El autor repasa y refuta las acusaciones realizadas por los directivos de Cochrane a Peter Gøtzsche relacionadas con sus afirmaciones sobre los daños y mala ciencia asociados a los psicofármacos.
Considera que la organización no está cumpliendo con su compromiso público de defender el pensamiento crítico y enfrentarse al poder económico de la industria farmacéutica y el corporativo profesional.
Recuerdo bien cuando conocí a Peter Gøtzsche. Estaba dando una charla en Copenhague relacionada con mi libro «Anatomía de una epidemia», en 2012, y durante el período de preguntas y respuestas, un hombre alto se puso de pie y habló sobre su deseo de investigar más a fondo la cuestión de los efectos a largo plazo de los fármacos psiquiátricos. Luego se presentó, y yo me fui esa noche sintiéndome muy satisfecho por lo que acababa de ocurrir.
Peter Gøtzsche, el director del Centro Cochrane Nórdico (Nordic Cochrane Center) y uno de los cerca de 80 científicos que habían fundado la Colaboración Cochrane (Cochrane Collaboration), iba a echar un vistazo más de cerca a la «base de evidencia» de los fármacos psiquiátricos. Esto fue precisamente lo que esperaba que sucediera cuando escribí «Anatomía de una epidemia». En ese libro, había expuesto el argumento de que una revisión exhaustiva de la literatura de investigación, que estaba compuesta de «evidencias» de muchos tipos, llevaba a la conclusión de que las drogas psiquiátricas, en general, empeoraban los resultados a largo plazo, y esto era cierto incluso para la esquizofrenia y otros trastornos psicóticos.
Esta era una idea muy controvertida y, ahora, aquí estaba un investigador, conocido por su habilidad y experiencia en la realización de revisiones sistemáticas de terapias médicas, prometiendo dirigir su atención a este mismo tema. Quizás refutara las conclusiones que yo había sacado, pero al menos había sido estimulado por la pregunta.
En 2013, Gøtzsche publicó su libro «Medicamentos que matan y crimen organizado: Cómo las grandes farmacéuticas han corrompido el sistema de salud». Parte de este libro se centró en la corrupción de la psiquiatría por parte de las grandes farmacéuticas y, en un capítulo final, escribió esto sobre los medicamentos psiquiátricos:
«Conozco algunos psiquiatras excelentes que ayudan mucho a sus pacientes. También sé que algunos medicamentos pueden ser útiles a veces para algunos pacientes y no soy anti-psiquiatra de ninguna manera. Pero mis estudios en este área me llevan a una conclusión muy incómoda. Nuestros ciudadanos estarían mucho mejor si elimináramos todas las drogas psicotrópicas del mercado, ya que los médicos no saben manejarlas. Es ineludible que su disponibilidad crea más daño que bien.»
Sentí que esta afirmación justificaba mi trabajo pero, sobre todo, tuve esperanza. Ahora que Gøtzsche había llegado a esta conclusión, era seguro que llamaría la atención de la sociedad sobre la grave cuestión de los efectos a largo plazo de los fármacos psiquiátricos, y sobre cómo el uso actual de estos fármacos había afectado a la salud pública a nivel social.
También aprecié los matices de su declaración. Conocía a algunos psiquiatras excelentes; sabía que los medicamentos pueden ser útiles para algunos pacientes; y la conclusión a la que había llegado le hacía sentirse «incómodo». Y su afirmación no se refería realmente a si los medicamentos eran buenos o malos, sino más bien a que los médicos no sabían cómo usarlos adecuadamente, y que este uso indebido, a nivel social, «crea más daño que beneficio».
Desde entonces, he hablado en conferencias organizadas por Gøtzsche y nuestros caminos se han cruzado a menudo en reuniones en las que ambos fuimos invitados a hablar. Con frecuencia escribe en Mad in America, y ambos somos miembros de la junta del International Institute for Psychiatric Drug Withdrawal. Por eso sabía que durante los últimos años había tenido cada vez más dificultades con algunos miembros de la dirección de la Colaboración Cochrane y, durante el último año, se había quejado a menudo de que la dirección estaba tratando de echarlo de la organización. Pero nunca pensé que eso pasaría en realidad.
La razón de mi confianza en que sobreviviría fue que la Colaboración Cochrane tenía la reputación de publicar revisiones sistemáticas que desafiaban la sabiduría y las prácticas convencionales. Este punto de orgullo organizativo, en mi opinión, protegería finalmente a Gøtzsche. Y cuando, a principios de 2017, fue elegido para la Junta Directiva de la Colaboración con más votos que cualquier candidato, me di cuenta de que tenía el capital político necesario para sobrevivir a cualquier pelea que pudiera tener con el CEO de Cochrane, Mark Wilson, y otros líderes de la organización.
Pero ahora que Gøtzsche ha sido «expulsado» de la Colaboración, removido de la Junta Directiva por 6 votos a 5 y expulsado como miembro contribuyente de la organización, me estoy dando una palmada en la cabeza y me pregunto por qué alguna vez pensé que sería de otra manera. En sus declaraciones públicas sobre las prácticas psiquiátricas y sus tratamientos, Gøtzsche se había vestido públicamente de hereje y hay una larga historia, al menos en esta disciplina de la psiquiatría, de herejes que han sido expulsados de la tribu o, al menos enviados a pastar. Loren Mosher, Peter Breggin y David Healy son algunos de los nombres más familiares que hablan de tal destierro.
La razón específica expuesta por los líderes de Cochrane es que la expulsión de Peter fue el resultado de quejas sobre su «comportamiento». Peter es una personalidad fuerte y estoy seguro de que puede irritar a algunos colegas de la manera equivocada, lo que supongo que se recoge en estas quejas sobre su «comportamiento». Sin embargo, irritar a los colegas no es una ofensa que, bajo las reglas de Cochrane, pueda hacer que lo expulsen; por eso la queja oficial de la dirección de Cochrane es que Gøtzsche, en sus declaraciones públicas, repetidamente, no ha dejado en claro que sus opiniones son las suyas propias, y no las de la Colaboración Cochrane.
Gøtzsche, como ha montado en su respuesta, no está afirmando que fuera expulsado debido a sus puntos de vista sobre la psiquiatría. Está atribuyendo su expulsión a sus críticas al CEO de Cochrane, Mark Wilson, y a otros líderes de la organización, por el fracaso moral de su «modelo de negocio» y los vínculos de muchos revisores de Cochrane con la industria farmacéutica. Sin embargo, si leemos el informe del «abogado independiente» designado por la Colaboración Cochrane para investigar este conflicto, es evidente que las quejas sobre el «comportamiento» de Gøtzsche estaban muy ligadas a sus críticas públicas a la psiquiatría. La dirección de Cochrane quería distanciarse de sus críticas y, en esencia, hacer público que no estaba de acuerdo con él.
Al menos desde esta perspectiva, la expulsión de Gøtzsche es una traición a lo que podría llamarse la empresa científica que es un bien social colectivo. La Colaboración Cochrane, al no resolver esta disputa, de alguna u otra manera, ha fracasado en su promesa de servir como alianza de científicos a desafiar la sabiduría médica convencional. Para mantenerse fiel a esa misión, sin duda, la Colaboración necesitaba ser protectora de «herejes».
La Revisión legal de la Cochrane
La Colaboración Cochrane contrató a Thomas Grant para realizar una «revisión legal formal» de las quejas presentadas contra Gøtzsche, y también para revisar la queja de Gøtzsche contra el director ejecutivo de Cochrane, Mark Wilson. Grant completó su «informe preliminar» el 12 de septiembre de 2018.
Así es como Grant describe el trabajo de Gøtzsche como científico:
«Es evidente que Peter Gøtzsche es un académico de una eminencia muy considerable que ha publicado ampliamente. Es conocido por su vigorosa adhesión a puntos de vista que algunos podrían calificar de controvertidos. No creo que la sinceridad de sus opiniones y el rigor y la calidad de su trabajo académico estén en juego».
Este es un punto crítico: La expulsión no tuvo nada que ver con el trabajo de Gøtzsche como científico. El abogado, en su informe, elogia a Gøtzsche por el «rigor y la calidad de su trabajo académico», y por ser un «académico de gran eminencia». Es decir, su trabajo científico es del tipo que da brillo a la imagen de la Colaboración Cochrane como organización científica de primer orden.
Grant afirma que la primera vez que hubo una queja contra Gøtzsche fue en 2003 (diez años después de que Gøtzsche, junto con otras 80 personas, fundara la Colaboración Cochrane). Esa queja surgió porque había publicado varios artículos que criticaban la calidad de algunas revisiones Cochrane y, mientras lo hacía, había incluido al Centro Cochrane Nórdico como «su dirección profesional», que, por alguna razón que no queda clara en el informe, se consideró inadecuada.
Por lo tanto, esta primera queja surgió debido a las críticas de Gøtzsche a la propia Cochrane, que parece que molestaban a algunos. Además, la naturaleza específica de la denuncia planteaba un dilema obvio para Gøtzsche. Había fundado el Centro Cochrane Nórdico y era su director. De hecho, esa era su «dirección profesional». Así que, si se supone que tiene que filiar su pertenencia cuando publica los artículos de investigación y habla en público ¿qué otra pertenencia podía dar? ¿Peter Gøtzsche, el «tábano»?
El siguiente problema de «comportamiento» listado por Grant es la «edición del Libro de 2014». En una carta a Gøtzsche, Wilson y otros líderes de Cochrane se quejaron de que en su libro «Medicamentos que matan» y en un video subsiguiente, él «parecía defender que todo paciente que tomara medicamentos psicotrópicos debería dejarlos y que estarían más sanos si dejaban de tomarlos».
«Usted es consciente de que se trata de un tema delicado y muy cargado», escribieron Wilson y los demás. «Hemos tenido pregntas de individuos y organizaciones preguntando si Cochrane apoya sus puntos de vista sobre este asunto.» Añadieron que, si bien Gøtzsche era libre de expresar sus opiniones, en el futuro necesitaba dejar claro que «sus puntos de vista personales no se presentaban de tal manera que pudieran ser percibidos como representativos de la opinión de Cochrane».
Esto es lo que saber en este momento: En sus primeros veinte años en Cochrane, hubo dos ocasiones en que se presentaron quejas contra Gøtzsche por el uso de su filiación profesional y, cada una de ellas, después de publicar críticas que molestaban a gente dentro de la organización. Al parecer, nunca se había planteado la cuestión de su pertenencia profesional como director del Centro Cochrane Nórdico, cuando sus comentarios no molestaban a ningún miembro de la organización.
Después de esa advertencia relacionada con el libro, Gøtzsche continuó hablando críticamente de la psiquiatría y la disputa siguió aumentando. En una ocasión, la dirección de Cochrane declaró públicamente que los puntos de vista de Gøtzsche eran los suyos propios y no los del Grupo Cochrane, una declaración que Gøtzsche entendió correctamente como un ataque a su credibilidad, elevando el rencor a otro nivel. Finalmente, en una carta fechada el 9 de junio de 2015, el CEO Wilson y otros le dijeron a Gøtzsche que «no debía usar su título de «Director del Nordic Cochrane Centre», a menos que hablara o escribiera directamente sobre los proyectos Cochrane».
La excusa de la «violación de las reglas» para expulsar a Gøtzsche se había establecido. En su revisión, Grant cita varias veces que el liderazgo Cochrane estaba molesto por los comentarios públicos de Gøtzsche sobre la psiquiatría que se hicieron mientras usaba su título de Director del Centro Cochrane Nórdico.
A saber:
(1) En enero de 2014, escribió un artículo en un periódico danés, Politiken, sobre los «Diez mitos sobre los medicamentos psiquiátricos», que enfurecieron a los psiquiatras y profesionales de la salud daneses.
(2) En un debate «Maudsley» en Londres sobre si las drogas psiquiátricas hacían más daño que bien, Gøtzsche argumentó que, basándose en su revisión de los datos de mortalidad, las drogas psiquiátricas son la tercera causa principal de muerte; y que las sociedades tendrían una «población más sana y más longeva» si sólo usaran el 2% de las drogas psiquiátricas que usan actualmente.
(3) En septiembre de 2015, junto con la publicación de su nuevo libro, Deadly Psychiatry and Organised Denial, Gøtzsche publicó un artículo en el Mail Online que, según el titular, relata cómo «los efectos secundarios de los medicamentos para el insomnio y la ansiedad matan a miles de personas».
El «evento más reciente» relacionado con la psiquiatría, escribió Grant, fue una queja de E. Fuller Torrey. Gøtzsche había escrito a Torrey solicitando información sobre las muertes en el estudio noruego TIPS, que había sido financiado en parte por la Stanley Medical Research Institute, donde Torrey es director asociado de investigación. Torrey respondió presentando una queja formal contra Gøtzsche. Declaró que Gøtzsche se había presentado como un «Protector de la Red Escuchando voces en Dinamarca», una organización que, según Torrey, promovía numerosas creencias falsas. Como resultado de la relación de Gøtzsche con esta organización, Torrey escribió: «Personalmente no podría encontrar creíble ninguna publicación de Cochrane sobre enfermedades mentales».
Finalmente, en su informe, Grant señaló que Gøtzsche había escrito una carta de reclamación, en papel membretado de Cochrane Nordic, a la Agencia Europea de Medicamentos sobre su evaluación de la seguridad de las vacunas contra el virus del papiloma humano, y que también podría haber violado la «política de portavoz» de la organización.
Aunque la queja relacionada con la vacuna del papiloma puede haber sido la gota que colma el vaso para el liderazgo de Cochrane, el núcleo de la revisión de Grant es sobre la psiquiatría: Gøtzsche, mientras se presentaba como Director del Centro Cochrane Nórdico, había hecho comentarios públicos sobre psiquiatría que el CEO Wilson y otros líderes de la Colaboración Cochrane habían encontrado objetables, y el hecho de que se hubiera presentado al público como director del Centro Cochrane Nórdico mientras hacía tales comentarios, cuando ya se le había pedido que no hiciera, se convirtió en la «razón» de la Colaboración para expulsarlo.
La herejía deconstruida
Desde que publicó su libro «Medicamentos que matan» en 2013, Gøtzsche ha publicado una serie de artículos de investigación revisados por pares sobre fármacos psiquiátricos relacionados con su eficacia (o falta de eficacia) y efectos adversos (como el aumento de los riesgos de suicidio y mortalidad). Esos artículos señalan su dirección profesional como Centro Cochrane Nórdico, pero no hubo nada en la revisión de Grant sobre esta investigación publicada.
He aquí una breve mirada a los comentarios públicos de Gøtzsche que se consideraron censurables:
Gøtzsche «parecía defender» que los pacientes psiquiátricos dejaran de tomar sus medicamentos.
La frase clave aquí es «parecía deender». Ese «parecía» indica que Gøtzsche en realidad nunca abogó por tal cosa. En su libro, escribió que sabía que «algunos medicamentos pueden ser útiles a veces para algunos pacientes». Dijo que el daño se deriva de que «los médicos no saben manejar los medicamentos», y que debido a esa práctica médica, la sociedad estaría mejor si los medicamentos fueran retirados del mercado. No defendió que «todos los pacientes» dejaran de tomar las medicinas; decía que la profesión médica, en su uso de las medicinas, estaba causando daño.
Escribió «Diez mitos sobre los medicamentos psiquiátricos».
Es fácil entender por qué esta publicación enojó a muchos profesionales dentro de la psiquiatría, ya que básicamente describe a la psiquiatría como una institución que divulga falsedades, como la historia del desequilibrio químico, para vender sus productos. Sin embargo, es difícil encontrar algo en este artículo que sea científicamente inexacto. Gøtzsche escribió que los medicamentos no arreglan los desequilibrios químicos; que no son como la insulina para la diabetes; que se ha descubierto que los ISRS aumentan el riesgo de comportamientos suicidas en niños y adolescentes; y así sucesivamente.
Escribió que «las drogas psiquiátricas son la tercera causa de muerte».
Esta declaración fue publicada en el BMJ, y Gøtzsche presentó las pruebas que apoyaban su conclusión. Estaba defendiendo un argumento dentro de un entorno científico. Afirmó que tendríamos poblaciones más sanas si sólo utilizáramos el 2% de la cantidad total de fármacos psiquiátricos que se usan hoy en día.
Esto puede haber sido visto por los líderes de Cochrane como la declaración más descabellada de Gøtzsche, pero lógicamente se deriva de una conclusión de que, en general, los fármacos psiquiátricos causan más daño que bien. De hecho, todos los marcadores de la carga de salud pública de los trastornos psiquiátricos han aumentado desde 1987, cuando se introdujo el Prozac y, por lo tanto, tiene sentido argumentar que reducir el uso de estos fármacos conduciría a una mejor salud social. (En su libro «Psiquiatría mortal» de 2015, proporcionó una justificación de cómo llegó a la cifra del 2%).
En resumen, los comentarios de Gøtzsche tenían una base científica y lógica. Pero tomados en conjunto -y expresados en el estilo declarativo por el que Gøtzsche es conocido- constituyeron un ataque al por mayor a las prácticas actuales de la psiquiatría y esto, aparentemente, fue demasiado para Wilson y otros líderes de la Colaboración Cochrane. Gøtzsche se había llevado bien con la Colaboración Cochrane durante sus primeros 20 años como director del Centro Cochrane Nórdico, pero luego hizo estos comentarios públicos, y de repente el Grupo Cochrane insistió en que dejara de incluir su dirección del Centro Cochrane Nórdico como su dirección profesional.
Esta es una línea temporal que contradice la afirmación de que la expulsión de Gøtzsche fue simplemente por su comportamiento; en cambio, muestra que su «comportamiento» llegó a ser percibido como un problema una vez que se convirtió en un agudo crítico de la psiquiatría.
La queja de E. Fuller Torrey
La queja de E. Fuller Torrey es reveladora, pues pone de relieve esta dinámica dentro de la psiquiatría: Usted puede ser una figura destacada que hace declaraciones públicas que son desmentidas por la ciencia pero coherentes con la ideología del modelo de la enfermedad de la psiquiatría, y no sufrirá ningún daño o consecuencia; sin embargo, los psiquiatras y otros profesionales médicos que públicamente presentan datos que contradicen estas afirmaciones lo hacen con un gran riesgo profesional.
El estudio TIPS en Noruega informó sobre los resultados de 281 pacientes psicóticos tras 10 años de primer episodio. En 2012, los investigadores informaron que el 11% había muerto durante este período. El número exacto de muertes pareció variar en tres artículos publicados sobre el estudio, pero el artículo de 2012 enumeró 31 muertes y, dado que los investigadores perdieron el rastro de 79 de las 281 personas antes de que se cumplieran los diez años, esto significó que la tasa de mortalidad entre la cohorte seguida durante 10 años fue en realidad del 15% (31 de 202). Dado que la edad media de los pacientes al inicio del estudio era de 29 años, se trataba de una tasa de mortalidad muy alta. Gøtzsche escribió a la autora principal del estudio, Wenche ten Velden Hegelstad, pidiendo más información sobre las causas de estas muertes, pero la autora no la proporcionó. Gøtzsche y yo enviamos una carta al editor de World Psychiatry, donde se había publicado el artículo, pidiendo detalles sobre estas muertes. La revista se negó a publicar nuestra carta. En ese momento, Gøtzsche escribió a E. Fuller Torrey, solicitando que el Stanley Medical Research Institute, uno de los financiadores de este estudio, proporcionara información detallada sobre las muertes.
Gøtzsche escribió:
«Creemos que los financiadores tienen la obligación ética de asegurar que la información, que es de gran importancia para la salud pública, y que ha sido recogida en el estudio financiado, sea publicada. Eso sería un gran servicio a la psiquiatría, a los pacientes y a todos los demás interesados en este tema de vital importancia. Cuando los jóvenes que reciben antipsicóticos mueren, necesitamos saber por qué murieron para reducir el riesgo de muerte en el futuro».
Torrey respondió no proporcionando tal información que sería lo que se debería hacer si se siguieran los dictados de la buena ciencia, sino presentando una «queja» sobre Gøtzsche al director ejecutivo de Cochrane, Mark Wilson. Dijo que Gøtzsche se había identificado como el Director del Centro Cochrane Nórdico y como el «Protector de la Red Hearing Voices en Dinamarca».
Esta última organización, escribió Torrey, promovía creencias que no eran científicas:
+ «Las alucinaciones auditivas son sólo un extremo de un espectro de comportamiento normal, lo que pone en duda si la esquizofrenia existe realmente como una enfermedad»
+ «Las voces auditivas son causadas por traumas en la infancia, de los que no existen pruebas sólidas.»
El hecho de que Gøtzsche tuviera una relación con un grupo que promovía tales ideas, escribió Torrey, mostraba una «clara falta de objetividad» por parte de Gøtzsche y, por esa razón él «personalmente no encontraría creíble ninguna publicación de Cochrane sobre la enfermedad mental».
Torrey, con esta queja, estaba afirmando que era una mala práctica científica dar crédito a las creencias de la Hearing Voices Network.
He aquí lo que una revisión de la ciencia tiene que decir acerca de si lo que defiende Hearing Voices Network son creencias pseudocientíficas o tienen alguna justificación en la evidencia empírica conocida:
«Los estudios regularmente encuentran que un porcentaje significativo de personas oyen voces, incluyendo muchas que funcionan bien psicológicamente. Según una estimación, el 75% de las personas que oyen voces no están afectadas en sus vidas.»
«Ha habido numerosos estudios que han encontrado que un trauma en la infancia es un factor de riesgo para oír voces y desarrollar síntomas psicóticos más tarde en la vida.»
Ahora podemos ver quién es científico. La autora principal del estudio TIPS no responde a la pregunta relevante de Gøtzsche (mala ciencia); el editor de la revista que publicó el artículo no publica una carta que plantea la pregunta relevante sobre las muertes (mala ciencia); y el director de investigación de uno de los financiadores tampoco responde a la pregunta (más mala ciencia). En cambio, escribe una carta de queja al director ejecutivo de Cochrane, Mark Wilson, afirmando que como Gøtzsche tiene una relación con el grupo Hearing Voices, no va a creer nada de lo que la Colaboración Cochrane publique sobre las enfermedades mentales.
La carta de Torrey estaba claramente sesgada y, difícilmente, se podía esperar que el Director Ejecutivo de la Colaboración Cochrane la tratara como algo serio. Pero Wilson, en una carta a Torrey fechada el 2 de marzo de 2018, básicamente arrojó a Gøtzsche al pie de los caballos, afirmando que Gøtzsche ya había sido advertido de que «distinguiera claramente cuando hablaba en público entre su propia investigación y la de Cochrane, la organización a la que pertenece». Wilson le dijo a Torrey que consideraría su carta como una «queja formal».
Este es un momento de esta disputa ciertamente embarazoso para la Colaboración Cochrane. Un director del Centro Cochrane quiere averiguar más sobre las muertes en un estudio a largo plazo de pacientes psicóticos, y el director ejecutivo de la Colaboración, en lugar de reconocer que la búsqueda vale la pena, encuentra razones para pensar que podría ser motivo para expulsar al director del centro asociado, y todo porque recibe una carta de un psiquiatra estadounidense que, incluso si uno la lee con cariño, podría describirse como una falta de respeto hacia un grupo de usuarios, ignorante de la ciencia y simple cuando amenaza con desconfiar de todas las revisiones Cochrane relacionadas con la psiquiatría por considerarlas carentes de «credibilidad».
Se podría sospechar que todos los miembros de la Colaboración Cochrane se pondrían nerviosos al conocer este intercambio de cartas.
Una pérdida para lo público
Hay muchas personas dentro de la Colaboración Cochrane que se han unido en la defensa de Gøtzsche. Cuatro miembros del consejo de administración renunciaron en protesta por el voto de destitución, y los 31 directores de los centros Cochrane en España y América Latina han firmado una carta cuestionando su destitución. Esto se ha convertido en una lucha política significativa dentro de Cochrane, aunque es difícil adivinar cómo se desarrollará todo esto.
Independientemente de cómo lo haga, estoy seguro de que Gøtzsche seguirá hablando de los medicamentos psiquiátricos y encontrará la manera de seguir investigando este tema. No va a desaparecer.
Sin embargo, el futuro de la Colaboración Cochrane es menos claro. Su reputación como una organización que fomenta el pensamiento crítico está ahora manchada, y eso es una pérdida para lo público. La literatura médica -y esto es particularmente cierto en el caso de la evidencia en psiquiatría- ya se considera corrupta y sesgada debido a la influencia del dinero farmacéutico y de los intereses de los gremios, y ahora el público tendrá motivos para cuestionar si el trabajo de la Colaboración Cochrane es igualmente poco confiable.
Solo espero que Cochrane entienda que la sociedad necesita organizaciones que proporcionen un hogar a los herejes «científico», y que la decisión de expulsar a Gøtzsche traiciona esa misión. Tal vez estaría bien que los directores de Cochrane recordaran lo que le pasó a Ignaz Semmelweis y sus esfuerzos baldíos por conseguir que otros médicos se lavaran las manos antes de operar.
La historia de la medicina nos recuerda lo importante que es aceptar y cuidar a los herejes.
Cochrane necesita entender que está al servicio de la sociedad y que con la decisión de expulsar a Gøtzsche está traicionando esa obligación.
El inconfeso deseo de aniquilar irracionales miedos y establecer el orden desde “un mundo feliz” llevado a buen puerto a través, también, de inconfesos intereses.
Santa razón con un pero:
«Cochrane necesita entender que está al servicio de la sociedad»
¿Lo necesita? Salta a la vista que entiende perfectamente a quién/qué sirve, y que lo hace razonablemente bien. Es (parte de ) la sociedad la que no acaba de entender.
Gotzsche no necesita a Cochrane para «pastar» en conciencia. Pero la Colaboración sí necesita a sus patrocinadores. Ergo le toca decidir: pesebre o desaparecer por el sumidero del Negocio… y reinventarse. Esta es su crisis/oportunidad.
Y tiene su aquel, personajillos/as de todo pelaje cientúfico repartiendo (o negando) «crédito» según con qué o con quién se «relacione» uno. Cuentan, más o menos, que un astrónomo criticó despectivamente el interés de Newton por la astrología. Dicen que éste le respondió: “Yo he estudiado esa cuestión, Mr. Halley, y usted no”. Santa paciencia, la de Newton.
Gotzsche y otros herejes han osado estudiar la cuestión. Los agentes del pensamienro único no lo necesitan. Lo suyo es la «ley y el orden» al servicio de… ¿la sociedad? De consumo, si acaso.
Del mantenimiento del «orden» se ocupan, ahora con determinación bolchevique, algunos popes de la Colaboración. De la Ley (sin comillas), se ocupan otros. Ciencia en los parlamentos. «Asesores científicos” pegados a la oreja de legisladores. Leyes basadas en la “evidencia». Herejes y «pseudociencias» en el punto de mira. Los malditos, reincidentes brotes verdes bajo el asfalto a aplastar. A nosotros qué, con que la Historia los restituya. Para entonces, nosotros ya hemos apañao nuestra faena.
¡Todo por la pa…ciencia!