El parto libre es una opción de renuncia a mucho del desarrollo científico-técnico médico y, al tiempo, lo denuncia haciendo prevalecer valores personales que no se suelen respetar. En su estudio conviene evitar los prejuicios y escuchar a las mujeres que lo eligen, que no suelen ser ni ignorantes ni desorganizadas.
Si queremos evitarlo, el problema es del “sistema”, que tiene que cambiar eliminando el discurso del miedo y de la medicalización. El hospital no es el mejor lugar ni para nacer ni para morir y tiene su uso racional, como todo recurso médico.
Introducción
«Cuando llegué al hotel ya supe que estaba de parto. No había otra explicación porque ni siquiera podía ponerme de pie. Estaba en un país extranjero donde nadie habla inglés, no tenía el número de emergencias de este país y no sabía qué hacer. Así que me puse en modo millennial y busqué qué hacer en YouTube. Y ahí estaba, sola en una habitación de hotel buscando cómo dar a luz a mi bebé», escribió Tia Freeman. «Es extraño lo mucho que se concentra una cuando empieza a subir la adrenalina. En ningún momento me volví loca. Simplemente hice lo que tenía que hacer, como diciendo ‘demos a luz este bebé». De manera que Freeman se encerró en su habitación, llenó la bañera de agua tibia y se metió en ella. Allí dio a luz. Con el niño ya en brazos, buscó también información de cómo debía cortar el cordón umbilical y lo hizo utilizando los cordones de sus zapatillas, que esterilizó previamente en un hervidor para infusiones que tenía en la habitación del hotel”.
Esta experiencia del primer parto de una mujer sana de 22 años, sin consideraciones acerca de las alternativas prácticas y de problemas éticos y legales, es simbólica respecto al parto libre (“free birthing”). No es exactamente ejemplo, pues en el parto libre hay una decisión y una filosofía largamente meditadas que llevan a la planificación del parto fuera del circuito institucional representado por la ayuda profesional reglada.
Exactamente, en países en los que existe atención organizada profesional al embarazo y parto, el parto libre es una renuncia:
«a planned homebirth that the parents arrange to be intentionally unattended by any registered midwife or obstetrically trained registered professional’ (“un parto previsto en domicilio en que todo se organiza para evitar la presencia de profesionales legalmente autorizados en atención a partos”)
Se puede leer una experiencia personal de parto libre aquí y en español se puede leer sobre la cuestión en el link de la imagen y aquí
El parto libre como opción
El parto libre ha existido siempre, pero su frecuencia se está incrementando en países como Australia, Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Holanda, Reino Unido y, Suecia. Por ejemplo en Londres en 2017 hubo al menos 200 partos libres
Si una mujer opta por un parto por cesárea, sin justificación médica, su decisión no se ve como ilegítima ni se le acusa de ignorante y/o irresponsable. Y, sin embargo, es una opción en contra de la seguridad pues la cesárea conlleva más riesgos y daños que el parto vaginal.
En la misma lógica, si un parto en el hospital acaba con intervenciones innecesarias tipo partos inducidos e intrumentales, uso rutinario de la monitorización fetal y de las episiotomías y de la anestesia epidural, etc, a nadie se le acusa de irresponsable y/o ignorante, pese a que estas prácticas, cuando innecesarias, sean opciones contra la seguridad.
En general, los profesionales sanitarios “comparten decisiones” (son menos paternalistas) si las pacientes expresan deseos y preferencias que coinciden con las suyas y responden mejor a las peticiones de más intervenciones que de menos intervenciones en el parto
De hecho hay escasa transparencia acerca del uso razonable y del innecesario de dichas prácticas
Dado el rechazo, la hostilidad, la incomprensión y el sensacionalismo que genera el parto libre invitamos a quien nos lea a escuchar a las mujeres que optan por el mismo dejando aparte la repulsa que puedan justificar con razones científicas, éticas, ideológicas, profesionales y sociales.
En este texto sintetizamos los resultados de varios estudios cualitativos, de entrevistas a mujeres con experiencia personal en parto libre en Australia, Canadá, Estados Unidos, Finlandia, Holanda, Irlanda, Reino Unido y Suecia
https://www.midwiferyjournal.com/article/S0266-6138(11)00181-1/abstract
https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/27055760
https://www.midwiferyjournal.com/article/S0266-6138(16)30010-9/abstract?code=ymidw-site
http://clok.uclan.ac.uk/12213/
https://bmcpregnancychildbirth.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12884-017-1621-0
https://www.magonlinelibrary.com/doi/abs/10.12968/bjom.2016.24.3.181
Razones en positivo (¿“por qué sí?”)
- El embarazo y el parto son situaciones fisiológicas para las que está preparada perfectamente la mujer, por instinto y naturaleza, lo que hace redundante la presencia de profesionales
- La experta en mi cuerpo soy yo, que sabe cómo transformar esta experiencia vital en algo espiritual y mágico, casi religioso
- Las modificaciones físicas, bioquímicas, culturales, emocionales, espirituales, psicológicas y sociales de cada embarazo y parto son experiencias vitales únicas e irrepetibles que hay que disfrutar a fondo
- Quiero autonomía, control y privacidad de mi parto, llevarlo a mi ritmo, en mi hogar, con mi familia y amigos, para convertirlo en una celebración de la vida
- Mi parto es mío, sin más
- El parto en casa sin ayuda profesional reglada es mejor y más seguro al darse en las circunstancias y condiciones apropiadas
- La experiencia del parto libre se fundamenta en mi auto-confianza femenina, de mujer fuerte e independiente, y la incrementará pues soy mujer capaz de organizar todo lo necesario, incluso de prever dificultades, riesgos y soluciones en caso de emergencia
Razones en negativo (“¿por qué no?”)
- Horror ante la violencia obstétrica casi omnipresente en todos los partos
- Deseo de no ser humillada ni ser convertida en un cacho de carne, en un puro vientre
- Evitar estar lejos de familiares y amigos, del hogar y de la comunidad
- La simple presencia de profesionales cambia el parto por sus continuas interferencias y su formación de “miedo a las complicaciones” y de “aversión al riesgo” tanto en forma de lenguaje verbal como no verbal, con gestos y actitudes, lo que conlleva coerción que condiciona el devenir del parto
- -Los profesionales sanitarios no tienen mayor conocimiento que la mujer respecto a lo personal en cada caso, “saben de lo general pero no de lo particular” y ni saben ni quieren respetar culturas e individualidades
- El modelo biomédico de atención al embarazo y al parto no tiene fundamento científico y es más inseguro que el parto libre
- El hospital es un lugar peligroso donde se suele hacer “de más” y donde la atención está tan fragmentada que es difícil saber quién es responsable de qué (¡y quién es quién!)
- El parto en casa no está incluido en el sistema público, o requiere cumplir con demasiadas condiciones
- El discurso biomédico atemoriza tanto que llega a producir anestesia pues “todo” es peligroso y malo en el embarazo y en el parto
- Incluso en casa, el personal profesional siempre impone sus opciones y coarta mi libertad; no se me escucha y mis preferencias y deseos se juzgan casi siempre como improcedentes y de riesgo
- Los protocolos y las normas profesionales para evitar riesgos casi siempre ponen a la institución y a los profesionales por delante de la madre, y a esta por detrás del bebé, llevan a intervenciones innecesarias y buscan evitar reclamaciones judiciales, no el bien en sí para madre y bebé (lo llaman “medicina defensiva”)
- Falta de confianza y fe en profesionales y en el sistema sanitario en general
- El trauma obstétrico no es sólo físico y el daño psicológico de la violencia obstétrica dura años y a veces toda la vida
¿Cómo se preparan las mujeres para el parto libre?
En muchos casos la decisión se toma tras experiencias previas desagradables y dolorosas de seguimiento de embarazo y/o parto con violencia obstétrica, bien en propia persona bien en persona ajena, en general del círculo familiar y/o de amistades. A veces es una decisión más genérica, de crítica y rechazo del modelo biomédico que se percibe como engañoso y peligroso.
En todo caso se llega al rechazo “del sistema” y se buscan opciones fuera de él, lo que lleva al parto libre. Tras la toma de decisión se dedica mucho tiempo a acumular conocimiento sobre el parto en general y el parto en casa por libre, y al tiempo se impone un fortalecimiento físico y psicológico de preparación ante el acontecimiento. Finalmente se establece un plan pormenorizado sobre todas las circunstancias previsibles, incluso sobre las complicaciones. En general se oculta todo ello y se mantiene sólo en un círculo de confianza pues, aunque el parto libre no está prohibido si genera hostilidad, incomprensión y rechazo
¿Qué aprender del parto libre?
El discurso biomédico es muchas veces arrogante, ignorante y medicalizador y la población está perdiendo la confianza en el mismo, y en los profesionales sanitarios. El parto libre es una denuncia de una atención obstétrica protocolizada y de “aversión al riesgo” que convierte experiencias apasionantes en calvarios inclementes.
Por ello conviene:
1/ transformar el discurso y práctica del riesgo y del miedo para que el embarazo sea un “estado de buena esperanza” y el parto una “experiencia preciosa”,
2/ respetar a la mujer y sus preferencias, sin enjuiciar ni atemorizar,
3/ tener una actitud personalizada, flexible y amable, no burocrática ni anclada en protocolos,
4/ facilitar sin prejuicios el relato y la escucha, especialmente en lo que se refiere a planes “fuera del sistema”
NOTA
Con este texto los autores no promueven el parto libre sino la escucha de los relatos de las mujeres que lo eligen para aprender sobre las mejoras necesarias del sistema sanitario. En conjunto se trata de desmedicalizar una parcela clave de la vida.
Juan Gérvas y Mercedes Pérez-Fernández, médicos, Equipo CESCA, Madrid, España
Cualquier día, alguien nos explica en nogracias toda esta historia moderna sobre el «agua cruda», no para promover su consumo, advertirá el autor, sino para «escuchar los relatos de las personas que la consumen para aprender sobre las mejoras necesarias del sistema sanitario».
Posteriormente, aparecerá la Monja Forcades para lo mismo en relación con el MMS.
Y si no, al tiempo….
Es usted «arrogante, ignorante y medicalizador y la población está perdiendo la confianza en» gente como usted «y en los profesionales sanitarios».
Cuando se sabotea el debate, la ciencia deja de ser ciencia y deviene dogma totalitario.
Por cierto, ¿cuántos como éste se dan en hospitales?
https://youtu.be/jxB9mnKYr4M
Os veo, os leo, a los dos en plena forma!!