
http://www.telemadrid.es/noticias/sociedad/noticia/mas-de-la-mitad-de-los-espanoles-confian-en-practicas-pseudocientificas
Ha aparecido recientemente una noticia que destaca la alta confianza de los españoles en las terapias alternativas. Hace unos meses publicábamos esta opinión de Abel Novoa que merece la pena recuperar
¿Es comparable la homeopatía a la «mala ciencia biomédica»?
No.
Sencillamente no se pueden comparar porque no existe la «mala homeopatía»: no hay procedimientos capaces de refutar la homeopatía o las terapias alternativas.
Por el contrario, hay «mala ciencia biomédica» porque el método científico y otros instrumentos de buen gobierno del conocimiento son capaces de desvelarla (aunque, por supuesto, queda mucho por mejorar) .
El conocimiento biomédico puede ser refutado; la homeopatía no. Por eso la homeopatía no es una ciencia sino una pseudociencia.
Luis Carlos Silva cuenta en su muy recomendable libro «La investigación médica y sus laberintos» que los dos principales enemigos de la ciencia médica son las pseudociencias y el fraude científico (la «mala ciencia biomédica»).
La ciencia es humilde en su planteamiento, aunque sus «profetas cientificistas» no lo son (de esto hablaremos más adelante).
Escribe Silva:
Así es: la ciencia tiene la capacidad de descubrir y corregir sus propias deficiencias. La homeopatía, no
La ciencia genera hipótesis dispuestas a ser mejoradas o desechadas; ninguna pseudociencia tiene esta humildad epistémica.
Por contra:
«La pseudociencia es, en cambio, típicamente arrogante, pues se autoproclama dueña de la verdad»
Luis Carlos Silva utiliza una cita de Mario Bunge muy explicativa
Es decir, la homeopatía no es como la «mala ciencia biomédica» simplemente porque es imposible que haya «mala homeopatía».
Ahora bien, el incremento de la utilización de estos remedios alternativos sí puede deberse a alguna de las consecuencias de la «mala ciencia biomédica», ciertamente, en términos de morbilidad y mortalidad, mucho más peligrosa que la homeopatía.
Escribe Silva:
«No es demasiado arriesgado aventurar que ante las reiteradas evidencias de manipulación y comercialismo extremo de la «medicina oficial» numerosas personas recurran de manera natural a casi cualquier recurso que exhiba una cara más humana, especialmente cuando ha tenido experiencias frustrantes con los sistemas convencionales de salud y no se trate de procesos patológicos de mucha gravedad»
En nuestra opinión Luis Carlos tiene razón.
La expansión del fenómeno de la medicalización (hablamos hace poco de sus determinantes culturales, político/económicos, comerciales y los derivados del propio desarrollo tecnológico) podría encontrarse en el fondo del incremento asombroso de la utilización de las terapias alternativas: la medicina convencional sería la responsable de identificar el malestar como patológico; una vez definido el malestar en términos médicos, se pondrían en funcionamiento algunos de los mecanismos que describe Luis Carlos Silva:
(1) la persona trataría de evitar los fármacos convencionales (por mala experiencia propia, ajena, o por la información cada vez más prevalente acerca de los excesos de las farmacéuticas y sus colaboradores dentro de la medicina), y/o
(2) la persona trataría de buscar una terapia con una «cara más amable», o donde se sintiera mejor tratado, considerando determinadas epistemologías personales (sistema complejo y tácito de creencias, experiencias propias y conocimientos con los que funcionamos habitualmente)
Por tanto, la guerra contra las terapias alternativas está desenfocada cuando prioriza el debate epistemológico, no porque los activistas anti-homeópatas no tengan razón, sino por la confusión que pueden acarrear, en ocasiones, sus prioridades (por contra me parece muy importante la lucha por desterrar estas prácticas del ámbito académico y profesional, que también están liderando estos activistas. Más adelante lo explico mejor)
Solo con razones epistémicas no llegaremos muy lejos; es necesario enfrentarnos antes (o a la vez, pero con la misma intensidad) a los «aceleradores» que lanzan a la gente a estas terapias: medicalización, mala ciencia biomédica, conflictos de interés, deshumanización de la medicina, mal planteamiento de los debates públicos y falta de cultura científica.
¿Posibles soluciones?
Cambiar las prioridades:
1ª) Evitar la medicalización, por tanto, la capacidad de definir como patológico cada vez un mayor número de situaciones psicológicas, malestares físicos o condiciones consideradas pre-enfermedades o factores de riesgo.
2ª) Evitar la mala ciencia biomédica, por tanto, tener evidencias de mejor calidad y difundirlas y sintetizarlas adecuadamente
3ª) Evitar por todos los medios los conflictos de interés, sobre todo de los médicos asistenciales, un fenómeno que está minando gravemente la confianza de los ciudadanos en sus profesionales sanitarios
4ª) Mejorar la atención sanitaria, humanizándola, por tanto, ser conscientes de los aspectos terapéuticos de la relación clínica y el contexto estructural (algo en lo que las terapias alternativas nos llevan mucha ventaja)
5º) Mejorar el debate público sobre ciencia y medicina: actualmente, demasiado exacerbado, insultante, descalificador. Todos necesitamos una mayor humildad no por lo que sabemos sino por lo que ignoramos. Mientras no exista una crítica equidistante a los «aceleradores de las terapias alternativas» -que pertenecen de pleno al ámbito de lo que llamamos medicina y ciencia convencional- es difícil juzgar a ciudadanos que acuden o defienden las terapias alternativas. Les estamos dando muchos argumentos para hacerlo.
6º) Mejorar la cultura científica de la sociedad de ciudadanos, medios de comunicación y, por supuesto, profesionales, con una reflexión cabal sobre la ciencia y la tecnología, sus aportaciones y limitaciones. Que no siga siendo la norma que cualquier crítica a la ciencia sea interpretada como estar en contra de ella, del progreso o de los buenos medicamentos.
Después de afrontar estos retos, seguro que el número de «creyentes» en terapias alternativas disminuye, o se circunscribe a aspectos más existenciales, holísticos o espirituales en los que, obviamente, no debería meterse la ciencia
Para terminar dos cosas más:
La primera: es necesario separar claramente en todos los ámbitos medicina y terapias alternativas. Son dos paradigmas inconmensurables. Por eso:
(1) No es bueno llamarlas medicinas alternativas porque induce confusión. Mejor denominarlas terapias alternativas
(2) No es bueno que la persona que encarna la aplicación práctica de la medicina, prescriba terapias alternativas u homeopatía. No digo que no pueda haber terapeutas que las utilicen pero claramente fuera del ámbito que entendemos como sanitario y, por supuesto, en ningún caso, financiado con fondos públicos.
(3) No es bueno que las instituciones encargadas de velar por la correcta aplicación, transmisión o profundización en el conocimiento biomédico, como colegios profesionales o universidades, patrocinen cursos o un máster en homeopatía. No digo que no puedan existir, pero fuera de los ámbitos profesionales y académicos
(4) Es dudoso que puedan integrarse medicina y terapias alternativas fuera de un contexto de medicina privada y comercial (en este punto mi opinión ha evolucionado respecto a mi última aportación pública al debate). Quizás sería mejor expresarlo como he hecho arriba:
«Es necesario, mejorar la atención sanitaria, humanizándola, por tanto, ser más conscientes de los aspectos terapéuticos de la relación clínica y del contexto estructural»
La segunda y última cuestión: una reformulación de la pregunta que abría este texto:
¿Es tan irracional la creencia en las terapias alternativas como la creencia en la capacidad de la ciencia para explicar totalmente los fenómenos humanos o naturales?
Sí. Por supuesto.
Cientificismo y creencias en terapias alternativas son dos caras de la misma moneda.
Lo importante, en suma, en nuestra democracia del conocimiento, es integrar perspectivas, delimitando su utilidad y reconociendo las circunstancias en las que se puede activar una u otra.
Siguiendo a Innerarity (en un libro que no me cansaré de recomendar, «La democracia del conocimiento»):
Abel Novoa. Médico de familia. Presidente de NoGracias
(abelnovoajurado@gmail.com; @AbelNovoa)
No se pueden llamar medicinas alternativas, ni tampoco terapias alternativas, porque no son alternativas a nada. Son prácticas imaginarias como lo fue la medicina en sus orígenes hipocráticos, e incluso actualmente cuando el médico, por más científico que sea, «imagina» un diagnóstico o una explicación pseudofisiopatológica para los síntomas que no es capaz de significar. Estas prácticas son imaginarias, se basan en creencias no corroboradas ni contrastadas. Son un estadio médico prehipocrático, puesto que se basan en creencias mágicas (Ver el libro de Hipócrates «Sobre la medicina antigua»)
Gracias por el comentario Juan Manuel: «lo terapéutico» es un adjetivo tan amplio como el horizonte de ritos, creencias, sustancias y evidencias científicas que existen con propiedades positivas. Es absurdo intentar que la ciencia valide todo aquello que las personas sienten que les sana, ayuda, alivia o mejora. en otra entrada lo decíamos de otra manera: «la lucha de la medicina convencional contra las medicinas alternativas -intentando que estas prácticas queden fuera de juego y que sea la medicina convencional la que determine, científicamente y en exclusiva, qué es o no es salud y, por tanto, cuáles son los instrumentos legítimos para intentar alcanzarla-, es una estrategia autoritaria y medicalizadora». Reconozco no debería haber utilizado la palabra medicina en esta entrada pero no le veo inconveniente a hacerlo con terapia. Abel Novoa
Es una de las lecturas más sensatas, honestas y certeras que he léido sobre este tema, y sobre otros relacionados con la pseudociencia y con el lado opuesto (los radicales cientifistas).
«Que no siga siendo la norma que cualquier crítica a la ciencia sea interpretada como estar en contra de ella». Es una gran frase.
Personalmente, en mi modesto entender sobre este tema, no he encontrado como científico evidencias de que la homeopatía vaya más allá del placebo. Y tengo la mente muy abierta.
Pero aquí al final se corre el peligro de incurrir en el efecto halo que tienen los dogmáticos radicales de la ciencia. Así, si vas en contra del dogma y cuestionas (con motivos) ciertas cosas te conviertes en un proscrito (magufo, ecologista, ecolo-pijo, etc.) que cree en TODO lo alternativo. El típico dualismo falaz para que nada se cuestione y continúe inmóvil.
En resumen: ¿Homeopatía es ciencia? No para mí, al menos no por el momento.
Y, sin embargo, a pesar de todo, en Barcelona se retiran másters sin avisar, pero los psicofármacos se siguen prescribiendo como si de golosinas se tratara; por poner un ejemplo.
Quisiera uno ver el mismo ahínco con el que se critica la homeopatía, en los ámbitos alopáticos. Un poco más de diligencia no iría mal. Menos dar lecciones de ciencia y de moral; menos paja en el ojo ajeno y más bigas en el propio. Harto está uno de tanto ‘entitlement’ entre el gremio…
Gracias Avenger por el comentario. La verdad es que NoGracias si se caracteriza por algo es por ser crítica con la medicina alopática mercantilizada e industrializada. Pero tenemos nuestros propios marcos explicativos, nuestros paradigmas, que para bien o para mal, nos limitan: la ciencia es hoy por hoy la base de la biomedicina y sus beneficios prácticos para la humanidad no son contestables. Tampoco su lado oscuro, maleficente, autoritario, dogmático y simplificador. Nuestras propuestas de reforma, intentamos, no sobrepasan los esquemas convencionales -o de ciencia normal que diría Kuhn- en los que nos movemos.
En todo caso sí somos críticos con la teoría de la plausibilidad (lo explicamos en otras entrada http://www.nogracias.eu/2015/03/16/el-enemigo-no-es-la-homeopatia-sino-la-medicalizacion-de-la-vida/) que limita ciertas investigaciones no convencionales y asumimos la necesidad de un pluralismo epistemológico que permita abrir nuevos espacios, precisamente a la ciencia. Abel Novoa
De verdad que me impresiona lo poco que se usa la razón en foros de debate como éste.
A ver quien es capaz de exponer argumentos científicos a favor o en contra de las investigaciones de Montaigner acerca de la memoria del agua, que explica cómo es posible que actúe un preparado homeopático. Y a ver quien se decide a criticar, también con razones científicas, los experimentos en tubos de ensayo de diluciones ultra-bajas hechas según el método homeopático (más allá de número de avogrado), que demuestran el fundamento de actuación de la Homeopatía. Y no veo referencias al trabajo de los Banerji en cáncer, admitido como válido hasta por el Gobierno de los EE.UU. Lamentable lo poquito que leen más de uno de los escriben, y peor aún, lo menos todavía que experimentan.
De poco va servir iniciativas como la de nogracias, supuestamente en defensa de una buena y más justa práctica de la medicina, con una falta de rigor científico tan grande. Los pacientes no son tan tontos, la información fluye más libre que lo ha hecho jamás, y las verdades ya no se pueden ocultar.
Termino con una cita, si no recuerdo mal, de Santiago Ramón y Cajal acerca de su opinión de la Homeopatía: «Muchos pacientes se curan gracias al médico; algunos sin médico alguno, y otros, a pesar del médico…».
Creo que aquí estamos para usar la razón, no hace falta usar un lenguaje tan agresivo. No pertenezco a NoGracias pero creo que este artículo (como casi todos) es bastante prudente, honesto y certero desde el punto de vista científico.
Yo tengo la mente muy abierta, y lo que espero son referencias en revistas científicas de prestigio a evidencias de efectos de la homeopatía en laboratorio y en estudios con humanos (también en estudios epidemiológicos no sólo ensayos clínicos). Si esa evidencia es robusta y está replicada en varias ocasiones yo estaré encantado en cambiar mi postura de «por ahora no las tengo todas conmigo» a «creo que la homeopatía funciona».
Invito también cordialmente a leer no sólo literatura médica, sino estadística, para darnos cuenta de lo importante que es la replicación, las evidencias acumuladas y los peligros de sacar conclusiones precipitadas de unos pocos estudios con resultados significativos.
Por mi parte, me pongo deberes de tratar de saber más acerca de este tema, que me parece muy interesante, pero en el que de momento prefiero mantener una postura discreta y prudente.
Primero manifestar mi admiración, respeto a Abel Noboa y a NoGracias por su excelente trabajo, nunca os lo agradeceré suficientemente. Ánimo que, como dice el refrán, “el que resiste, gana”.
En el artículo aparecen revueltas dos cuestiones que deberían quedar bien diferenciadas. De una parte la cientificidad de la homeopatía y de otra el proceso que, según Luis Carlos Silva, ha motivado la deriva hacia las llamadas “medicinas alternativas”.
Me centro en la primera –motivo del titular– que, a mi modo de ver, se resuelve con facilidad: la homeopatía no es una ciencia porque no cumple las condiciones para serlo. Así que, como diría Pero Grullo, si no es una ciencia, difícilmente puede ser una “mala ciencia”. Asunto, aparentemente, resuelto. Sin embargo, la Filosofía, la Teología, la Historia, el Derecho, las llamadas Bellas Artes y un largo etcétera… no cumplen la condición de científicas y, sin embargo se imparten en las Universidades y, hasta la fecha, ningún rector o decano plantea su supresión, ¡se quedarían sin trabajo! La cientificidad –o cualidad de lo científico– es una condición que exige haber pasado por el tamiz de dicho método; pero antes, mucho antes, de la formulación del mismo, ya había ido tomando cuerpo un conocimiento del que dan fe monumentos, ingenios e interpretaciones de la realidad sobre las que seguimos –y seguiremos– debatiendo. El racionalismo y el empirismo –como si del ying y el yang se tratara– van a seguir constituyendo y alimentando el acervo del pensamiento y de la acción.
Expropiando al paciente su lugar protagonista, la medicina –y el médico, su profeta– se han convertido en el ombligo de la salud y, por descontado, de la enfermedad. ¿Debemos contradecir a un paciente que manifiesta su mejoría porque “la medicina” no es capaz de encontrar una explicación? ¿Deberíamos desautorizarlo o afear su conducta porque no responde a un tratamiento científicamente aplicado? Si algo vuela como un pato, camina como un pato y “caga” como un pato, fácilmente concluimos que es un pato, ya que responde a un estereotipo –diagnóstico– consensuado o aprendido previamente. ¿Que la “conclusión” contradice la realidad?… pues peor para la realidad! ¿Acaso nos olvidamos de la Historia de la Medicina porque quedó relegada a una de las “tres marías”? Quevedo, Molière o Jules Romains nos pueden ayudar a refrescar la memoria.
De acuerdo con la hermosa expresión de la “democracia del conocimiento”, tendríamos que irnos acostumbrando a que una parte importante de la población manifieste su mejoría y su satisfacción con una terapia –en este caso, la homeopatía–… aunque no sea científica. No creo que ayude mucho a la “medicina académica” preservar su prestigio –y con él su eficacia– cuidando que no se contamine con “la realidad”. La Universidad está dejando de ser la «universitas magistrorum et scholarium» –comunidad de profesores y académicos– para convertirse en el punto de encuentro del conocimiento, de TODO el conocimiento. Ni la ciencia –por miope– ni lo que dan en llamar pseudociencias –por osadas– son suficientes para explicar y conocer la abigarrada realidad –con todas sus banderas–, en el supuesto de que exista.
La humildad no es un presupuesto, sino una consecuencia de quien, advertido por la reflexión propia y ajena, concluye que –científico o no– solo le queda ser humilde y actuar en consecuencia: «primum non nocere», deinde philosophare.
Gracias Blas ¡Coscollar! ¡Qué familia! Una delicia tu comentario en forma y fondo. Sí, tienes razón: el método actúa como criterio de demarcación ciertamente convencional. Clásicamente Dilthey separaba ciencias de la naturaleza, que atendían a los hechos y utilizaban un método analítico-explicatorio, de las ciencias del espíritu, que se ocupaban de los valores y cuyo método era comprensivo-hermenéutico. Esta separación entre ciencias que se ocupan de los hechos y otras de los valores ha hecho mucho daño. La crítica postmoderna destrozó la visión de las ciencias de la naturaleza como objetivas; es más, ahora, lo científico también es contextual, histórico y, por tanto, «value laden: un producto de la cultura, casi un producto artístico según Feyerabend. Pero admitiendo esta separación artificiosa, entiendo que el avance del conocimiento necesita «creer» en un paradigma y profundizar en él de acuerdo con determinados esquemas «convencionales». La biomedicina tiene los suyos y nadie puede escapar de su paradigma igual que nadie puede levantarse del suelo tirándose de los pelos. Rechazar la homeopatía como práctica médica no significa cerrarse a que alguno de sus preparados o su propia especulación teórica pueda ser admitida en un futuro porque cuente con pruebas que la ciencia considere aceptables (y esta aceptación no deja de ser un consenso y, por tanto, sometido a cambios también). La última premio Nobel de medicina demostró que la artemisia valía para la malaria: una hierba, no aceptada por la medicina occidental como terapéutica durante muchos años, se ha impuesto finalmente pero solo utilizando los métodos científicos convencionales, por más que había pruebas empíricas desde hacía siglos. Seguro que esta hierba, estudiada por médicos occidentales, hubiera sido aceptada antes y que factores culturales y políticos han tenido que ver en su tardía incorporación a la medicina. Hay que seguir investigando (hay fundamentalistas que creen que ni eso debe hacerse con la homeopatía porque no cumple los criterios de plausibilidad), pero mientras eso se hace, la homeopatía solo debería poder usarse en la práctica médica en un contexto de investigación. En otras prácticas terapéuticas, mientras se garantice que son sustancias seguras, lo que cada uno quiera. La ciencia no puede ser el criterio para decir qué es o no terapéutico o definir qué es salud para cada uno pero sí, en un momento histórico dado, para determinar qué criterios se utilizan para considerar efectiva una terapia (y estos criterios están siendo gravemente comprometidos por otros intereses más peligrosos, como bien sabemos en NoGracias; y en esa lucha hay que seguir). En la universidad, el estudio de la homeopatía, por supuesto, pero en la parte de las «ciencias de espíritu», antropología médica, historia de la medicina y sociología. Gracias por el apoyo y el ánimo. Comentarios como este justifican el proyecto. Un abrazo (y otro para tu hermano). Abel Novoa
Sí, el avance del conocimiento necesita “creer” en un paradigma y profundizar en él, de acuerdo con determinados esquemas “convencionales”. Me gusta llamarles “paradigmas interpretativos” por lo que tienen de práctico y efímero, muy cercano al “usar y tirar”: todo fluye. Feyerabend, como “enfant terrible” de la epistemología científica, arremete contra algunos de estos convencionalismos que desvirtúan la enorme importancia del método científico, que suele perder sustancia y excelencia, con su aplicación: “La ciencia no es un libro cerrado que se entiende sólo después de años de entrenamiento. Es una disciplina intelectual que puede ser examinada y criticada por cualquiera que esté interesado, y que parece difícil y profunda sólo por causa de una campaña sistemática de confusión llevada a cabo por muchos científicos (aunque, me alegro de decirlo, no por todos) (…) Los órganos del Estado no deberían nunca vacilar en rechazar el juicio de los científicos, cuando tengan razones para hacerlo. Tales rechazos educarán al público general, lo harán tener más confianza en sí mismo, y puede incluso conducir a mejorías. (…) Las ideologías son maravillosas cundo se las usa en compañía de otras ideologías.”* Como puede verse, en todos los sitios cuecen habas…
En el duelo objetividad/subjetividad, la pelota siempre se queda en el tejado de quien “elige el arma”, la vara de medir. Ambos extremos son imposibles, pero entre ambos existen grados, “grados de libertad”, como se dice en estadística. Rechazar la homeopatía –o las llamadas pseudociencias- sirviéndose de la cientificidad siempre dará el mismo resultado: pedirle a la homeopatía algo que, hoy por hoy, no está en condiciones de ofrecer. Que no podamos explicar las regresiones “espontáneas” de algunos tumores tampoco parece ser obstáculo para que se apliquen terapias y prevenciones basadas en teorías, a sabiendas de que van a tener una vigencia muy limitada ¿Lo importante es “saber quién manda”** o ponernos de acuerdo en la vara de medir, aquella barra de platino e iridio custodiada en la Oficina de Pesas y Medidas de París? El consenso ¿es método y excusa para blandir una verdad democráticamente establecida, o una especie de “Así es, si así os parece”? Sin embargo, por mucho acuerdo que se alcanzara en el Congreso para negar el movimiento de los astros, estos, presumiblemente, no se iban a dar por enterados.
¿No es la pretendida objetividad el valor más preciado de la cientificidad? Pues tendremos que irnos acostumbrando a la humildad y la complicidad “metódicas”. Poner la carga de la prueba en el control –protocolos y burocracia– está demostrando consumir recursos, producir iatrogenia y generar contraproductividad, como diría Ivan Illich. Deberíamos ser capaces de encontrar una vara de medir –al igual que sucede con la relación médico/paciente– que no se sustentara en la aplicación rigurosa y homogénea de los procedimientos, sino en la confianza. Ahora, “átenme vds. esa mosca por el rabo”***.
Un saludo,
Blas Coscollar Santaliestra
*Paul Feyerabend, “Cómo defender a la sociedad de la ciencia”.
** Lewis Carrol, “Alicia en el país de las maravillas”.
*** Antonio Machado, “Juan de Mairena”
Muy bueno el artículo, me he sentido muy identificado en muchos aspectos. Creo que da en el clavo del actual debate alternativos/escépticos. Dos puntualizaciones: muchas veces no queda clara la definición de alternativo. No se sabe si se refiere a la ausencia de evidencia o no utilización en el sistema sanitario. Hay algunas de las segundas (movimiento, nutrición, etc) con bastante evidencia y baja o nula utilización. Son alternativas? Por otro lado, no se puede comparar homeopatia y plantas medicinales. Yo creo que en muchos aspectos son opuestas. La primera sin efectos específicos ni secundarios. Es decir si se sigue el tratamiento adecuado no tiene porque afectarlo. La segunda puede tener efectos tanto primarios como secundarios y puede tener problemas si se administra con el tratamiento convencional. En cualquier caso, enhorabuena por la entrada.
Si no hay censura en este espacio espero que puedan verificar un poco de Luis Carlos Silva.
http://explicandoalexplicador.blogspot.com/2016_02_01_archive.html
Gracias por el excelente artículo…
Antes de nada decir que soy el director de Máster de Homeopatía (solo para médicos y veterinarios) que la UB ha suprimido. Ese es mi conflicto de intereses. Y antes de nada también que no pretendo en absoluto que esto se convierta en un homeopatía si/no. Si me he prestado estos días a salir en todos los medios simplemente es por divulgar la homeopatía que es tan desconocida para mis colegas como he tenido ocasión de comprobar (a lo que seguramente no somos ajenos nosotros por nuestras deficientes explicaciones) y en lo injusto, en mi opinión, de la decisión tras 21 años de colaboración con la UB en los que supongo había la misma “controversia científica”… Y no quiero mencionar ese supuesto y pintoresco informe “oral” del decano de la facultad de medicina. Decano que, como sabréis, ha emitido toda suerte de parabienes al próximo máster (por cierto organizado por la UB) sobre Medicina Tradicional China (que tiene todos mis respetos) pero que dice que como no tiene evidencias las van a buscar porque “es una técnica que atiende a millones de personas”. ¿Tiene algo que ver en este caso, como en tantos otros, las “evidencias científicas” con los 80 millones que pondrá el ayuntamiento de Pekín para que en complicidad con el Hospital Clínico de Barcelona y las autoridades construir el mayor centro de esta terapia en Europa?
La mayor parte de médicos homeópatas que conozco no se consideran “alterrnativos” a nada porque son médicos y creen que sólo hay una medicina, son los primeros en oponerse a la medicalización de la sociedad (que conocen bien), buscan corresponsabilizar a los pacientes en el cuidado de su salud, tienen a Gotzsche, Skrabanek o Illich entre sus autores preferidos, leen y admiran a los autores de Plataformas como No gracias y a pasión y dedicación por su profesión y sus pacientes no tienen que envidiar a nadie.
Pero digo que no me gustaría que fuera un debate homeopatía si/no porque tanto el artículo de Abel como los comentarios (sobre todo los de Blas Coscollar) son demasiado buenos para incurrir en simplificaciones. ¡Felicidades a ambos!
Yo también creo, Blas, que la cuestión, la verdadera cuestión, como dice Humpty Dumpty es que “cuando yo digo una palabra significa aquello que yo quiero que signifique”…y ante la pregunta atónita de Alicia de si la cuestión es que una palabra pueda tener tantos significados diferentes, él contesta “la cuestión es quien es el que manda (“who is the master”)… eso es todo”
En el artículo se cita a Bunge profusamente pero ahí están Lakatos y Feyerabend digo yo (al que también habéis citado) “…las leyes de la naturaleza no están en la naturaleza, son constructos mentales que ordenan sucesos que fundamentalmente no comprendemos ni podemos comprender” (Feyerabend, “Ambigüedad y armonía»)
Y me permito dos citas más en lo filosófico…Una de H. Maturana al hablar de la objetividad entre paréntesis : “así pues no nos creamos que al afirmar que una explicación es científica tenemos algo más que un acuerdo en el ámbito de los observadores que satisfacen unas condiciones coherentes…” Y otra del gran Heinz Von Foerster, “objetividad = la ilusión de que las propiedades del observador no entran en las descripciones de sus observaciones”…
Pero dejo ahora las alturas filosóficas y bajo al barro de lo práctico y del paradigma convencional actual. Y desde ese paradigma afirmo que el mantra “la homeopatía no tiene evidencias científicas” simplemente es falso.
La homeopatía sí las tiene y dejo para los colegas con verdadero espíritu científico un link al trabajo de dos farmacólogos clínicos que las muestran tanto en el ámbito de la investigación básica (800 estudios con los efectos biológicos de esas ultradiluciones en las que supuestamente no debería haber “nada”), en modelos animales, plantas, voluntarios sanos, en EC controlados (unos 200), metaanálisis, etc. etc. Otra cosa es que no sean suficientes, pero bueno la MBE tampoco tiene tantos años y los recursos que disponemos no son tantos…¿Y dónde está el tribunal para decirnos cuánto será suficiente?… Y otra pregunta, si pasamos esas mismas exigencias a los procedimientos convencionales ¿qué nos queda?*… Y otra más, ¿qué “pseudociencia” tiene ese nivel de estudios publicados en revistas de referencia a pesar de los obstáculos teóricos para adaptarnos a esta metodología y que no voy a detallar para no parecer victimista?
Y, finalmente, Abel, para acabar con un poco de humor (pero que tiene que ver con esto) y que siempre viene bien, diría que sí, que uno sí que puede levantarse del suelo tirándose de sus propios pelos. Lo demuestra otro gran psicólogo y epistemólogo, entre otras cosas, Paul Watzlawick en “La coleta del Barón de Münchhausen” por ejemplo.
Pero, bueno, esa es otra historia…
http://www.catedrahomeopatia.org/siteresources/pdf/catedra/investigacion/actualizacion-evidencias-cientificas-homeopatia.pdf
* http://clinicalevidence.bmj.com/x/set/static/cms/efficacy-categorisations.html
Estimado Gonzalo. Ilustres colegas:
Soy hermano de Salvador Galindo y doctorado en Astrofísica.
También soy paciente oncológico, al que dieron menos de un mes en 2009, siendo hospitalizado como paciente terminal desahuciado en el hospital San Telmo, de Palencia, durante el mes de Octubre de 2010.
Trás haber sufrido 5 desahucios, estar sin tratamiento oncológico ortodoxo durante todo éste tiempo, haber perdido más de 30 Millones de Euros estafados por mi abogado, sufrir más de 5 intentos de asesinato y una detención ilegal por ser científico holístico y pretender invertir en desarrollo científico en España, aún sigo vivo. Y mi hermano Salvador, también.
Tan solo quisiera me permitiesen unas palabras de aliento para el trabajo desarrollado por ésta plataforma. Pero, también, desearía decir, mi querido y estimado colega, que la Universidad de Barcelona ha puesto en evidencia la triste realidad de un país sumido en una dogmática mediocridad, incapaz de desarrollar investigación científica avanzada y coherente con las tendencias de desarrollo internacional.
Quisiera informarle que, siendo mi hermano y yo lo único que queda de una familia humilde y consagrada a la defensa de la promoción del conocimiento, nosotros sabemos lo que es padecer experiencias similares a las de otros científicos holísticos, por lo que nuestro reconocimiento a su labor y todo nuestro apoyo a usted es un hecho que desearía poner en su conocimiento.
Mi hermano y yo estamos agotados y exahustos. Pero nuestra vida está consagrada a impulsar la investigación científica y las bases mismas del nuevo paradigma colaborativo de la sostenibilidad.
Si ese Máster ha sido rechazado por la mediocridad de quienes dependen de la financiación de mentes de mosquito, nosotros podemos impulsar su nueva incorporación a foros universitarios internacionales de gran prestigio, suficientemente aptos para que España acabe aprendiendo, de una vez por todas, que los tiempos de la inquisición deben ser contemplados con la única perspectiva histórica que otorgan los libros, no su adaptación camuflada en forma de legislación contemporánea y presiones a los estamentos de conocimiento.
Querido Gonzalo, no dude, por favor, en continuar con su labor. Pero hágalo siempre desde la autonomía financiera. Nosotros hemos dado nuestras vidas y hemos aceptado ser masacrados para garantizar la libertad de pensamiento y el cultivo del conocimiento, en total ausencia de condicionamientos espúreos.
En el nuevo paradigma, éste hecho ya es una realidad. Y yo estoy trabajando activamente en los grupos más selectos donde está siendo creado, desde hace años, éste nuevo órden económico mundial, ya asumido por Citygroup, la NSA ó IBM, entre otros, mientras España continúa comportándose como una pseudodictadura disfrazada de democracia formal gobernada por la mediocridad y sufriendo una hemorragia constante de talento, hasta desangrarse de conocimiento.
El Dr. Hanneman es el verdadero ejemplo de la práxis médica. Un ejemplo tan notable y de tal importancia, que desde Hipócrates no ha existido una figura de semejante importancia en la historia de la Medicina.
La base científica de su trabajo trasciende a lo pueril de las explicaciones dadas a escolares moldeables en los museos de la ciencia financiados por intereses muy alejados de la promoción real del conocimiento, pero mucho más preocupados por alentar las formas contemporáneas de servidumbre.
La importancia de su Máster, créame, es sobradamente conocida por mi hermano y por mí, al igual que lo era para nuestros asesinados padres.
Pero es nuestro deber continuar defendiendo el trabajo noble de quienes, como usted y como nosotros, estamos defendiendo la racionalidad de un mundo sano frente al dogmatismo de éste otro, tan enfermo, como para llamarse científicos mientras ceden a los dogmas.
En Ciencia no hay dogmas. Solo preguntas y respuestas. Solo evidencias.
Pero las evidencias descontextualizadas construyen los monstruos de la razón. Y fruto de éstas perversiones, lo irracional puede ser aceptado y los sabios pueden ser criminalizados.
En ésta peligrosa situación está España en éstos momentos. Y hemos de evitar que consolide éste estado de indigencia intelectual. Porque el caldo de cultivo de la indigencia moral y el hambre ya han sido plantados. De aquí al fracaso como pueblo, solo un paso más.
Comienzan empobreciendo. Siguen desterrando. Continúan prohibiendo. Mucho cuidado, porque mañana acabarán matando.
Gonzalo, adelante.
Con sincera gratitud y profundo reconocimiento,
Francisco Galindo Jr.
.·.
Gracias a todos por los comentarios, jugosos y respetuosos. Quisiera dejar simplemente unos fragmentos de una entrada antigua de NoGracias llamada «El mapa y el territorio» que escribí con motivo de tener que moderar un debate sobre mamografía de cribado (http://www.nogracias.eu/2014/09/03/el-mapa-y-el-territorio/):
«La práctica médica, sin abandonar el empirismo y el emotivismo, se arrojó en brazos del positivismo –no sin fuertes resistencias- y convirtió las pruebas científicas en la verdad clínica. A finales del siglo pasado llegamos a la medicina basada en la evidencia pero tarde y, encima, mal traducida. Cuando la medicina comenzó a ser definitivamente positivista el resto de las disciplinas científicas ya habían dejado de serlo. La medicina, siempre ingenua en asuntos epistemológicos, se había perdido la reflexión de la filosofía del conocimiento del siglo XX que terminó con la Verdad.
No existe la Verdad. No existe lo objetivo. No existe un método que nos libere de nuestros prejuicios o de nuestros intereses. Los hechos no están libres de valores. Lo objetivo siempre es subjetivo. El conocimiento responde a intereses, a proyectos concretos; nunca es neutral; no viene dado por la realidad sino que es construido de acuerdo a determinadas intenciones. Sin embargo, los médicos seguimos siendo empiristas, emotivistas y positivistas; somos, realmente, los últimos creyentes, afirma Diego Gracia.
¿Qué significa que no existe un conocimiento objetivo, verdadero o neutral? Pongamos el ejemplo del mapa. Nuestros saberes representan el mundo como un mapa representa el territorio. El mapa no es el territorio pero nos ayuda a comprenderlo y a utilizarlo. Ningún mapa pretende describir la totalidad del territorio sino que informa de hechos y datos, pero no de todos los posibles sino de aquellos que están en relación con un proyecto determinado; este proyecto es previo a la construcción del mapa y responde a diferentes necesidades y, por eso, el mapa es diferente para el automovilista, el caminante, el militar, el geólogo o el meteorólogo. Una vez elegido el mapa, éste actúa como árbitro en las discusiones: lo que no existe en el mapa no se discute. La elección de un mapa, por tanto, elimina una serie de posibilidades. El mapa no es neutro sino que es fruto de una selección de elementos juzgados como significativos. Un mapa de carreteras no hará descripciones geológicas. Eso no significa que el mapa de carreteras sea falso. El mapa no miente pero cada mapa responde a diferentes intereses, a diferentes proyectos y es, por consiguiente, siempre reduccionista.
Queridos amigos y amigas, nos encontramos en un momento sumamente complicado para la medicina. El mapa que hemos utilizado hasta el momento, el de la medicina tecno-científica, el que ha traído los grandiosos éxitos a nuestra disciplina, ya no nos vale. Este mapa consideró como elementos más significativos la efectividad individual, la curación o la prolongación de la vida mientras confiaba ciegamente en la tecnología y los medicamentos y enfatizaba los valores de la libertad individual entendida como satisfacción de deseos y libre mercado. Pero este mapa, que tan útil ha sido hasta ahora, insisto, ya no nos ayuda a dirigirnos donde queremos: una medicina al servicio del bienestar de los enfermos, las sociedades y la equidad. Es un mapa que ya no orienta sino que, paradójicamente, desorienta; es un mapa que da alarmantes señales de agotamiento. Kuhn diría que es un paradigma en el que se acumulan las anomalías.
Desde mi punto de vista, la polémica sobre la efectividad de los programas de cribado poblacional del cáncer de mama forma parte de ese periodo de crisis que precede al cambio de paradigma y que, según Kuhn, viene determinado por una intensa inseguridad profesional y acalorados debates sobre asuntos que parecían bien establecidos. En estos debates, los defensores del paradigma dominante suelen argumentar que las anomalías se deben a problemas relacionados con exageraciones de los científicos que las denuncian o con inexactitudes y sesgos de las investigaciones que las demuestran. En ningún caso ponen en duda las bases que sostienen el paradigma: por ejemplo, en nuestro caso, “prevenir es mejor que curar” o “cuanto antes, mejor”. Por contra, los críticos, que son, inevitablemente, hijos del mismo paradigma dominante, se sienten cada vez más insatisfechos con las explicaciones y soluciones que da y, poco a poco, comienzan a minar sus fundamentos.
No existe un paradigma sin anomalías y, como señalaron Kuhn y Popper, el progreso científico requiere no poner continuamente en tela de juicio las claves que sostienen los paradigmas. Solo de esta manera, los científicos serán capaces de concentrar sus esfuerzos en su detallada articulación y efectuar el trabajo necesario para explorar en toda su profundidad sus posibilidades. El progreso científico requiere, por tanto, de cierta testarudez, es decir, de posiciones no demasiado críticas capaces de buscar soluciones a los problemas que no impugnen el paradigma. Si todos los científicos criticaran todo el tiempo todas las partes del marco conceptual en el que trabajan, no se llevaría a cabo la ardua tarea teórica necesaria para que el paradigma se compagine con la naturaleza en un grado cada vez mayor y solucione los inevitables problemas que siempre aparecen. Es decir, la defensa del paradigma dominante es imprescindible para que sea posible el progreso científico.
No hay un criterio único, por muy lógico o relevante que parezca, que sea suficiente para que un científico racional impugne el paradigma en el que se encuentra. Defensores de programas rivales suscribirán distintos conjuntos de normas, verán el mundo de distinta manera e incluso lo describirán con distinto lenguaje. Kuhn expresaba esta situación afirmando la “inconmensurabilidad de los paradigmas”. Una anomalía siempre podrá ser justificada sin que sea necesaria una enmienda a la totalidad sino tan solo una explicación ad hoc, una pequeña modificación que no ataque los fundamentos. Y esto, como he dicho antes, no tiene por qué ser necesariamente malo. Y esto, en mi opinión, también es una llamada a la humildad. Por tanto, los debates científicos no deberían ser nunca descalificatorios sino respetuosos con la visión de cada cual; y abiertos, ya que es seguro que aparecerán nuevos datos que nos harán dudar. Es lo malo y lo bueno de las épocas de crisis. No sabemos si estamos asistiendo a un verdadero cambio de paradigma o a una mera controversia científica intra-paradigmática, si me permiten la expresión.
¿Cómo se llega a un cambio de paradigma si no es un proceso estrictamente dependiente del número de evidencias en contra o a favor? Los cambios de paradigma se producen si hay una acumulación de anomalías que afectan a sus propios fundamentos o si las anomalías son suficientemente relevantes en relación con necesidades sociales apremiantes. En todo caso, qué tipo de factores resultan eficaces finalmente para hacer que los científicos cambien de paradigma es algo que atañe, dice Kuhn, no a las evidencias, sino a la psicología y a la historia.»
Saludos
Abel Novoa
No podemos seguir esta secuencia con el formato de “comentarios yuxtapuestos», a propósito de un caso. Como diría Gabriel Celaya, “estamos tocando el fondo” y la cuestión requiere y merece una deliberación “in extenso”. Esta vez ha sido a propósito de la homeopatía, pero el debate epistemológico –agazapado detrás de cualquier acto médico– emerge a cada paso como una surgencia, obligado por su propio peso a salir a la palestra. No se trata de algo exótico o friki, sino del fundamento de la acción; de algo “necesario como el pan de cada día/como el aire que exigimos trece veces por minuto, /para ser y en tanto somos… –volviendo a Celaya–. Algo que debería propiciarse en las aulas de nuestras facultades con el mismo talante con el que se ha incorporado a este blog.
Alguien dijo que son tiempos de crisis aquellos en los que hay que demostrar lo evidente. Quien lo dijo, seguro que no calculó que el término evidencia iba a traer más confusión a nuestra concurrida “torre de Babel”. La controvertida relación entre la visualidad y la verdad. Como bien ha recordado Abel, la “buena nueva” es que no existe la Verdad –con mayúscula–, ni lo objetivo –por mostrarse metafísicamente imposible–. Lo dicho no presupone que todo sea Mentira –con mayúscula–, por no poder ser sino del “color del cristal con que se mira”. ¡Siempre la mirada!
Deseo y necesito pensar que esta crisis será la antesala del cambio de paradigma, un paradigma integrador y bien articulado. Me baso en lo anterior porque demuestra que la deliberación –acción de sacudir el árbol para que caigan los frutos– es posible, fecunda e, incluso en un tema tan controvertido, puede ser respetuosa. Me siento muy satisfecho por haber tenido la oportunidad de participar y felicito y agradezco a Abel y a Gonzalo tanto el contenido como el tono de sus aportaciones. «Solo el que busca puede ser hallado» –F. Stier–
Un saludo,
Blas Coscollar
Pues totalmente de acuerdo con ese otro post del mapa y el territorio abel…
Ya no iba a decir nada más pero si alguien habla del mapa y del territorio es fácil que me vea metiendo baza casi sin querer.
Con el enunciado de “el mapa no es el territorio” o “el nombre no es la cosa nombrada”, Korzybski aludía a la imposibilidad última de conocer la realidad de “ahí fuera” …Es fácil ver las implicaciones que eso tiene también en ciencia.
Bateson hablaba de la «diferencia que marca la diferencia» y diferencias son las informaciones que transmitirían los mapas..
Pero dando una vuelta de tuerca más, el gran físico, matemático y epistemólogo Von Foerter concluye lo contrario: sí, “el mapa es el territorio” sencillamente porque no tenemos nada más. Sólo tenemos mapas. No podemos conocer (ni tan siquiera saber) si hay un “ahí fuera”. La enunciación epistemológicamente correcta sería entonces: “el mapa del mapa no es el mapa del territorio”.
Esto nos sigue llevando por las alturas filosóficas, es cierto, pero cuando me hablan desde ese plano de la Verdad y la Objetividad (respecto de la homeopatía que es ahora nuestro asunto) no me queda más remedio que sonreír.
Ahora bien yo también pienso que hace falta, aunque sea operativamente, algo a lo que agarrarnos para hablar de “ciencia” y de “científico”. Y acepto pulpo como animal de compañía. Pero incluso dentro del paradigma convencional en el que nos movemos me pregunto el porqué esa visceralidad contra la homeopatía que no veo en ninguna otra de las llamadas “terapias no convencionales”… Y no imagináis, por ejemplo estos días, cuantos insultos (personales)… ¿O sí? Hasta nuestro jefe (omc, jaja) que debería protegernos (porque somos médicos colegiados) se permite descalificarnos no ya en nuestra ciencia sino en nuestra ética!! …Creo que eso no pasa ni en el gremio más dejado de la mano de dios…
Los motivos de esas reacciones son diversos y no voy a detallarlos para no aburrir pero hay uno que, ya que estamos en este contexto, destacaría: en este cambio de paradigma (Khun) en el que, en mi opinión, estamos inmersos y cuyo proceso durará mucho tiempo (como todos los cambios) la homeopatía toca alguno de los paradigmas convencionales y, como ya he comentado más veces, a la gente no le gusta que le toquen los…paradigmas!
Por ejemplo a los autores de este magnífico blog les preocupa sobremanera la cuestión de la medicalización de la sociedad. Dan muchas razones para ello como la mala praxis profesional, la codicia de la industria farmacéutica y sus diversas artimañas, etc. Todas ellas son ciertas…Pero ya que estamos en el plano epistemológico yo creo que deberían empezar a pensar en otro factor mucho más básico y que actúa por debajo de todos los demás…
La medicalización excesiva no es una perversión de la teoría médica. La medicalización excesiva está inserta históricamente en el paradigma de la medicina convencional predominante en occidente, está en sus genes Es la teoría y no su (mala) aplicación lo que falla… “Hay que dominar la naturaleza por los medios que sea, controlarla, explotarla, porque la naturaleza está al servicio del hombre..” viene a decir uno de los pilares de ese paradigma… Y de ahí se derivaron (y derivan) muchas consecuencias políticas y sociales… Y quienes practicamos esta medicina deberíamos saber que, nos guste o no, estamos contribuyendo a ese paradigma y sus consecuencias… Yo creo que por ahí va la verdadera cuestión…
Y la homeopatía no forma del todo parte de ese paradigma y viene a tocarnos los… nuestros. Pero bueno, esa es otra historia…
No sé qué hace un homeópata en un blog de ciencia. Se ataca la homeopatía porque es la única seudociencia médica que resiste en los moribundos colegios profesionales y la ley ampara aunque deseando largarla, como se ha hecho en otros países. Y no se trata de acabar con ella, sino de relegarla al lugar donde están las creencias: templos, sectas…
Líbrenme los dioses de lo que se puede esconder detrás de palabras con tanto dogmatismo, odio y autoritarismo, que de la homeopatía y otras cosas ya me libraré yo, si fuese el caso y lo estimase conveniente.
Por lo demás, felicidades a Abel Novoa por un artículo tan equilibrado y, además, gracias.
Intentos y hechos de censurar de censurar a otros sólo pruba que el movimiento pseudo escéptico es una estafa totalitaria. Suso, haciendo de la tuyas.
La tradición es muy sabia y los sabios trasmiten un conocimiento que no nos conviene olvidar. Tan simple como esto, sin mas consideraciones intelectuales las cuales aprecio mucho, pero también aprecio mucho lo simple
Juramento de Maimónides:
“La Providencia Eterna me ha encargado la misión de cuidar la vida y salud de sus criaturas.
A ella ruego que el amor por mi arte me fortalezca en todas las ocasiones; que nunca me desvíen de mis propósitos la avaricia ni la mezquindad, el afán de gloria o de gran reputación; que los enemigos de la verdad y la filantropía no puedan impedir mi animó de servir a sus hijos; que siempre vea en el enfermo una criatura adolorida.
Dame fuerza, tiempo y oportunidad para aumentar mis conocimientos y abjurar de mis errores.
Porque la ciencia es inmensa y el espíritu del hombre puede enriquecerse siempre con nuevas enseñanzas.
Que en el día de hoy descubra mis desaciertos de ayer y en el de mañana, vea con nuevas luces lo que hoy me parece seguro.
Dios mío: me has señalado la labor de vigilar la vida y la muerte de tus criaturas; aquí estoy, atento a mi vocación hasta que quieras llamarme a tu seno”.
Ni medicina ni terapia alternativa. Los profesionales de la salud deben despreciar estos sistemas acientíficos. Homeopatía, acupuntura, osteopatía, cromoterapia… solo hacen perder el tiempo y el dinero a los pacientes, desprestigiar a los profesionales serios que son condescendienres con ellos, así como a sus colegios profesionales (¡que desaparezcan ya!) y seguir creando falsas expectativas a la gente que confía en nosotros.
Soy farmacéutico y veo que todas estas seudoterapias solo sirven para aliviar falsas enfermedades creadas muchas veces por el seudoterapeuta que se lucra con ello, enfermedades leves autolimitantes como un simple resfriado, mortales como el cáncer o severas donde acompañan a la medicina científica, parasitándola.
Nada de tibieza ni condescendencia. No necesitamos de las prácticas «brujeriles» para que conozcamos mejores formas de tratar al paciente y obtener mejores resultados.
Saludos!
Tal vez exista un tercer elemento, El modo Inconmensurable o No Escalable-Medible de como se Autoregula el Cuerpo.
Ernst Rossi Psicologo de corte Eriksonuano, presenta unas de las muchas evidencias que hay por ahi.
Tiene un libro Gratuito:
Un dialogo Creativo con Nuestros Genes.
Una muestra formidable de la potencia de estos supuestos la tienen ustedes en España con la EVIDENCIA EMPIRICA grabada y disponible en Video por la Analgesia de la Noesiterapia del Dr. Angel Escudero.
Incluso se puede conseguir hablar con el y si quereis visitar una de sus cirugias noesiterapicas sin anestesia quimica.
Asi, habria de menos, como en el termino inglés Missindersatnding, «Pobre» Biomedicina y «Pobre» Homeopatia.
El permiso de la Homeopatia deberia de usar como un modo de posible «Jurisprudencia», derecho de usar la Homeopatia y las Terapias Mágicas Alternativas, comparandola con el uso de mas de un siglo del metodo UTIL Y ESTANDAR de Fabricacion de Amoniaco que acaba de ser «Un poco comprendido» y generado un premio Nobel por esa Un Poco Comprensión o Disminución del Miss en el Missunderstanding de como se hace Amoniaco sin Saber «COMO Se Hace» el Amoniaco cuando se Fabrica el Amoniaco.
La falta de Etica en el interés por el avance de la ciencia empirica, donde se dé,
Entendiendo basada en resultados empiricos contrastables como los homeopaticos mas tan «Missunderstandingeados» como con el Amoniaco…
Un pseudo cientifico u Cientifico Mainstreemero o Nature o el Royal X o Y College…
¿Por que no pidió que dejaran de producir Amoniaco hasta que se sepa que exacactamente como funciona el procedo Haber?
https://lacienciaysusdemonios.com/2013/03/08/la-sntesis-del-amoniaco-ii/
Pues seria Estuuupido!
Asi de estupido es abandonar la Homeopatia o la Hipnosis Eriksoniana que estan buen demostradas en su EMPIRISMO…
Aunque no se sepa como funciona «A ciencia Cierta» la Homeopatia o la Hipnosis Eriksoniana o la Sofroligia o la Noesiterapia o el Par Biomagnético Descubierto por el Dr. Issac Goiz Durán.
…
Srs. Si no quiere comer cosas cultivadas por procedos «PseudoCientificos» trate de comer frutas y vegetales que no sean cultivados con fertilizantes industriales base Amoniaco Haber-Bosch.
Si no, sea Empirico, Sea Cirntifico… use lo que funcione aunque usted no sepa como funcione…
Asi como no sabemos cómo somos Como Seres Biologico Genéticos….
Asi como no sabe dinde habita en su cerebro o cuerpo la Conciencia…
Entonces… sea cientifico!!!
No lo Use!
Asi como lo hacen muchas personas… aunque creen que lo usan Cientificamente.
Un Abrazo!
No entiendo por qué la homeopatía no puede ser financiada con fondos públicos si la «mala ciencia biomédica» -yo la llamaría la ciencia biomédica a secas- es financiada por todos los sistemas públicos de todos los países occidentales, sean estos desarrollados o emergentes. Si hay una «mala ciencia biomédica» es porque existe una buena. La buena no se sabe muy bien dónde está. De cuatro médicos solo uno es capaz de escucharme cuando hablo, no me trata como un cacho de carne y logra solucionarme el problema que tengo. ¿Es efectiva la ciencia biomédica tradicional? Y… mas o menos. A veces si, a veces no. Tampoco tanto como nos han hecho creer. A veces me pregunto si no encuentran la cura contra el cáncer, porque no pueden o porque no quieren. Yo soy de las que dudan. Por otra parte, la realidad es que la ciencia no es buena ni mala, es conocimiento sistematizado. La realidad también, es que la «mala ciencia biomédica» tampoco es ciencia, no se engañe: si los medicamentos son aprobados para su prescripción por presiones a los gobiernos, con las industrias farmacéuticas comprando médicos con viajes y otros delicias, forzando datos para que los resultados sean convenientes a algún interés -económico o narcisista, lo mismo es- no me venga con que eso es una ciencia mala. De ciencia no tiene nada, llame a las cosas por su nombre y no confunda a los incautos tratando de salvar el pellejo de la corporación médica, en general, que bastante devaluada está. La mala ciencia biomédica, no tiene nada de ciencia, sin embargo, es la «ciencia» que prima en todos los sistemas públicos. Y si no es exactamente así es la percepción que el paciente tiene de la ciencia médica tradicional. ¿O por qué cree usted que el 50% de los españoles creen en medicinas alternativas? Si al puro interés económico insisten en llamarle «mala ciencia», yo insistiré en llamar a la homeopatía «medicina alternativa.»
Mi punto de vista: no financiar con fondos públicos ni las mamografías (no reducen mortalidad por cualquier causa) ni la homeopatía (agua + azúcar, se puede hacer en casa por 10x menos dinero o se puede hacer algo más placentero como comer turrón).
Saludos.