Hace diez años, tomé Lexapro (escitalopram) 20 mg, durante 1 año y 4 meses. Al principio, me sentí muy bien, mi ansiedad desapareció de repente. Nunca había tenido problemas de depresión antes de tomar la medicación, sólo de ansiedad. Pasaron los meses y empecé a sentirme como un robot sin sentimientos, pero mi sexualidad no se vio muy afectada. Solo una ligera disminución de libido que generalmente le ocurre a mucha gente cuando toma este tipo de fármacos.
Mis problemas empezaron en cuanto dejé de tomar la medicación. Pocos días después de dejarla, noté que mi libido no volvía y que ya no era capaz de sentir atracción romántica. Básicamente me volví asexual y arromántica de la noche a la mañana. Mis sensaciones eróticas genitales desaparecieron a la par que el interés por las personas del otro sexo (soy heterosexual). Estamos hablando se síntomas brutales como anestesia genital, falta de deseo total, cero libido, anorgasmia -en cuanto al espectro físico – y de erradicación de la atracción por el sexo opuesto, fantasías eróticas y romanticismo en el terreno de carácter emocional.
El síndrome de desconocidas causas por el momento me transformó en una persona que no quiero ser, simplemente porque esta no soy yo.
Nadie está preparado para que le arrebaten ciertas cosas que se toman por descontado como la capacidad de sentir atracción por alguien o de enamorarse. Es algo que no se espera y de lo que nadie avisó como una posibilidad al empezar a tomar las pastillas. Se me ha arrebatado aspectos básicos de mi personalidad y de mi manera de relacionarme con el mundo y la gente. Por supuesto que ha puesto en jaque mi posibilidad de conectar emocionalmente con una pareja y formar un vínculo en la vida. Algo que siempre he deseado.
No se si es posible que alguien sin Disfunción Sexual Post ISRS (PSSD en sus siglas en inglés) pueda imaginar el efecto brutal que puede tener en la salud mental de alguien que unas pastillas te anulen como ser emocional y sensual. En mi caso desarrollé una depresión grave con un cuadro de ansiedad exacerbada que me llevó a estar muy cerca de quitarme la vida. La depresión continúa pero no me ha quedado otra que desarrollar mecanismos de afrontamiento.
Al inicio de esta pesadilla no comía, no dormía, solo lloraba y me tiraba al suelo rogando que me devolvieran mi cuerpo y mi mente día y noche. Estuve suicida por mucho tiempo: El nivel de sufrimiento era tan extremo que de no haber tenido a mi familia con toda seguridad me habría ido de este mundo.
Continúa siendo muy duro. Es un peso que te acompaña las 24 horas del día, los 356 días del año y que te lleva a veces a bajones que debes superar sí o sí porque no hay tratamiento ni nada que mejore los síntomas. Estoy incapacitada para lo que hace humanos a los humanos: las emociones, la vinculación afectiva.
Con el paso del tiempo me di cuenta de que había perdido incluso más cosas: no disfrutaba de los acontecimientos y hobbies como antes… la vida se siente aburrida y carente de chispa. Planear un viaje, escuchar música, salir al campo no da la gratificación que la gente normal experimenta. Le llaman en psicología anhedonia. La vida es más plana y le falta color. Aún así obligo a mi cerebro a experimentar, porque solo a veces, veo un rayo de luz y algo me despierta ilusión, amor o alegría.
Me enfrasco en actividades sin ganas y me obligo a sentir cosas a través de la lectura o los vídeos cuando tengo algo de tiempo.
Diez años después sigo experimentando los mismos síntomas, no he recuperado nada. Solo el insomnio se fue y gracias a ello estoy capacitada para el trabajo.
No he sido capaz de adaptarme a la persona en la que me he convertido debido a la medicación. ¿Cómo admitir la sombra de lo que fui? ¿Cómo conformarse con la soledad, la apatía, el aburrimiento crónico y la asexualidad? Pasan los días y pienso en lo que será de mí, siento que siempre estaré sola por culpa de una medicación, además tengo que trabajar y relacionarme sin ganas. En mi trabajo, de hecho, ayudo a rehabilitarse a personas que atraviesan depresiones por motivos que considero de una índole ridícula en comparación con lo que enfrento cada día y he de poner buena cara y ayudarles como terapeuta…
Necesito que se reconozca la existencia del PSSD. Todas las víctimas sufrimos la negación de nuestros síntomas por muchos miembros de la comunidad médica pese a que organismos como la Agencia Europea del Medicamento incluyen ya en algunos prospectos de ciertas marcas de antidepresivos la advertencia de la disfunción sexual persistente, así como en el DSM-V que manejan los psiquiatras.
Por supuesto, no hay ayuda psicológica ni bajas médicas si te hundes un día. Me considero una persona muy asertiva y con las ideas claras y siempre agradeceré ser parte de PSSDNetwork: una ventana a la esperanza donde otras víctimas como yo luchamos por el consentimiento informado y autofinanciamos la investigación del síndrome entre otras actividades de carácter siempre positivo.
En nuestras webs (incluendo la página en castellano) encontraréis artículos científicos serios y las publicaciones de investigación que hay hecha hasta ahora, una información extensa sobre PSSD y relatos y vídeos de otros pacientes como yo junto con las numerosas apariciones en prensa, blogs y TV.
Para cualquier consulta o colaboración, escríbeme un correo a pssdsyndrome@gmail.com
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