentando cuatro veces por encima de la tasa de inflación. El costo de los nuevos medicamentos contra el cáncer han crecido más del doble entre 2000 y 2010, llegando a una media de 5.000 dólares al mes, según un estudio estadounidense. A nivel mundial, el gasto en medicamentos contra el cáncer ha aumentado en un 160 por ciento desde el año 2003, casi el doble del incremento sufrido por el mercado total de medicamentos, llegando a los 91.000 millones de dólares. El respetado Instituto de Medicina norteamericano concluyó a principios de este año que, además de los altos costos de desarrollo de los nuevos agentes, el fuerte aumento de los costos se debió a las prácticas de fijación de precios, reducción de la competencia, escasez de utilización de medicamentos genéricos y los incentivos por la prescripción.

El imperativo urgente para el NHS en los próximos cinco años y más allá es asegurar que se extrae el valor máximo a cada libra gastada. Un ejemplo es el acuerdo alcanzado con los fabricantes de productos farmacéuticos en virtud del cual reembolsarán el costo de los tratamientos con medicamentos que no tengan el impacto esperado. Los creadores de dos medicamentos – el bortezomib para el mieloma (9.000 a 25.000 libras por paciente) y cetuximab para el cáncer de colon (hasta 19.000 libras por paciente)-  han acordado reembolsar el costo de los medicamentos en caso de que los pacientes no respondan. 

Más fabricantes deberían seguir su ejemplo. La magnitud del desafío es desalentador. Las cifras más recientes muestran que hubo 331.000 nuevos casos de cáncer diagnosticados en 2011 en el Reino Unido, un aumento del 23 por ciento entre los hombres y 43 por ciento entre las mujeres, desde mediados de los años 1970. La factura calculada por un estudio de la Universidad de Oxford, publicado en 2012, es de 5.6 mil millones libras, y se prevé que aumente más del 50% durante la próxima década.

Como la demanda crece, es vital que nos aseguremos que el dinero disponible se gasta de la manera más eficiente.»