Fernando Fabiani es un genio de la divulgación médica. Y ya está. Hay gente que encuentra la tarea para la que está destinado y, sin duda, Fabiani la ha encontrado: contar en palabras sencillas cómo puede ayudar la medicina a las personas y, mejor aun -porque es más difícil-, cómo no puede ayudar. De hecho, su último libro «La salud enferma» es una obra desmedicalizadora absolutamente deslumbrante.
Tradicionalmente los divulgadores médicos han sido profesionales que desde una posición de visibilidad pública han contribuido a educar en salud entendida como «una herramienta básica tanto para la prevención de determinadas enfermedades como para su curación y/o rehabilitación«. Esta definición responde a una particular manera de definir la salud: estar sano es no tener enfermedades. Periodistas como Ramón Sánchez Ocaña o el recientemente fallecido doctor Bartolomé Beltrán se hicieron enormemente populares por hacer llegar información y consejos a la población sobre cómo cuidarse pero siempre desde la recomendación de visite a su médico, consulte al especialista o hágase usted tal prueba. La divulgación médica ha sido tradicionalmente medicalizadora y, yo diría, persecutoria.
Pues bien. Fernando Fabiani es un divulgador fundamentalmente desmedicalizador. La salud, según la entiende Fabiani, está en evitar DEMASIADA MEDICINA y vivir feliz. Su concepto de salud ya no es, por tanto, la ausencia de enfermedad sino la capacidad de vivir dichoso y tener capacidad para enfrentarse a los retos del día a día, incluso cuando se tiene una enfermedad. La salud como una manera de vivir autónoma, solidaria y gozosa:
«si tienes una o varias enfermedades, pero te sientes sano ¿estás acaso equivocado? Piénsalo ¿quién está más sana, aquella persona que, pese a no tener enfermedades, se siente enferma o aquella que teniendo enfermedades se se siente sana?»
Esta pregunta nos ayuda a saber su objetivo. Su libro no pretende prevenir «enfermedades» si no «no enfermedades». La prevención de la no enfermedad parece un absurdo lógico pero no lo es. En realidad la no enfermedad está acabando con los sistemas de salud públicos de todo el mundo por hacerlos insostenibles económicamente, injustos socialmente y peligrosos médicamente.
Ángel Ruiz Téllez en su imprescindible «A este lado del espejo» destacaba una investigación norteamericana del año 2000:
«Los estudios de Conrad et al, con datos del 2000, que ellos mismos consideraron infra estimativos, calculaban el coste de la «medicalización de los sucesos normales de la vida, o de la salud» en 77.000 Millones de $ USA, un 4% del P.I.B., frente al gasto de 56.700 M$ y 39.900 M$ que los americanos gastaban en enfermedades cardiacas y en cáncer, respectivamente»
Ya entonces se gastaba mucho más dinero en la no enfermedad que en las patologías cardiovasculares o el cáncer. Pero es que, además, atender a los no enfermos, que son los que fundamentalmente ocupan las consultas de atención primaria y gran parte de las de los especialistas focales, impide hacerlo bien con los enfermos que no consultan o que cuando lo hacen no consiguen sitio o tiempo suficiente de asistencia porque su médico está muy ocupado atendiendo a personas sanas que, además, están en grave riesgo de tener problemas derivados de esa atención médica que han buscado ansiosamente -pero que no necesitan- en forma de sobretest, sobrediagnóstico, sobre tratamiento o problemas de seguridad. Todo en orden.
La tentación es culpar a los no enfermos. De hecho, culpamos a los no enfermos. Frases como «es que la gente no aguanta nada» o «vienen por cualquier tontería» son las más habituales durante los cortos descansos para café en los servicios de urgencias o los centros de salud, probablemente, de todos los sistemas sanitarios públicos del mundo. Fabiani tiene una mirada más compleja, empática y, desde luego, no culpabilizadora. Su libro, por tanto, va dirigido a la ciudadanía pero es de obligada lectura también por los profesionales sanitarios. Porque somos parte del problema.
No es que Fabiani culpe a nadie. Su análisis es siempre comprensivo, lleno de ternura y humor. Se hace cargo. Cuando habla de los médicos, por ejemplo:
«Los médicos estamos programados para diagnosticar… Un paciente sin diagnóstico es como un año sin primavera.. si no hay un diagnóstico a los médicos nos parece que falta algo, que no hemos hecho bien nuestra labor. Nos sentimos un poco en una consulta interruptus«
Los que hemos tenido la fortuna de escucharlo en vivo y en directo sabemos que todos sus mensajes tienen mucho conocimiento detrás. Es liviano en las formas pero no superficial en los contenidos.
Si es usted un potencial no enfermo, y todos lo somos, tiene que leer este libro. Fernando Fabiani repasa de forma amena, informativa y con una enorme gracia temas profundos como el mercado de la salud y sus intereses (denunciando valientemente los conflictos de interés existentes y los consensos patrocinados), los peligros del Dr Google, las redes sociales, los influecers de la salud o los relojes cuentapasos, qué significan los asteriscos de su analítica, por qué los supermercados parecen farmacias y las farmacias parecen supermercados, los malestares emocionales, etc.
Si es profesional sanitario también hay que leer este libro. Además de aportar a pie de página las referencias bibliográficas de muchas de las afirmaciones que hace (algo que se agradece mucho) y, por tanto, servir de guión para la revisión técnica de muchos temas si se quiere profundizar, creo que ayuda -desde la saludable ironía y el reirse de uno mismo- a tomar conciencia del papel de los profesionales sanitarios en la creación de esta epidemia de no enfermos así como de la responsabilidad que tenemos para impedir que siga creciendo. Es un auténtico Manual de Prevención de la No Enfermedad
Brillante obra. Muchas gracias Dr. Fabiani.
Y además, el viernes 23 de febrero tenemos la suerte de poder tenerlo en Murcia. Entrada libre,
PD: Sus conferencias son magistrales.
Abel Novoa, es médico de familia y ex-presidente de NoGracias