Hace 4 años, a raíz de una experiencia vivida como paciente, empezó mi inmersión en la salud desde la perspectiva de género. A partir de ese momento he ido descubriendo un montón de datos que han cuestionado, condicionado y confío condicionarán mi actividad como médica de familia.
Sabemos que la forma de enfermar de hombres y mujeres es diferente. Las mujeres occidentales viven más años con peor percepción de salud (1). Consultan más en Atención Primaria (AP) (2), por ellas o en nombre de otros (parejas, hijos, personas dependientes). Sin embargo, el valor que concedemos a su relato es menor que el otorgado a los hombres.
Una mujer de buen aspecto con dolor puede presentar dificultades para que los profesionales que la atienden crean tiene dolor (3,4).
Los factores biológicos no son las únicas causas de enfermedad. Los factores sociales y, dentro de ellos, el género constituyen un eje transversal de desigualdad que interactúa con el resto de determinantes de salud (2,5).
El sistema sanitario es también un determinante de salud en sí y, mediante su actuación, puede introducir equidad o inequidad. Puede ignorar las diferencias por razón de género, mantenerlas con una atención inadecuada o reproducir, por su propia acción, las brechas y sesgos de género (5).
Los sesgos de género pueden producirse en el diagnóstico o a la hora de instaurar un tratamiento.
Un artículo publicado en 1991 en New England Journal of Medicine dio el pistoletazo de salida al conocimiento de los sesgos de género en la atención sanitaria. Determinaba que, a las mujeres ingresadas por cardiopatía isquémica en los hospitales de Harvard y New Haven, se les realizaba menos angiografías coronarias que a los hombres (6).
A pesar de haber transcurrido 3 décadas, en 2018 un estudio en la Atención Primaria suiza demostraba que, aún presentando la misma clínica, los hombres con dolor torácico tenían 2,5 veces más probabilidades que las mujeres de ser derivados a cardiología (7).
Las mujeres pueden describir un cuadro de cardiopatía isquémica de forma distinta. Será considerado como atípico, tomando como referencia las características clínicas masculinas (8). Incluso es relativamente frecuente en ellas que el infarto de miocardio curse sin dolor (9). Y no olvidemos que la principal causa de mortalidad femenina sigue siendo la cardiopatía isquémica.
El mismo sesgo ocurre en otras patologías como insuficiencia cardiaca (10,11), enfermedad isquémica cerebral (10) o insuficiencia renal (11).
En 2019 la revista Nature Communications publicó una investigación realizada a 7 millones de personas usuarias del sistema de salud danés durante 21 años. Concluía el retraso en el diagnóstico de 700 enfermedades en mujeres, entre ellas el cáncer, que se establecía 2,5 años más tarde en población femenina (12).
Existe una tendencia a considerar que los problemas de salud femeninos son de índole psicológico o psiquiátrico (13). La posibilidad de indicarles antidepresivos y/o ansiolíticos es mayor, aún incluso después de diagnosticarles una patología orgánica que explique la clínica (14). Juan Gérvas et al. concluyen que las mujeres son más propensas a sentir y expresar el malestar, con palabras o clínicamente. Esta mayor sensibilidad, interpretada como defecto, puede desbordar a los profesionales sanitarios e interpretarse como enfermedad mental que precisa terapias para “aprender a percibir y vivir el mundo con menos intensidad y a controlar la sensibilidad” o conducir a tratamientos farmacológicos variados (15).
Detrás del malestar de las mujeres pueden estar las condiciones de vida. La mayor implicación en las tareas domésticas y cuidado, o las consecuencias de la migración para cuidar a otros dejando a sus familias en el país de origen pueden condicionar su estado de salud.
La pobreza se escribe con nombre de mujer. Trabajos menos reconocidos con sueldos más precarios y jornadas reducidas no siempre deseadas (16,17,18). Creo que hemos de ser conscientes en nuestras consultas de las implicaciones para la salud de vivir en una situación de privación económica.
Además podemos olvidamos de interrogar sobre las distintas formas de violencia presentes en nuestra sociedad y que puede conducir a expresar clínica ansiosa-depresiva. Por ejemplo, el acoso sexual en el trabajo puede pasar a denominarse trastorno adaptativo y, de esta manera, transmitirle que es ella la que tiene que aprender a manejar el estrés y adaptarse ante una circunstancia tipificada como delito (21).
¿Sabías que el 10% de las mujeres viven con miedo a sus parejas masculinas, según destaca la Macroencuesta de violencia contra la mujer de 2015? (22)
Y este miedo puede esconderse en la consulta bajo el epígrafe de ansiedad, de manera que no ahondemos en la raíz del problema.
¿Y sabías que hasta un 27% de las mujeres jóvenes atendidas en AP han reportado antecedentes de abuso? ¿y que tenían 3 veces más de probabilidades de sufrir angustia y quejas somáticas y cuatro veces más de usar medicamentos? (23)
Diversas organizaciones se han hecho eco de la necesidad de revisar cómo se abordan las desigualdades de salud, identificar inequidades y poner en marcha estrategias para favorecer la equidad de género en su quehacer diario. En esta línea se pronunció la OMS en 2011 definiendo criterios para evaluar la sensibilidad de género en los programas y políticas sanitarias (24) o The Lancet en una edición especial de 2019 que llevaba por titulo «Advancing women in science, medicine and global health» (25)
Dicen que la medicina del futuro será feminista o no será. Yo también lo creo. Al menos la medicina de calidad. Ojalá desde Atención Primaria podamos contribuir un poco a ello.
Ana Dosio Revenga es médica de familia, trabaja en el centro de salud de Galdakao, es vocal de investigación y miembro del grupo de Inequidades de Osatzen. Especialista en Ética Sociosanitaria, pertenece al Comité de Ética asistencial de Atención Primaria de Bizkaia (CEAAPB).
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“Dicen que la medicina del futuro será feminista o no será.”
Difícil valorar futuribles sin definir, en este caso, “feminista”.
¿”Feminismo” en la cumbre, tras derrotar por siempre jamás al “machismo”? ¿Otro aspecto de la eterna pugna de los contrarios, de la reducción de la complejidad a una rudimentaria polarización de opuestos? Bien y mal, luz y oscuridad, progre y facha …
Tenemos futuro en una medicina al servicio, no de difusas ideologías (pan para hoy, hambre para mañana), sino de los intereses y las necesidades sanitarias de las personas reales, con independencia de su ideología particular.
Que no es poco.
Por supuesto, aportando también el “feminismo” su esfuerzo en nuestra aspiración colectiva de humanización de todo ámbito. También de la medicina.
https://icariaeditorial.com/novedades/4710-gestacion-nacimiento-y-crianza-desde-el-sur-9788418826146.html
Muchas gracias por tus comentarios, Marino.
De acuerdo contigo con la necesidad de humanización de todos los ámbitos y también de la medicina.
Ahora, no sé si he entendido bien ,pero no creo que feminismo sea lo contrario de machismo. Te dejo un video donde hacia el minuto 14 habla de estos dos términos.
https://www.youtube.com/watch?v=OoqP2SFQFc0
un saludo
Ana, gracias por compartir este material instructivo y ameno.
La ponente refiere en el vídeo, respecto a la guía que presenta, que cada uno de los epígrafes del índice sería una conferencia. Yo añado que, no un epígrafe, sino un solo término daría, da y dará para muchas conferencias. Qué digo, es propiamente la madre (con perdón) de todas las conferencias: feminismo. Ahora bien, ¿qué feminismo? La plasticidad del lenguaje, como el papel, lo admite todo.
De acuerdo con la ponente, y no es la primera que lo traslado como comentario en este formidable blog: el lenguaje condiciona el pensamiento, y éste la acción. Por tanto, cuestión de higiene mental personal básica:
– vigilar cada quien qué lenguaje configura nuestro pensamiento;
– diferenciar qué canales de comunicación lo nutren y cuáles lo intoxican, cuáles facilitan el desarrollo personal propio o lo embrutecen y lo embuten en la masa, al albur del relato dominante;
– priorizar las acciones que realmente humanizan nuestra existencia (ahora, la sanidad) por sobre ideología de advenedizos y advenedizas de turno, a menudo tirando ellas y ellos de una estrategia que siempre funciona: culpabilizar a la gente por sus actos… y por su lenguaje.
La polarización en contrarios como recurso simplificador de asuntos complejos. La ponente (14:16) dice “la gente piensa que machismo es lo contrario de feminismo: nada más lejos”. Y, Ana, refieres en tu réplica que no crees que feminismo sea lo contrario que machismo. Pero no cuesta comprobar que múltiples sitios de “antónimos” dan a esos términos esa condición, la de ser opuestos, contrarios. Que no guste que sea así, que quieran cambiarlo es otra cosa. Pero no, ceeo que “la gente” no se equivoca en este punto.
Para terminar, llama la atención que en la web del diccionario de la RAE no “estén” (ni se les espera, cabe conjeturar) ni “masculinismo“ ni “hembrismo”, que serían, quizás, los opuestos “naturales” de feminismo y machismo, respectivamente. En cambio, las definiciones de estos últimos términos incluyen un noble “principio de igualdad de derechos” para el primero y una rastrera “actitud de prepotencia” para el segundo.
Por algo se empieza.
… y en alguna parte se termina.
Porque ninguna ideología de ningún género debería aspirar a imponer a las personas lenguaje, pensamiento y acción.
La ideología, ahora el feminismo o los feminismos, propone mejoras en las condiciones externas para el óptimo desarrollo de LAS personas, mujeres y hombres, como bien dice la Sra. Guerrero en el vídeo. Pero no “instruye” a la mujer respecto a lo que se supone que tiene que hacer con su vida.
Las mujeres no somos tontas, dice la ponente.
Ciertamente. Por eso, el fortalecimiento (“empoderamiento”, diría el falso amigo anglo) en el camino vital personal es cosa suya, de LA mujer, de CADA mujer.
Nunca perdida. Mujeres y hombres nos lo recuerdan desde el ámbito musical, en este VC de Puro Chile:
https://youtu.be/3WcgjaJCpwQ
Creo que, en lo sustancial, estamos de acuerdo, Ana.
SaLuz.
muchas gracias, Marino, por los comentarios y el video.
un saludo