La expulsión de uno de los científicos más citados e influyentes del mundo no es buena cosa para ninguna organización de conocimiento. Si esa expulsión está mal justificada, implica la dimisión de la mitad de la Junta de Gobierno y, sospechamos, pretende eliminar al principal crítico interno de una estrategia que busca monetizar las publicaciones (es decir, aprovecharse del trabajo altruista de sus evaluadores), atraer filantrocapitalistas y acercarse a la industria farmacéutica, pues entonces puede implicar la destrucción del crédito ético y científico de la organización. Y esto es lo que ha pasado en la crisis de Cochrane que se finalizó en falso con la expulsión de Peter Gøtzsche
Tras algunas semanas de silencio Peter Gøtzsche (PG) ha vuelto. Además de fundar el Institute for Scientific Freedom -en cuyo Advisory Board está NoGracias representada por su presidente, Abel Novoa, dos miembros de su Consejo Asesor, David Hammerstein y Joan-Ramon Laporte, y que cuenta con Ioannidis, Heneghan, Wilmshurst entre otros -, sacar dos nuevos libros («Death of a whistleblower and Cochrane’s moral collapse», su versión del escándalo Cochrane, y «Survival in an overmedicated worl», recientemente traducido al castellano), ha publicado en el Indian Journal of Medical Ethics un comentario titulado «What is the moral collapse in the Cochrane Collaboration about?«
En el texto, además de informar de detalles no suficientemente conocidos sobre la operación de justificación de su expulsión, contesta el texto de Trisha Greenhalgh y col. «Moral entrepreneurship, the power‐knowledge nexus, and the Cochrane crisis», que nosotros definimos en su momento como un lavado epistémico de la crisis Cochrane.
Por si fuera poco, PG nos remite un segundo texto (no admitido en la revista IJME) con su crítica al comportamiento de la editorial de la revista (Wiley) donde Trisha Greenhalgh y col. publicaron dicho texto –trufado de inexactitudes y juicios de intención no justificados en pruebas- titulado «Defamation and editorial misconduct in a Wiley journal» (accesible aquí).
Peter Gøtzsche is on fire
¡Y que no se apague la llama!
Arrimé el hombro con mi firma en la campaña internacional de apoyo a su persona, pero no comulgo con todo Gøtzsche. No lo hago, por ejemplo, cuando arremete contra cierta técnica médica no convencional, no desde el estudio y la práctica clínica de dicha técnica, sino desde lo que la “ciencia” dictamina al respecto. Esa misma “ciencia” o, por mejor decir, sus correas de transmisión bien engrasadas por el Negocio, son las que le vienen dando p’al pelo por díscolo, mediante, en sus propios términos, la difamación y la mentira.
Un salto “cuántico” nos lleva del caso individual danés al colectivo español. La misma estrategia de difamar y mentir contra ejercicio médico díscolo, el mismo que sigue empeñado en explorar honestamente y aplicar prudentemente utilidades de técnicas no convencionales no “validadas” por esa misma “ciencia”. La misma urgencia por eliminar, prohibir, censurar y hasta perseguir preventivamente la libertad de conciencia y de prescripción. Las mismas correas de transmisión extendidas hasta la libertad de expresión de profesionales y público, si ella amenaza el Negocio. Gøtzsche y cualquiera que se salga del tiesto, todos son objetivo.
En sus afanes supremacistas y supresivos, los adalides de esa “ciencia” al servicio exclusivo del comercio tecno-médico, le darían la vuelta al título del libro de Gøtzsche para demostrar lo equivocado de su díscolo proceder:
Cómo sobremedicar en un mundo sobrevivido
Si, finalmente, la libertad facultativa y la autonomía del paciente les sobrevive. Claro.