https://www.rigshospitalet.dk/english/news-and-media/news/Pages/2018/november/status-of-the-situation-at-the-nordic-cochrane-centre.aspx

Peter Gøtzsche ha sido expulsado también del hospital donde trabajaba, el Rigshospitalet de Copenhague, sede del Centro Nórdico Cochrane.

No han servido las casi 4000 firmas de profesionales sanitarios y ciudadanos de todo el mundo y cerca de 1000 comentarios parecidos a estos: 

«El Dr. Gøtzsche tiene todo mi apoyo. Necesitamos un cambio drástico en el sistema en todo el mundo con respecto a la ética de la industria farmacéutica y los responsables que permiten su continua influencia» Paul Edmonds

«Apoyo plenamente la investigación independiente. Esto es muy necesario hoy en día donde la discusión y las decisiones basadas en las mejores pruebas están amenazadas. Peter G. siempre ha sido un modelo a seguir cuando se trata de la difusión imparcial de la investigación.» Jan Petersen

«¡Se necesita desesperadamente más transparencia en las estrategias en salud mental para detener tanto sufrimiento y muerte!» Ingrid Glass

«Reincorporad a Peter Gøtzsche. Él salva vidas; ciertamente salvó la mía y me hizo entender cómo la medicina puede llegar a ser un veneno.» Christa Larsen

«El profesor Peter C. Gotzsche es meticuloso y molesto por su capacidad para la identificación de la manipulación de los ensayos clínicos patrocinados por la industria y redactados por escritores fantasma. Su coraje, intelecto y dedicación son un ejemplo para nuestra profesión. Su labor continuada y entrega dentro de Cochrane ha sido esencial para mejorar la seguridad pública y para proteger a todos los pacientes de reacciones adversas a los medicamentos -graves y potencialmente mortales- tan a menudo negadas y ocultadas y que tanto sufrimiento causan a los ciudadanos.» Dr Tim Moss

La mayoría de las firmas de apoyo son de personas no conocidas pero hay muchas firmas de personalidades muy relevantes: 

Iain Chalmers (fundador de la Cochrane), Fiona Godlee (editora jefe del The BMJ), Ray Moynihan (Bond University, Australia), Tom Jefferson (University of Oxford Member, Cochrane Collaboration desde 1994), Margrete Auken (europarlamentaria), Lisa M. Schwartz y Steven Woloshin (Dartmouth Institute for Health Policy and Clinical Practice), Antonio Sitges-Serra (Catedrático de cirugía, UAB), Robert M. Kaplan (Stanford University), Rafael Bravo (médico de familia), Carl Heneghan (universidad de Oxford, Centro MBE), Luis Carlos Silva (Escuela de Salud Pública de La Habana, Cuba), Lars Jørgensen (Centro Nórdico Cochrane), Joan-Ramon Laporte (catedrático emérito de farmacología, UAB), Vinay Prasad (Oregon Health and Science University), Carme Valls Llobet (CAPS. Spain), Sergio Sismondo (Queen’s University, Kingston, Canada), Carlos Ponte (médico internista), Ana Rosengurtt (activist against mandatory mammography in Uruguay), Peter Doshi (University of Maryland, USA), Ildefonso Hernández-Aguado (catedrático de salud pública, Universidad Miguel Hernández), Courtney Davis (King’s College London), Ana Porroche-Escudero (Lancaster University, England), Javier Padilla (médico de familia), Salvador Casado (médico de familia), Maite Cruz Piqueras (Socióloga, Escuela Andaluza Salud Pública), Jerome P. Kassirer (Tufts University School of Medicine, Editor-in-Chief Emeritus, New England Journal of Medicine), Vanessa López (Fundación Salud por Derecho), Enrique Gavilán Moral (médico de familia, Polimedicados), Sidney M. Wolfe (Founder Public Citizen’s Health Research Group,), Claudina Michal-Teitelbaum (Preventive medecine. Lyon), Alejandro Jadad (Dalla Lana School of Public Health University of Toronto) 

David Healy ha escrito lo que podía ser el epitafio final de este lamentable y triste episodio: la destrucción de Peter Gøtzsche pone el peligro la salud pública mundial. 

Medicina Degradada por la Evidencia  

http://ijme.in/articles/the-crisis-in-cochrane-evidence-debased-medicine/?galley=pdf

El primer artículo de Iain Chalmers anunciando la creación de la Cochrane Collaboration  fue publicado en 1992 (1), siendo su misión revisar sistemáticamente las pruebas médicas con el fin de producir las pruebas científicas de más calidad posible (2). Cuando escribí «The Antidepressant Era» en 1995, pensaba que las revisiones sistemáticas eran la metodología más lógica y que era necesario su desarrollo (3). Aunque los fundadores vinieron de Canadá (Sackett y Enkin), Estados Unidos (Dickersin), Dinamarca (Gøtzsche) y otros lugares, a partir de mediados de los años noventa, el Reino Unido se convirtió en la sede de la Colaboración. Desde el principio, hubo tensión entre un grupo rebelde y otro más convencional dentro de la Cochrane (2). La idea de plasmar la Medicina Basada en la Evidencia en forma de directrices también tomó cuerpo en ese momento. En Gran Bretaña, en 1997, un gobierno laborista creó el NICE, que comenzó a publicar Guías de Práctica Clínica basadas en las revisiones Cochrane… 

En 2004, un mundo que nadie anticipaba, salió a la luz. Una revisión de la FDA de los ensayos con un antidepresivo pediátrico dejó claro que todos los estudios habían obtenido resultados negativos, que todas las publicaciones estaban escritas por empleados de las empresas farmacéuticas, que en todos los casos los datos eran inaccesibles y que los estudios publicados tenían resultados que estaban en desacuerdo con los revelados por los reguladores. Los datos sobre beneficios y daños habían sido gravemente distorsionados en las publicaciones y, después, en los principales medios de comunicación generalistas (5).

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC437671/

Esto llegó a un punto crítico en el año 2004, cuando el Estado de Nueva York presentó una acción por fraude contra GlaxoSmithKline (GSK), principalmente sobre la base del artículo, realizado por un escritor fantasma, que divulgaba el estudio 329 que defendía que la paroxetina funcionaba y era segura en niños que estaban deprimidos (a pesar de que los autores supieron durante la realización del ensayo que no funcionaba, optaron por manipularlo) (6).

https://www.thelancet.com/journals/lancet/article/PIIS0140-6736(04)16463-5/fulltext

Este escándalo llevó a revisores del NICE a publicar un editorial titulado «Investigación deprimente» que planteaba la pregunta de si en las circunstancias reveladas por estos juicios era posible realizar revisiones sistemáticas o redactar directrices (7). 

Las cuestiones de la falta de acceso a los datos y la escritura fantasma de las publicaciones ya eran «conocidas» en la Cochrane. Esta situación no se limitaba a los ensayos con antidepresivos pediátricos sino que era una práctica establecida en la industria (8). Sin embargo, Cochrane, NICE y otros organismos que elaboraban GPC ignoraron estos hechos. 

Peter Gøtzsche y, más tarde, Tom Jefferson, han sido las excepciones a esta regla. A partir de 2009, Gøtzsche comenzó a presionar al Defensor del Pueblo Europeo para que hubiera acceso a los datos de los ensayos clínicos e intentó poner el problema del acceso a los datos crudos de los ensayos en el mapa. Jefferson, con otros, persiguió los estudios perdidos del Tamiflu y, a medida que salieron a la luz, él y sus colegas fueron revelando la verdadera imagen sobre su eficacia (9). Este proceso ha llevado tanto a Gøtzsche como a Jefferson a pedir que las revisiones Cochrane fueran realizadas a partir de los datos de los Clinical Study Reports (CSRs) además de las publicaciones, y, últimamente, como la cuestión de los daños se había vuelto más importante, a cuestionar si las revisiones son posibles sin acceso a los datos. Sus esfuerzos han recibido el apoyo de algunos pocos de sus colegas.

Ante el bloqueo de los reguladores, el aparato de las Guías de Práctica Clínica, las revistas más convencionales y el escaso apoyo, los defensores del status quo se decidieron a atacar personalmente tanto a Gøtzsche como a Jefferson basándose en supuestas críticas a distintas cualidades personales. Ambos científicos han llamado las cosas por su nombre mientras la inmensa mayoría callaba. En el caso de Gøtzsche, estas cualidades personales, compartidas por otros rebeldes existentes desde el principio en la Cochrane, han sido la base para su expulsión en Septiembre de 2018. 

En 2012, la Colaboración Cochrane eliminó la palabra Colaboración de su denominación y se convirtió en una entidad más interesada en gestionar su marca: Cochrane™. Como director de un centro Cochrane y miembro del consejo Cochrane, Gøtzsche se enfrentó a la nueva dirección. Su manera franca de ser alineo en su contra a parte de la dirección de la organización.

https://www.bmj.com/content/352/bmj.i65

Además de estos problemas, a partir de 2012, Gøtzsche ha ido desarrollando una creciente literatura sobre los peligros de los antidepresivos (10) y, varias semanas antes de la reunión de la junta que llevó a su expulsión, Gøtzsche y Jefferson habían criticado públicamente una revisión Cochrane sobre las vacunas contra el VPH que les parecía no confiable y una traición a la misión principal de Cochrane (11). Esto provocó una gran crisis. Los miembros de la junta directiva de Cochrane se dividieron ante la inminente expulsión de Gøtzsche. Casi la mitad de la junta renunció. Un gran número de centros Cochrane en todo el mundo escribieron expresando su apoyo a Gøtzsche. 

Los centros Cochrane no están financiados por Cochrane™. Generan sus propios fondos procedentes de los gobiernos nacionales, provinciales u otras fuentes. De este modo, los directores de estos centros tienen una cierta independencia. Para los directores, sin embargo, los cálculos en cuanto a qué hacer no son tan simples. Los directores de los centros tienen «bocas que alimentar». Si bien el apoyo a Gøtzsche podría no acarrear necesariamente problemas, algunos directores parecen temer que si son expulsados de la franquicia Cochrane otro grupo podría establecerse en su zona y atraer la financiación como colaborador oficial de la organización central.

Cochrane y sus directores se enfrentan a una crisis. Cada decisión tiene consecuencias.

https://www.theguardian.com/society/2016/oct/20/jeremy-hunt-promises-better-mental-health-services-children-adolescents

En 2016, Jeremy Hunt, el entonces Ministro de Salud de Gran Bretaña, declaró que la salud mental de los niños era el mayor fracaso del NHS (12). A partir de 2016, el personal directivo de NICE asumió una política de facto para no incorporar a la plataforma directrices basadas en artículos escritos por empleados de las farmacéuticas o con datos no confiables. 

En 2018, los niños y su aparente deterioro mental estaban continuamente en los medios de comunicación de América del Norte y Europa. La BBC emitió un programa denuncia en horario de máxima audiencia (13); también un programa de radio (14), ambos sobre la salud mental de los niños y el uso de antidepresivos. 

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/29865094

Se informó en ambos programas sobre el contenido de un artículo entonces en prensa (15), en el que se señalaba que cada uno de los 30 ECAs con antidepresivos utilizados en la depresión infantil, en la que participaron más de 10.000 niños, habían sido negativos en sus resultados primarios y todos parecían mostrar un exceso de eventos suicidas cuando se comparaban con placebo.

https://www.cdc.gov/nchs/data/databriefs/db283.pdf

Ambos programas resaltaron, con datos de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades
(CDC) que, a pesar de los resultados negativos de estos estudios, los antidepresivos en este momento son los medicamentos más frecuentemente utilizados en adolescentes niñas, a excepción de los anticonceptivos orales (16).

En ambos programas se explicó que el Prozac (fluoxetina) había sido autorizado para su uso en la depresión pediátrica por los reguladores norteamericanos y europeos en 2001, basándose en dos estudios con resultados negativos. La aprobación tuvo lugar antes de que las preocupaciones acerca de la atención pediátrica fueran tan generalizadas. 

https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pubmed/26410011

Desde 2004, tanto reguladores como organismos que elaboran GPC han seguido defendiendo que los ensayos pediátricos con fluoxetina fueron positivos cuando, en realidad, en sus medidas de resultado primarios son negativos y, al igual que con otros antidepresivos, hubo más actos suicidas en niños que tomaron fluoxetina en comparación con el grupo placebo (en un ensayo 34 actos suicidas en el grupo de la fluoxetina; tres en el placebo), pero estos datos estaban efectivamente ocultos (17). Ambos programas se opusieron a la difusión de esta información. Uno (13) de los dos dejaron claro que habían preguntado a NICE en relación con los datos del Prozac y que NICE se había negado a comentarlo.

Como se ha señalado anteriormente, no hay nada inusual en el campo de la depresión en pediatría. Las pruebas en este ámbito se presentan de la misma tergiversada manera que en cualquier otro dominio médico.

https://www.bmj.com/content/362/bmj.k2562

A partir de 2018, la BMJ y otras revistas han publicado varias artículos sobre la disminución o el estancamiento de la esperanza de vida en varios países desarrollados (18, 19). No existe una opinión generalizada para explicarlo. Un posible factor que contribuye a ello radica en el hecho de que más del 50% de las personas mayores de 45 años en los EE.UU. ahora están tomando tres o más medicamentos, y más del 45% de los mayores de 65 años toman cinco o más medicamentos (20).

https://jamanetwork.com/journals/jamainternalmedicine/fullarticle/226051

Estos datos, unidos a las evidencia de que la reducción del número de medicamentos a menos de cinco distintos cada día tiene el potencial de reducir las tasas de hospitalización, mejorar la supervivencia y la calidad de vida (21), sugieren que la poli-prescripción podría tener alguna relación.

Las cifras actuales de consumo de medicamentos están ciertamente impulsadas por la combinación de la exageración de los beneficios y la ocultación de los daños de los fármacos que son publicados en artículos escritos por autores fantasma profesionales pagados por la industria, junto con la falta de acceso a los datos reales de los estudios realizados. Si esta circunstancia tiene un efecto comparable en la salud de la población general, como parece estar sucediendo con la salud mental de los niños, entonces la crisis actual en Cochrane representa un momento decisivo en la historia médica moderna. 

Mientras que se puede entender que cada director de un centro Cochrane tenga responsabilidades con las bocas que tienen que alimentar, ¿cómo puede la Cochrane justifica haber tolerado 15 años de revisiones basadas en artículos escritos por autores fantasma y sin acceso a los datos reales de los ensayos clínicos? Seguramente, esta ha sido la traición más profunda cometida contra la misión principal de Cochrane desde su creación.

BIBLIOGRAFÍA