Cajero Quiero una caja de ibuprofeno. Y otra del protector de estómago. Y unos análisis, que hace ya el año y me corresponden. Y me los hace usted completitos, que salga de todo. Ah, y un volante para el especialista, que me mire esta verruga que tengo en la espalda. Y otro para el ginecólogo, para la revisión anual.

Y yo quisiera poner en la entrada de la consulta un cajero automático. Usted mete la tarjeta sanitaria y el cajero le va guiando: “¿Qué desea usted hoy? Pulse el botón 1 para pedir una cita con especialista que quiera. El botón 2 para unos análisis, completos. El botón 3 es para elegir las recetas que necesite. El cuatro, para tomarse la tensión; ha tenido usted suerte: por ser el día mundial de la diabetes le haremos también una medición de la glucemia pinchándole en el dedo. Y el botón 5, para una radiografía de la parte del cuerpo que quiera revisarse. Este mes tenemos una oferta especial: si le da al botón X, en la misma cita le haremos una radiografía de cuerpo entero. Cuando haya acabado, dele a ‘Finalizar’, y saldrá un ticket impreso con todas sus peticiones. Que tenga usted un saludable día“.

Nota: Escrito meses antes de leer este artículo del dueto Benjamín Pérez-Franco y José Luis Turabián (“Máquinas expendedoras de recetas en medicina de familia”), y de ver esta viñeta de Mónica Lalanda (a la que agradezco nos ceda su reproducción). Que haya más compañeros como yo que hayan tenido la misma fantasía (o pesadilla) no resulta nada tranquilizador…