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Más de 112 organizaciones y miles de firmas individuales están apoyando una iniciativa profesional, de colectivos de pacientes y ciudadanos en contra del Protocolo para el manejo del Trastorno por Déficit de Atención con Hiperactividad (TDAH) infanto-juvenil en el Sistema Sanitario Catalá.

Según los autores del Manifiesto, el Protocolo, supone:

  • Un  paso  más  en  la política  de  patologizar  y  medicalizar  la vida  en general y la infancia y adolescencia en particular.
  • Un  menosprecio  a  las  diferentes  teorías  y  prácticas existentes en la clínica de las sintomatología psíquicas,  y en consecuencia:
  • Un atentado contra la libertad de elección de los pacientes.

Consideran inaceptable calificar de «enfermedad mental» lo que es «una agrupación de síntomas«.

Y les parece que «es muy grave la prevalencia e incidencia de los diagnósticos que se están realizado, pues supone una inflación diagnóstica de la infancia y adolescencia.«

El llamamiento a la reducción de la variabilidad existente en la atención que hace el Protocolo no sería sino la imposición desde instancias políticas de «un solo modelo: el biomédico-cognitivo-conductual» 

El Manifiesto denuncia los conflictos de interés económicos e intelectuales de los autores de la Guía:

«el supuesto grupo de expertos escogidos para su elaboración no es una “amplia representación” –como dice el Protocolo– de los profesionales con experiencia clínica infanto-juvenil, sino una amplia representación de un solo modelo: el biomédico-cognitivo-conductual.«

El escrito critica la perspectiva biologicista que el Protocolo quiere imponer sin ninguna evidencia a favor:

«El protocolo define el TDAH como un trastorno del neurodesarrollo (pag.8) y como un trastorno de origen neurobiológico (pag.30). Los abajo firmantes denunciamos esta falta de rigor en cuanto que no existen marcadores biológicos que evidencien esa causalidad.«

El Protocolo desinforma acerca de la efectividad y seguridad de los tratamientos farmacológicos:

«Se hace evidente que en esta sesgada información los riesgos se minimizan, los beneficios se exageran y los costes se ignoran.«

Entre las conclusiones, destacamos:

1- La preocupación social y sospecha diagnóstica por el TDA/H se ha extendido desproporcionadamente más allá de su incidencia real.. No hay razón para pensar que nuestros niños y adolescentes hayan cambiado tanto, lo que ha cambiado es la clasificación

2- La clínica de las sintomatologías psíquicasno puede ser administrada ni evaluada con los mismos criterios de la medicina en general. La complejidad de dicha clínica requiere consensos entre las diferentes teorías y prácticas que nuestras autoridades sanitarias no pueden zanjar con medidas de gestión técnico-administrativas o protocolos donde se reduzca a un solo modelo bio-médico, tanto los problemas como sus soluciones.

3- Psiquiatrizar, medicalizar y psicologizar los problemas  que se manifiestan en las dificultades de aprendizaje y en el comportamiento… es paliar las consecuencias sin tratar sus causas.

4- A fuerza de divulgarlo se pretende crear la opinión de que es predominante la ideología neurobiológica del TDAH.

5- Es tal la dimensión creciente del problema que, la Organización de las Naciones Unidas (ONU), a través del Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) han llamado la atención sobre la detección de un incremento, escasamente justificado por criterios clínicos, en el diagnóstico de TDAH y de los tratamientos farmacológicos asociados”

6- UNICEF ha alertado sobre la tendencia generalizada en España a prescribir medicación a niños con TDAH, y ha recomendado elaborar un profundo análisis de la relación de los condicionantes sociales con la Salud Mental infantil y el tratamiento, instando a adoptar iniciativas para proporcionar tanto a estos niños como a sus padres y maestros, acceso a la amplia gama de tratamientos y medidas educativas y psicológicas existentes”.

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