Hilda Bastian es una autora de reconocido y merecido prestigio. Ha abierto una debate sobre la ideología en la ciencia que merece la pena continuar porque es valiente aunque confuso conceptualmente. En su último texto sobre la Crisis Cochrane -que lamentablemente ha acabado con la expulsión definitiva de Peter Gøtzsche y la dimisión de casi la mitad de los miembros del Consejo de Dirección- explica por qué en sus últimas entradas al respecto ha estado utilizando palabras como «extremismo» y «fanatismo».
Cita Bastian al politólogo Joel Olson que publicó en 2007 un ensayo titulado «La frescura del fanatismo: la defensa abolicionista de los zelotes«:
«El fanatismo es una actividad practicada no tanto por los temperamentos perturbados como por las colectividades que trabajan para transformar las relaciones de poder creando un «nosotros» en la lucha contra un «ellos» y presionando a los que se encuentran en medio para que elijan un bando. En consecuencia, el fanatismo es una actividad política, impulsada por una ardiente devoción a una causa, que busca trazar líneas claras a lo largo de una dicotomía de amigos/enemigos con el fin de movilizar a simpatizantes y moderados al servicio de esa causa….»
La antítesis del fanático sería para Bastian el moderado que «niega las distinciones entre nosotros y ellos». Hilda señala que las «tácticas disruptivas» extremas suelen ser utilizadas por los fanáticos para «enchufar energía a los movimientos sociales y forzar que las élites tengan que negociar con elementos más moderados».
Por eso:
«El fanatismo suele surgir cuando un movimiento se estanca en su lucha con las élites»
Bastian da a entender que el movimiento crítico con la influencia de la industria y los intereses económicos en el conocimiento biomédico, estaría perdiendo la batalla contra las farmacéuticas y habría adoptado posiciones extremas para intentar recuperar terreno.
La movilización de algunas de estas iniciativas en defensa de Gøtzsche (entre las que cita a NoGracias o David Healy; se olvida de los cuatro miembros dimisionarios de la Junta y de Richard Smith, otro reconocido fanático) serían parte de una estrategia «disruptiva» diseñada por extremistas con objetivos políticos e ideológicos.
Hilda Bastian nos enseña cuál sería la posición moderada:
«Algunos se preguntan: ¿cuánto de cerca de la industria es demasiado cerca para la Colaboración Cochrane? Una pregunta importante. Pero hay otra que es más relevante para la situación actual: ¿cuánto de cerca se puede estar del movimiento anti-industria que exagera e inventa problemas sobre medicamentos y vacunas?
Bueno esta es toda una declaración de equidistancia.
Hilda Bastian cree que lo que la Cochrane ha pretendido hacer expulsando al danés rebelde es poder re-situarse como organización de conocimiento en un espacio más moderado y, así, alejarse de las posiciones extremistas a las que se estaba viendo arrastrada por el incontrolable Peter Gøtzsche y otros personajes (fanáticamente) críticos con el conocimiento sesgado que se genera en el actual sistema de I+D.
La Cochrane quiere que el conocimiento biomédico sea más moderado.
Pero ¿existe un conocimiento moderado en ciencia?
Por poner dos ejemplos: Tom Jefferson, el (fanático) amigo de Gøtzsche que desveló de manera «disruptiva» la ocultación de las evidencias detrás del Tamiflu ¿no podía haberlo hecho más moderadamente? Tipo, «alguien ha sido traviesillo y ha ocultado algunos ensayos clínicos para evitar que gobiernos y profesionales sigan confiando en el paracetamol para tratar la gripe».
Carl Heneghan es otro ejemplo: ha criticado como si de un (furioso) zelote se tratara la mala ciencia que sustenta la utilización emergente de los nuevos anticoagulantes y ha pedido (fanáticamente) prudencia en su utilización hasta que no tengamos mejores ensayos clínicos. ¿No se puede pedir prudencia de una manera más prudente?
Bastian tiene un lío epistemológico extraordinario y confunde, ahora sin ironías, mensaje con mensajero, conocimiento con investigador. El investigador puede estar personalmente a favor o en contra de la industria, pero eso no es relevante.
Por ejemplo, el Dr. Baselga parece bastante a favor de la industria; pongamos que Gøtzsche está en contra cuando opina que las farmacéuticas se comportan como «el crimen organizado». Lo que debemos juzgar es el conocimiento que produce Baselga en sus ensayos clínicos, conferencias o artículos de opinión, no sus simpatías políticas con el libre mercado o el liberalismo. De igual modo, debemos juzgar el conocimiento que sintetiza y evalúa Gøtzsche, no su personalidad o ideología afín a movimientos anticapitalistas (si es que esto es cierto, que lo dudo).
El propio Baselga pedía en el NYT que se separara entre sus conexiones comerciales con la industria y la calidad del conocimiento que ha producido o difundido:
«Aunque he sido inconsistente con las revelaciones de mis conflictos de interés y reconozco este hecho, eso está muy lejos de comprometer mis responsabilidades como médico, como científico y como líder clínico.»
¿Es sólido el conocimiento que ha producido Baselga? Puede serlo, por supuesto. Pero la declaración de conflictos de interés se ha convertido en un estándar en la actividad científica: eso no significa que un científico que declare sus conflictos produzca siempre buen conocimiento ni que otro que no lo hace produzca siempre mala ciencia. Hemos dicho muchas veces que la declaración de conflictos de interés es una salvaguarda débil (ver comentario de Vinay Prasad) de la calidad del conocimiento pero, hoy en día, es un estándar de mínimos tan importante como para que Baselga haya tenido que dimitir de sus responsabilidades en el Sloan Center.
¿Es sólido el conocimiento producido por Gøtzsche? Puede serlo… o no. Eso es lo que se debe analizar, criticar, evaluar.
No hay conocimiento fanático o moderado.
Hay conocimiento sólido o frágil, dentro de un determinado «marco de análisis».
Esto es importante: el marco de análisis
Por supuesto, no defendemos la pureza ideológica del actual método hegemónico de verificación de hipótesis utilizado en biomedicina; pero ese es otro debate. La crisis de la Cochrane es una mera controversia intraparadigmática, es decir, siguiendo a Kuhn, un debate de «ciencia normal».
Baselga, Gøtzsche o Bastian son todos científicos que desarrollan su trabajo en el mismo marco de análisis o, en términos epistemológicos, el mismo paradigma positivista, reduccionista, patriarcal y simplificador. Ninguno impugna realmente el paradigma aunque Gøtzsche y Bastian han desvelado muchas de sus anomalías.
Por eso nos parece que Bastian confunde, además de mensaje con mensajero, controversias científicas con crítica epistemológica.
La primera es la que se realiza dentro de un mismo marco y, por tanto, no pone en duda sus principios rectores y metodológicos; no hay debate filosófico o político profundo en Cochrane sino sobre reglas y gobernanza.
La crítica epistémica sí es más conflictiva desde el punto de vista filosófico o político pero ni Gøtzsche ni Bastian ni los directores de la Cochrane la están planteando.
Funtowitz o Ravetz sí lo hacen y por eso sus propuestas son mucho más radicales que las de Gøtzsche.
Es decir, lo que Gøtzsche y otros (fanáticos) denuncian debe ser evaluado por la consistencia de los datos que aportan no por el análisis de su personalidad. Ni siquiera Bastian niega la prevalencia de sesgo comercial en el conocimiento biomédico:
«El problema que los críticos con la influencia de la industria tratan de resolver es grave. La influencia de la industria en la investigación sanitaria, las directrices de la práctica clínica, las decisiones clínicas y la información de los pacientes es generalizada, y actuar conforme a estos intereses es contrario a la salud pública y a los pacientes. El sesgo de la industria puede conducir a resultados de investigación poco confiables.»
Pero, en su afán por ser moderada, asume Bastian que, aunque no haya estudios, el sesgo anti-industria también produce daños:
«Sin embargo, aunque no creo que nadie lo haya estudiado, lo contrario -el sesgo antiindustrial- también podría hacer que la investigación fuera poco fiable, por los mismos mecanismos: la selectividad en las preguntas o los métodos y la forma de presentación de los informes»
Esta es una conclusión especulativa: el daño del sesgo comercial cuenta con pruebas más que de sobra; el daño del sesgo anti-industria es una hipótesis no demostrada.
Eso es lo que hay que analizar: la solidez de las conclusiones y las pruebas que las apoyan.
Gøtzsche basa sus críticas en datos; Bastian en opiniones.
¿Quién es el moderado?
CONCLUSIONES
(1) El problema en Cochrane no es epistémico sino reglamentario: la expulsión de Peter Gøtzsche no ha sido suficientemente argumentada desde este punto de vista
(2) Hay evidencias más que de sobra sobre el daño de los intereses económicos e industriales en el conocimiento biomédico. Gøtzsche no es el único que lo ha denunciado y son múltiples las iniciativas que la medicina como institución ha puesto en marcha para tratar de controlarlos: la declaración de conflictos de interés, es una de ellas, y no la más eficaz.
Es mejor evitar los conflictos que tener que declararlos pero eso es algo que Cochrane ha decidido no imponer a sus revisores.
(3) En la actualidad no es posible, desde el punto de vista de los datos objetivos, equiparar el daño del sesgo comercial con el daño del sesgo anti-industria. Hacerlo no es riguroso científicamente y por eso la equidistancia de Bastian es una posición especulativa, sesgada y, obviamente, no neutral.
(4) No existe conocimiento moderado. El conocimiento, dentro de un paradigma, es sólido, está bien argumentado y apoyado por evidencias empíricas, o es especulativo. En la actualidad las denuncias del radical de Gøtzsche y otros zelotes están más sólidamente justificadas que las de Hilda Bastian y otras personas razonables y moderadas. Sus personalidades o ideas políticas no son relevantes en este análisis.
(5) Las críticas de los fanáticos y zelotes como Gøtzsche no son anti-industria sino anti mal-conocimiento. La inmensa mayoría de los radicales ideologizados que defendemos a Gøtzsche no tendríamos nada contra una industria que ganara mucho dinero con productos seguros, efectivos y basados en un conocimiento sólido que permitiera su utilización equilibrada, oportuna y adecuada.
Un comentario de rthoratal texto de Hilda Bastian puede resumir algunas de las cosas que hemos dicho:
«Etiquetar a Gotzsche como «anti-industria» es algo que usted opina. Usted se presenta como una parte neutral, el árbitro justo en todo el calvario, cuando realmente es una colaboradora. Gotzsche no trabaja con etiquetas. Trabaja a partir de pruebas. Claro, llama a los investigadores corruptos y sesgados. Pero lo hace basándose en pruebas. Sus afirmaciones no son especulativas ni meras opiniones. Sus acusaciones pretenden explicar por qué la investigación está sesgada. A la gente le gusta tener explicaciones humanas. Cuando la investigación muestra que los observadores no ciegos exageran los efectos de los medicamentos en un 37% de promedio, parece totalmente apropiado explicar la causa de este resultado: que los investigadores están sesgados. Esta conclusión es lógica cuando esos mismos investigadores reciben millones de dólares de las empresas y no lo declaran, mientras publican un nuevo artículo científico cada dos semanas durante años en beneficio de esas empresas. Solo una colaboradora se negaría a llamar a eso corrupción.»
(6) La debilidad de Gøtzsche y de rthorat es precisamente dar el salto de la «crítica al conocimiento» a la «critica a la ética personal» de los que lo producen. Esto -el salto intraparadigmático de lo científico a lo ético- es justo lo que criticamos también de Bastian en su crítica a Gøtzsche. Tanto Gøtzsche como Bastian están equivocados en sus inferencias; al menos el primero especula con datos.
(7) El problema con el conocimiento biomédico es sistémico y no solo afecta al área médica sino a todas las demás áreas científicas. La búsqueda de soluciones tiene más que ver con instrumentos políticos, regulatorios y profesionales que con la persecución de corruptos, inmorales… zelotes, fanáticos o radicales.
Abel Novoa es presidente de NoGracias
Como siempre, excelente e interesantísimo artículo. Felicitaciones al autor del mismo. Querría comentar, sin embargo, que no estoy de acuerdo con la definición de «moderación» que se utiliza en ciertos pasajes del mismo. Parece que la moderación es la equidistancia entre una posición extrema y otra, como si el mdoerado no puede tomar partido en la discusión y situarse en la abulia y el arbitrio. El moderado puede (y debe) poseer una opinión propia, la cual puede incluso situarse en uno de los extremos de la discusión. Pero el moderado acepta las limitaciones de la veracidad de su opinión: critica pero acepta las críticas. Trata de desarticular la razón del contrario, mas no destruirla. Sabe que, como dijo Per Asperberg, «due to the nature of science, it is impossible to “prove” that something doesn’t work»(1).
Probablemente el problema de Gotzsche no ha sido su sesgo anti-industria: todos tenemos sesgos, aunque todos no tenemos conflictos de interés (y él no los tiene). Tampoco que sus críticas a la revisión sistemática de la vacuna VPH fueran inconsistentes o incorrectas (que, como bien explica Hilda Bastian, lo eran). Sin embargo, hasta aquí, no hay nada que diferencie a un Gotzsche de un moderado.
Probablemente Gotzsche tenía algo o mucha razón, pero sus formas le hicieron perderla. No ha criticado para construir, sino para destruir. No ha utilizado las vías que Cochrane ofrece para juzgar los trabajos de sus compañeros, y los ha puesto en el patíbulo de lo público, para mayor goze y beneficio de los pro-industria.
No lo expulsan de Cochrane por ser un radical epistemológico o un sesgado ideológico, sino por ser un mal compañero.
Existen los radicales moderados. Como ejemplo quisiera mencionar a Järvinnen, quien desde el cinismo y la calidad de sus trabajos, destruye ideas «preconcebidas» sobre los tratamientos antiosteoporóticos que tantos millones de euros cuestan (¿inutilmente?) a las arcas sanitarias (2).
1- Aspenberg P. Why do we operate proximal humeral fractures? Acta Orthop. 2015; 86: 279
2- Järvinen TLN. Osteoporosis: the emperor has no clothes. J Intern Med. 2015; 277: 662–673.
Parece que la contestación interna habla también de un problema de gobierno de la organización http://www.nogracias.eu/2018/10/06/la-red-cochrane-iberoamericana-pide-mejorar-gobierno-la-organizacion-asi-transparencia-participacion-una-revision-independiente-del-proceso-peter-gotzsche/. Gracias por el muy interesante comentario