Lo dice nada más y nada menos que Gordon Guyatt. En una interesante entrada del blog de Kevin Pho (el mejor blog médico en USA en el 2008), a pesar de la frecuencia de los conflictos económicos (52% de los expertos que elaboran guías de práctica clínica (GPC)  relacionadas con la diabetes en USA, por ejemplo), los conflictos intelectuales son más prevalentes.

Se define como conflicto de interés intelectual el que presentan expertos que debido al grado de especialización alcanzado son incapaces de realizar recomendaciones o participar en GPC con una visión amplia y contextual. Siendo ésto un problema, digamos, epistemológico que deriva de la misma idea de conocimiento especializado, lo problemático es que, con frecuencia, estos expertos participan en las GPC para poder incluir sus propios trabajos y publicaciones en ellas, dado que ello otorga más prestigio y más visibilidad a sus investigaciones.

Ambas consecuencias del conflicto de interés intelectual, falta de relevancia de las recomendaciones y sesgo en la selección de artículos, se están intentando controlar mediante nuevos procedimientos de elaboración de las GPC. La pionera ha sido The American College of Chest Physician  que incluye en sus políticas de declaración de conflictos de interés los «academic conflicts».

Para ello, le han quitado la última palabra a los ultra-especialistas y se la han concedido a los epidemiólogos clínicos y expertos en crítica de la investigación. Los primeros elaboran los contenidos que antes de ser publicados pasarán el filtro de los segundos. La ACCP ha optado por una posición intermedia en el debate iniciado por The Lancet, «Clinical experts or methodologists to write clinical guidelines?» en el que ya terciaba Guyatt.

Bien por la ACCP ¿O no?

(agradezco a Pepe Martínez haberme señalado la entrada en la que se ha basado este post)

Abel Novoa