El largo brazo de Monsanto: crónica de una infamia sin precedentes
(1) La epidemia de enfermedad renal crónica
El prontuario delictivo de Monsanto, transnacional dedicada a la producción y comercialización de agroquímicos, es extenso y bastante bien conocido.
Acciones tales como el ocultamiento sistemático de evidencias inconvenientes, el trasiego de influencias o las maniobras para descalificar organismos e investigadores que señalen cualquier efecto dañino de sus producciones, han producido numerosas denuncias y sanciones.
Los hechos que nos ocupan, sin embargo, tienen su raíz en una trágica realidad sanitaria que, en principio, parecería no involucrar a dicha empresa. Se trata de una epidemia de Enfermedad Renal Crónica (Chronic interstitial nephritis in agricultural communities / CINAC) que irrumpió con fuerza desde principios del presente siglo en algunos enclaves puntuales del planeta: El Salvador y Nicaragua en Centroamérica, así como Sri Lanka y el sur de la India son, con mucha distancia, los territorios más castigados. El conocimiento de este fenómeno y de sus singulares rasgos se ha venido abriendo paso lentamente en los últimos años.
Las epidemias desatadas en los mencionados países centroamericanos y asiáticos exhiben extraordinaria similitud, como pone de manifiesto la tabla arriba, tomada de un estudio realizado por un equipo de investigadores de Sri Lanka, Cuba, El Salvador y Bélgica.
En cada uno de estos cuatro países, cientos de miles de personas (fundamentalmente hombres dedicados a actividades agrícolas, pero también mujeres) padecen de esta dolencia, y decenas de miles han muerto por esa razón. En buena medida son personas relativamente jóvenes (menores de 60 años, incluyendo niños), libres de las dolencias que típicamente preceden y propician la aparición de ERC: fundamentalmente hipertensión y diabetes. A esta modalidad de ERC se le ha llamado “Enfermedad Renal Crónica de Causas No Tradicionales” (ERCnT) y también “Enfermedad Renal Crónica de causas desconocidas” (Chronic Kidney Disease of Unknown Aetiology / CKDu). La exoneración de las causas “tradicionales” ha motivado que se suela hablar de un enigma o misterio en relación con las posibles causas.
(2) Un debate epistemológico de larga data
En este contexto se han sugerido dos hipótesis causales fundamentales. Por una parte, se ha valorado la responsabilidad inherente a la exposición sostenida a agroquímicos, especialmente en el trabajador agrícola.
Además de la exposición por contacto directo con tales productos, algunos de ellos documentadamente nefrotóxicos, los sujetos podrían haber padecido la contaminación del aire, el agua o los alimentos. La presencia de la enfermedad (incluso en su variante de ERCnT) no solo entre los trabajadores, sino también entre mujeres y niños, así como en adultos y adolescentes no agricultores agrega plausibilidad a esta conjetura.
Por otra parte, se ha manejado la hipótesis que atribuye protagonismo etiológico a la exposición prolongada a altas temperaturas, en un marco laboral extenuante, a lo que se añade la deshidratación debida a inadecuada ingestión de líquidos. Según esta conjetura, la deshidratación (comprometedora por sí misma de la función renal por favorecer la acumulación de nefrotoxinas) llevaría a sucesivos episodios subclínicos de daño agudo del riñón, que pudieran desembocar en una disfunción crónica de éste órgano.
Un modelo más abarcador, sostenido por varios investigadores que han concentrado su esfuerzo indagatorio en El Salvador y en Sri Lanka, no solo no hace compromisos a priori con ninguna conjetura puntual sino que contempla la verosímil posibilidad de que ambas fuentes explicativas pueden confluir y, de hecho, conjugarse sinérgicamente.
Sin embargo, a lo largo de los años se ha venido produciendo un proceso de sistemática subestimación, o incluso invisibilización directa, de la primera de las hipótesis mencionadas. Diversos artículos aparecidos en revistas de renombre restan toda prominencia potencial a los pesticidas y solo sugieren casi exclusiva responsabilidad causal al trabajo extenuante bajo elevadas temperaturas.
Como se aprecia, bajo el subtítulo “Hipótesis preponderantes”, se afirma que:
“Actualmente, la hipótesis más sólida para explicar la nefropatía mesoamericana es que la exposición repetida al calor y la deshidratación resultante de un trabajo intenso en climas tropicales puede ser el factor de riesgo clave o un cofactor esencial. Se cree que estos episodios conducen a lesiones renales agudas subclínicas que se convierten en daño crónico con el tiempo”.
En este otro trabajo se establece que, si bien la causa de la enfermedad es desconocida, al analizar y discutir algunas de las posibilidades etiológicas actualmente en consideración, solo se consigna:
“que la deshidratación recurrente se sugiere en múltiples estudios, una condición que posiblemente podría exacerbarse en algunos casos por otras afecciones, incluido el uso de agentes antiinflamatorios no esteroideos”.
Como se nota claramente, tales artículos ignoran por entero el posible papel de los agroquímicos y pasan por alto que el fenómeno también se produce en niños y mujeres que no trabajan en la agricultura, a la vez que no aparece en enclaves de similares condiciones laborales y climáticas (por ejemplo, Cuba, país que, junto con Canadá, exhibe la tasa de mortalidad por ERC más baja de América, 20 veces menor que la de El Salvador), ni entre operarios de comunidades no agrícolas, que laboran en condiciones de temperaturas extremas: salas de calderas, fundiciones, fábricas de ladrillos, panaderías, plantas químicas, construcción de carreteras o túneles de vapor.
(3) El calentamiento global emerge como villano
Más recientemente algunos autores han empezado a considerar al “calentamiento global” como “la causa de la causa”. Esta sería la verdadera causa propiciatoria que estaría detrás de los agentes directos. Primero aparece en notas de prensa como la siguiente:
Ramón García Trabanino, entonces presidente de la Asociación de Nefrología e Hipertensión Arterial de El Salvador, comunicaba que son las condiciones laborales y el calentamiento global los que “al final” están matando a los afectados.
Luego, la idea de culpar al calentamiento global empieza a aparecer en revistas científicas.
Dicho de otro modo: según estos investigadores, la causa fundamental serían las altas temperaturas bajo las cuales operan los afectados y la insuficiente hidratación; pero la causa de tal causa, sería el calentamiento global. La más notable y evidente endeblez de este argumento reside en que, si el calentamiento global explicara la irrupción de la epidemia, esta sería a su vez global, en lugar de concentrarse en media docena de puntos del planeta, especialmente en zonas de solo cuatro países.
(4) La Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS) y su Premio anual por la libertad y responsabilidad científica
La Asociación Americana para el Avance de la Ciencia es la mayor sociedad científica del mundo, con más de 120 mil miembros. Fundada el 20 de septiembre de 1848 (170 años atrás) como una organización sin fines de lucro, tiene como propósito, según figura en Wikipedia:
“promover la cooperación entre los científicos, defender la libertad científica, fomentar la responsabilidad científica y apoyar la educación y la divulgación científicas para el mejoramiento de toda la humanidad”.
Parte de la fama de la AAAS se debe a que es la institución que publica Science, una de las más connotadas revistas científicas del mundo. Desde 1980, la AAAS ha instituido el otorgamiento de un premio anual por la libertad y responsabilidad científica a «científicos, ingenieros o sus organizaciones, cuyas acciones ejemplares han demostrado libertad y responsabilidad científica en circunstancias difíciles».
El sitio web de AAAS establece textualmente:
“Los tipos de acciones que merecen este premio incluyen actuar para proteger la salud, la seguridad o el bienestar del público; centrar la atención pública en los impactos potenciales importantes de la ciencia y la tecnología en la sociedad mediante su participación responsable en los debates sobre políticas públicas; o proporcionar un modelo ejemplar en el desempeño de las responsabilidades sociales de los científicos, ingenieros o en la defensa de la libertad profesional de los científicos e ingenieros”.
Es notorio que –como la propia denominación del premio pone de manifiesto- no se trata de premiar hallazgos extraordinarios, resultados de investigación ni conquistas en el conocimiento, sino que se otorga a quienes asumen una conducta íntegra, valiente y responsable en función del interés social. El premio entraña un extraordinario reconocimiento social, tiene asociado un monto en metálico y supone la entrega de la documentación acreditativa en un acto solemne que se lleva a cabo en Washington DC a principios de cada año.
(5) El premio de AAAS correspondiente a 2019
El 4 de febrero de 2019, la AAAS publicó un comunicado de prensa anunciando que otorgaba el premio de Libertad e Integridad Científica 2019 a dos científicos de Sri Lanka: los doctores Sarath Gunatilake (profesor de ciencias de la salud en la Universidad de California) y Channa Jayasumana (profesor de la facultad de Medicina y Ciencias Afines en la Universidad Rajarata de Sri Lanka), cuyas investigaciones sobre los peligros del glifosato condujeron a la prohibición del herbicida en Sri Lanka y otros países.
La fundamentación de la AAAS fue nítida y contundente:
“Los Dres. Sarath Gunatilake y Channa Jayasumana enfrentaron amenazas de muerte y denuncias de mala conducta de investigación mientras trabajaban para determinar la causa de una epidemia de enfermedad renal que ha cobrado la vida de decenas de miles de personas en su país natal, Sri Lanka, y en todo el mundo. En última instancia, su defensa llevó a que el culpable, un herbicida llamado glifosato, fuera prohibido en varios países afectados».
Jessica Wyndham, directora del Programa de Responsabilidad Científica, Derechos Humanos y Derecho de la AAAS agregó en el comunicado de prensa lo siguiente:
«Para corregir un error cuando están en juego importantes intereses financieros y el desequilibrio de poder entre la industria y el individuo, se necesita la combinación única de rigor científico, persistencia profesional y aceptación del riesgo personal demostrada por los dos científicos reconocidos por el premio de este año».
En efecto, según los investigadores, el consumo de agua contaminada con glifosato puede contribuir a la enfermedad renal crónica al facilitar el transporte de metales pesados como el arsénico y el cadmio a los riñones.
El artículo “Glifosato, agua dura y metales nefrotóxicos: ¿son los culpables de la epidemia de enfermedad renal crónica de etiología desconocida en Sri Lanka?” se había publicado en 2014. Desde
entonces, ha sido descargado alrededor de 25 mil veces y ha recibido docenas de citaciones
En 2015 aparecieron “Exposición simultánea a múltiples metales pesados y glifosato puede contribuir a la nefropatía agrícola de Sri Lanka” y “El consumo de agua de pozo y la exposición ocupacional a los herbicidas se asocia con la enfermedad renal crónica en Padavi-Sri Pura, Sri Lanka”.
(6) Una retractación insólita
Solo 48 horas después, el 6 de febrero, la AAAS emitió otra declaración donde se comunicaba que no se otorgaría el premio a estos investigadores. Adujeron que habían cambiado la decisión «después de que algunos científicos y miembros expresaran sus preocupaciones».
Arriba puede verse la captura de pantalla con los dos tuits en la cuenta de la AAAS: el 4 de febrero anunciando el premio y el 6 de febrero retirándolo.
Jamás explicaron quiénes eran esos “científicos y miembros” que protestaron, ni por qué tales quejas eran más valiosas que las opiniones de muchos otros “científicos y miembros” que opinaban diferente. Pero, sobre todo, mucho menos explicaron el mecanismo según el cual aquellas disensiones invalidaban un proceso presumiblemente cuidadoso que a lo largo de un año la AAAS desarrolló para distinguir a los investigadores de Sri Lanka.
Al día siguiente, Jayasumana recibió un mensaje electrónico de Jessica Wyndham informándole de la revocación, así como que el comunicado de prensa había sido borrado. La directora del Programa escribió:
«Como se informó por teléfono el día de hoy, luego del anuncio del premio a la libertad y responsabilidad científica en el día de ayer, AAAS ha recibido inquietudes de científicos y miembros de la organización que consideramos que necesitan evaluación, lo cual significa que no podremos entregarle a Ud. y al Dr. Jayasumana el premio la próxima semana, como se había planeado».
Wyndham no atendió las llamadas en procura de comentarios al respecto.
Ahora bien, acaso lo más llamativo de la revocación del premio sea que la validez definitiva de las hipótesis avaladas por los hallazgos de las investigaciones que subyacen en su otorgamiento, simplemente, no es trascendente para este galardón específico.
Jack Heinemann, genetista y profesor de la Universidad de Canterbury en Nueva Zelanda, estudioso de los conflictos de interés en investigación y agricultura sostenible escribió:
“Si la conexión entre el glifosato y la enfermedad renal es correcta o no, es irrelevante. Se otorga un premio a la libertad científica ante la persecución. Si solo se otorgara a quienes obtuvieran resultados totalmente comprobados, el proceso demoraría décadas y solo se beneficiarían los perseguidores».
Cabe incluso tener en cuenta que Gunatilake y Jayasumana, con acuerdo a la mejor tradición científica, habían sido adecuadamente cautos al ofrecer sus propias conclusiones. De hecho caracterizan el vínculo entre el glifosato y la ERCnT en los términos siguientes:
“Se ha observado una intensa asociación entre el consumo de agua dura y la aparición de esta enfermedad renal específica; pero la relación no se ha explicado de manera consistente. Aquí, se ha planteado la hipótesis de la asociación con el uso de glifosato, el herbicida más utilizado en el área endémica de la enfermedad”.
En declaraciones a Corporate Crime Reporter, Jayasumana expresó:
«Siento que esto es un insulto, una discriminación y una humillación a científicos que viven en un país pobre del tercer mundo. Todos mis amigos y colegas preguntan por qué se cancela el premio horas después de haber sido anunciado. No tengo respuesta. Pero siento que la industria está detrás de este proceso desvergonzado”.
Como complemento, días después de esta bochornosa evolución, de la que no parece que existan precedentes, el show mediático arremete.
Sin el más mínimo respaldo para afirmarlo, y de hecho contradiciendo palmariamente la realidad, se llega a decir que:
“los investigadores ahora coinciden en que la hipótesis predominante para explicar la epidemia de nefropatía es el calentamiento global”
(7) El brazo de Monsanto
Los vínculos de Monsanto con la AAAS no son estructurales ni carecen de fisuras, como la propia concesión del premio revela, pero un nutrido grupo de personajes conectan inequívocamente a ambas entidades. Algunos son los siguientes.
La ex presidenta de AAAS, Nina Fedoroff, se ha convertido,desde que dejó ese cargo, en una activista defensora de la industria biotecnológica. Tras ser colaboradora y asesora de la administración Bush, desde 2015, se unió a la firma de abogados OFW, que resguarda los intereses de la industria agroquímica.
Otro crítico abierto de los hallazgos de los investigadores galardonados fue Kevin Folta, un profesor de la Universidad de Florida conocido por su defensa de los alimentos genéticamente modificados, quien ocultó intencionalmente los fondos recibidos de Monsanto. En 2014 se apresuró a caracterizar el trabajo de aquellos del modo siguiente: «Se presentó una hipótesis. No había datos. No hubo experimentos.”
Folta tergiversa aviesamente la realidad. Su afirmación de que “no hay datos» en los trabajos es, simple y llanamente, una mentira desfachatada: hay una enorme cantidad de datos en estos artículos, que incluyen estudios de casos y controles y geográficos.
La conexión de Folta con Monsanto y sus embustes sobre no haber recibido dinero de esa transnacional son bien conocidos y han sido reiteradamente denunciadas.
Otro ex presidente de la AAAS, Peter Raven, tiene muy estrechos vínculos con Monsanto. Raven, es Director Emerito del Missouri Botanical Garden, institución íntimamente enlazada con Monsanto hasta el punto de que en su seno se halla el “Monsanto Hall”, así como el “Monsanto Center” en cuyo cuarto piso se ubica la biblioteca nombrada precisamente como la “Peter H. Raven Library”.
Un informe de 2012 da cuenta de que Monsanto ha estado ”entre los más generosos benefactores del Missouri Botanical Garden a lo largo de 40 años con una contribución de decenas de millones de dólares (véase https://monsanto.com/news-releases/missouri-botanical-garden-receives-3-million-gift-from-monsanto-company-toward-development-of-a-world-flora-online/ )
No en balde Greenpeace ha llegado a decir que The American Association for the Advancement of Science actúa como The American Association for the Advancement of Monsanto”)
Para enriquecer la nómina de sujetos que vinculan a la AAAS con Monsanto, reparemos en Alison L. Van Eenennaam. Es una vocera y lobista de la industria de los agroquímicos, quien trabajó para Monsanto como líder de algunos de sus proyectos, y ahora es nada menos que la presidenta entrante del Grupo Directivo de Agricultura, Alimentos y Recursos Renovables de la AAAS.
(8) Una conclusión inevitable
En era de la pos-verdad y los “fake news”, los hechos relatados no sorprenden; pero lo acontecido con el premio anual de la AAAS a la libertad y responsabilidad científica en este 2019 va un poco más allá: no solo se trata de ocultar, metamorfosear o tergiversar la realidad sino de un acto de iniquidad desembozada que sacrifica la honorabilidad de una organización prestigiosa en el altar de inocultables intereses corporativos.
Luis Carlos Silva Aycaguer es profesor de la Escuela Nacional de Salud Pública de La Habana y está vinculado desde hace algunos años a la investigación de la epidemia de Enfermedad Renal Crónica en El Salvador
Una vez más se demuestra el enorme poder de la industria agroquímica y farmacéutica; deberíamos involucrarnos más en difundir este valioso estudio en las nuevas generaciones de profesionales de la salud y agronomía; también en hacer llegar nuestro respaldo a los valientes investigadores, un excelente reportaje.
La ciencia honesta, al servicio de la comunidad. Sin duda un ejemplo brillante. Enhorabuena al equipo investigador.