Escribe el catedrático de cirugía Antoni Sitges- Serra sobre metaciencia:
«La metaciencia es una higiénica actividad intelectual que persigue una juiciosa y crítica reflexión sobre la ciencia y la investigación tal como se practica en nuestros días. Una reflexión que abarca un amplio espectro de temas relacionados con la calidad de la ciencia y de las publicaciones resultantes. También entiende de fraude, plagio y del coste beneficio, es decir, de la relación que se obtiene entre las inversiones que se realizan en ayudas a la investigación y las ventajas que esta ofrece en términos de calidad de vida, equidad y justicia»
Justifica la necesidad de esta meta-reflexión sobre la ciencia biomedica por varias razones:
1- El exceso de publicaciones, muchas de mínima calidad, como las de las revistas open acces «a la búsqueda de las sobras de todo aquello que no alcanza una calidad suficiente para ser incluido en revistas solventes, a modo de outlet de artículos tarados»
Las causas de esta inflación de artículos son para Sitges-Serra «casas editoriales deseosas de mejorar el negocio, investigadores que tratan de acumular la ristra artículos que les permitirá promocionarse, periodistas a la caza de algún titular sensacionalista y un vasto aparato administrativo que vive, literalmente, de la investigación que hacen otros.»
2- Demasiada mala ciencia
«la calidad de la investigación que se hace, medida de acuerdo con un baremo de originalidad, es realmente penosa»
La autoregulación ética de los investigadores y otros controles están fallando. Afirma Sitges-Serra:
«Lógicamente, este tipo de afirmaciones molesta a los apóstoles de la ciencia que en sus escritos divulgativos suelen citar como ejemplo de cordura y buen hacer la autoexigencia del científico cuando, en la vida real, ésta deja mucho que desear. Y no hablemos de fraude o plagio que son losas que siguen pesando sobre el prestigio de la ciencia.»
3- La ciencia biomédica está dejando de ser un instrumento de progreso y bienestar para las sociedades:
«la preocupación sobre el decreciente impacto de la investigación sobre el bienestar social que, en la actualidad, depende mucho más de la geopolítica y de los milenarios jinetes de la apocalipsis (guerras, plagas, hambrunas) que de la investigación biomédica, al menos a escala planetaria»
Se pregunta el autor cuestiones bien relevantes:
«¿Estamos investigando aquello que realmente castiga a la humanidad?¿Cuáles son los problemas reales, no imaginarios, en el campo de las ciencias aplicadas?¿Debe limitarse la inversión pública en áreas que aunque prometan negocio poco tienen que ver con el bienestar?¿Está la ciencia hoy realmente al servicio del progreso social o es más bien un pilar del capitalismo más agresivo?»
4- La capacidad perturbadora de los interese económicos para sesgar y manipular la ciencia:
«el estímulo de la industria para generar papel sobre sus productos para conseguir promoción y pruebas con las que convencer al regulador y los potenciales clientes. Existe ya una extensa literatura sobre la cuestión que ha señalado repetidamente el sesgo y la cuestionable honestidad de buena parte de las publicaciones relacionadas con la introducción de nuevos fármacos o de nuevas tecnologías. Se muestran los resultados más esperables y se ocultan los inesperados que pueden cuestionar la eficacia o la seguridad de tal o cual innovación (sesgo de selección)»
Una de las consecuencias más preocupantes de los fenómenos que analiza la literatura metacientífica («publicacionitis», sesgos metodológicos y en la divulgación, ciencia comercial y conocimiento irrelevante) es que, como dice el autor y nosotros ya hemos señalado, se está desperdiciando hasta el 85% de todos los recursos dedicados a investigación biomédica.
Recordábamos que esta desgarradora realidad ha tenido respuesta institucional, aunque escasa. En una serie de artículos del Lancet se han propuesto diversas medidas para evitar seguir desperdiciando los recursos dedicados a investigación
En el Editorial que presentaba la serie, podíamos leer los objetivos del esfuerzo:
«Nuestra creencia es que quienes financian la investigación, las sociedades científicas, los docentes de escuelas y universidades, las asociaciones médicas profesionales y las editoriales científicas (y sus editores) pueden usar esta serie de artículos como una oportunidad para examinar en profundidad por qué están haciendo lo que hacen -el propósito de la ciencia y la comunicación de la ciencia- y si están aportando el mayor valor posible al tiempo y dinero invertidos en la ciencia»
Merece la pena releer las medidas recomendadas y que ya estaba implementando la agencia de financiación de Inglaterra (NIHR)
Esta semana sabemos que la revista Gaceta Sanitaria se ha aliado a un grupo de instituciones que tienen reformas en marcha en relación con esta iniciativa.
El proyecto al que se ha llamado REWARD ((REduce research Waste And Reward Diligence)
Como afirman los editores de Gaceta:
«En el panorama actual de restricción presupuestaria, los/las profesionales de la sanidad y de la investigación tenemos la responsabilidad no solo de avanzar en el conocimiento en ciencias de la salud, sino también de hacerlo de manera escrupulosamente eficiente»
Gaceta expone las claves:
«Se maximiza el potencial de investigación cuando: 1) se establecen las prioridades correctas de la investigación basadas en el conocimiento existente; 2) se utilizan metodologías de investigación que maximizan la validez de los resultados; 3) se ponen a disposición los informes de investigación completos, incluidos los datos de base y los programas; y 4) se proporciona información sobre el contexto, las barreras y los facilitadores encontrados.»
Bienvenida la iniciativa, felicidades a Geceta y animamos a otras instituciones a sumarse a esta más que necesaria iniciativa
Como dice Sitges-Serra,
«la metaciencia está aquí para quedarse y esperemos que ayude a mejorar la calidad de la investigación científica, a ahorrar y racionalizar los recursos que se destinan a este fin, y a proponer estudios más eficaces y más próximos a las necesidades reales de los ciudadanos»
Es interesante observar el esfuerzo de algunos en la descripción minuciosa del PROBLEMA. Y así es, la medicina tiene un grave problema, del que no sabe cómo salir. En mi opinión, aunque se apuntan diferentes causas, estas no son más que partes del mismo problema. En consecuencia, las soluciones a estas supuestas causas no tienen sentido en la práctica. Son inviables porque se basan en un razonamiento tautológico. Es como decir que la solución de un problema consiste en solucionar el problema.
Es un empeño circular que nos aleja de sus causas últimas y genuinas. Y estas, de no ser eliminadas, ni tan siquiera mencionadas, nos condena a la perpetuidad del problema. Como de hecho está ocurriendo.
Las causas, aunque nos cueste reconocerlo, son la inmoralidad, cuando no directamente la maldad, de nuestra condición humana. Auténticos ingredientes de nuestra animalidad. Si, es inmoral anteponer los intereses propios al bien de la comunidad, y es una maldad dañar con plena conciencia de ello.
Y si estas son las causas últimas, no existe mas que una solución, la que siempre ha existido para este problema: EL CASTIGO. Efectivamente, el castigo social y, porqué no, el penal. En realidad la causa está en nosotros, en todos nosotros. Una sociedad sin principios ni valores comete estas (y otras) aberraciones. Pero las raíces del mal son ya muy profundas y, sinceramente, no veo la forma de frenar de forma controlada la caída libre. Al final, pasará como siempre a lo largo de la historia, será necesaria la participación de un catalizador: el DESASTRE final.
https://www.milbank.org/quarterly/articles/mass-production-redundant-misleading-conflicted-systematic-reviews-meta-analyses/