La menopausia, como proceso vital, ha sido sometida bajo dos ejes de discriminación: por género y edadismo. Por ser mujer y encima envejecer, un doble castigo. Los cánones de belleza y de aceptación social discriminan continuamente la mujer y aún más en esta etapa vital dónde ya no “es útil” a la sociedad por no procrear. Además, se relacionó la morbilidad asociada al envejecimiento de la mujer (artrosis, dolor, …) a la menarquia, con una ceguera absoluta a las diferentes exposiciones previas entre hombres y mujeres (doble jornada laboral, condiciones laborales, cuidados familiares, …), pudiendo ser estas explicativas de la morbilidad. En este contexto, la industria farmacéutica lanzó en los años 90 un tratamiento hormonal sustitutivo (THS) en forma de parche que “evitaba” lo peor de los años venideros en una mujer: osteoporosis, problemas cardíacos…en resumen: envejecimiento. La campaña fue un éxito: se pasó del 1,3% al 7,2 % de las mujeres con THS en el período 1990-2001. La asociación de menopausia con envejecimiento ha sido una constante y ha calado tan profundamente que continúa manteniéndose en las creencias de la propia mujer. Ello también ha contribuido el desconocimiento de la mujer de su propio ser, y en particular de sus órganos sexuales femeninos y sus cambios fisiopatológicos, configurando un terreno perfecto para difundir la “miedicalización” de procesos vitales que requieren más bien de atención y comprensión.
Si bien su uso fue generalizado, alcanzando un 7,2% de las mujeres mayores de 40 años en España en 2001, se estima que el 2014 fue de un 0,2%. Esta disminución en la prescripción de medicamentos THS ha sido el reflejo de diferentes estudios publicados durante la primera década del 2000. Entre los más destacados el de la Women’s Health Initiative Investigators donde se alertaba del riesgo cardiovascular y el Million Women Study donde relacionaba el cáncer de mama con la THS. Ambos análisis fueron replicados en otros contextos y cohortes publicados en revistas de alta calidad científica (JAMA 2003, JAMA 2003, The Lancet 2020) obteniendo las mismas conclusiones: los beneficios de la THS en mujeres menopáusicas no superan el riesgo cardiovascular y de cáncer de mama. A raíz de esta reiterada evidencia, la mayoría de los protocolos y guías clínicas modificaron sus recomendaciones y añadieron advertencias en su uso (NICE 2015, AEMPS 2002, AEMPS 2008). El perfil de usuarias también ha ido modificándose según las recomendaciones, en el año 2000 las mujeres de >50 eran las más prevalentes, en los últimos años las mujeres de 40-50 reciben la mayor parte de THS (ver figura 1).
Figura 1. Recetas facturadas THS por el SNS según grupo de edad, 2016-2021 Cataluña
Fuente: Portal de Dades obertes de Catalunya. Receptes facturades al Servei Català de la Salut.
Las principales consecuencias clínicas del cese de la producción de hormonas por el ovario son fundamentalmente dos: los sofocos y la sequedad de la piel y vagina, pudiendo ocasionar molestias en las relaciones sexuales. Es relevante, que si bien el sistema nacional de salud (SNS) financia la THS, excluyó en marzo del 2014 tratamientos de efecto local vaginal con promestireno (Colpotrofín) o estradiol (Vagifem). Estos medicamentos con efecto local (con muchos menos riesgos que los tratamientos sistémicos) eran utilizados por muchas mujeres para tratar la sintomatología leve de la menopausia (ver figura 2) mediante el SNS.
Figura 2. Usuarias de medicamentos THS en población >40 años según ATC5 2006-2021 en Cataluña
Fuente: Portal de Dades obertes de Catalunya. Receptes facturades al Servei Català de la Salut.
La comparación es odiosa pero el SNS sí incluye el tratamiento de la disfunción sexual masculina; por el contrario, cuando esta es femenina (la sequedad vaginal es una de las principales causas de disfunción sexual femenina) el abordaje es muy distinto. Lo que genera un sesgo de género médico en el tratamiento de las disfunciones sexuales.
Recientemente ha resurgido al unísono la campaña: “la menopausia infratratada”. Diferentes medios de comunicación han abonado el terreno para sembrar dudas e incertidumbres, tanto en la comunidad médica cómo en la propia mujer, de un proceso vital ya de por si cargado de tabúes y con cierto desconocimiento de los cambios fisiopatológicos que conlleva.
Titulares de dichas “noticias” con “rigor” periodístico, que no científico…
Todas ellas sacadas de la misma nota de prensa ( que podéis consultar en este enlace)
Aunque los medios de comunicación han abonado su parte, la institución impulsora de este “Nuevo informe” ha sido la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia.
En la misma nota de prensa de la que los medios han hecho eco sin contrastar la información, comentan que “sólo el 4% de las mujeres están tratadas frente al 20% de hace 20 años”. No hay referencia de dichos datos. Lo que sí sabemos con datos del SNS de Cataluña (ver figura 1), es que en 2006 había más mujeres tratadas, principalmente con medicamentos con promestireno o estradiol por vía vaginal. Al dejarse de financiar dichos medicamentos se redujo notablemente las mujeres con THS. Ello no quiere decir que las mujeres que lo necesiten no tengan el tratamiento adecuado. La perversión de los números es terrible, solo con datos contrastados pueden silenciarse los sesgos.
Otra proclama repetida de la nota de prensa es que este nuevo enfoque de la menopausia está respaldado por muchas asociaciones científicas. Si estas asociaciones científicas tienen los mismos colaboradores que la misma impulsora (Asociación Española para el Estudio de la Menopausia) pongo en duda el rigor científico y su intención. Para poner un ejemplo; los socios colaboradores de la Asociación Española para el Estudio de la Menopausia: Organon (lab. farm. con Boltin y Duavive en el mercado), Procare Health (lab. farm. “para la salud y el bienestar de la mujer”), Shionogi (lab. farm. para la atrofia vulvar), Isdin (lab. farm. con Eviana, Vagifem, Activelle, Duofemme, Trisiquens) y Lacer (lab. farm. con Intrarosa); todos ellos con medicamentos para THS.
Figura 3. Socios colaboradores de la Asociación española para el Estudio de la Menopausia.
Fuente: https://aeem.es/aeem/socios-colaboradores/
¿De verdad las mueve generar nueva evidencia, conocimiento y rigor científico? ¿O las mueven otros fines más lucrativos?
La creación en los últimos años de “asociaciones médicas” o “asociaciones de pacientes” financiadas por los mismos laboratorios farmacéuticos son tapaderas fantasma para crear un relato de demanda y medicalización fácil de vender. Invierten gran cantidad de dinero en marketing y publicidad, generan contenidos y guías clínicas e influyen en la formación y praxis de los profesionales médicos. Además, con la connivencia de la prensa difunden mensajes sesgados y desinforman la población.