Fiona Godlee , en un editorial del BMJ estima que el médico tiene que declarar a los pacientes (y también a sus colegas) las relaciones financieras con la industria. ¿Cuánto deben saber mis pacientes y colegas sobre lo que me están pagando y por qué? Casi todo.

En una carta abierta al Consejo Médico General del Reino Unido, Margaret McCartney y sus colegas dicen que los pacientes deben conocer  lo que las compañías farmacéuticas pagan a sus médicos. Por el momento no existe un mecanismo formal para hacerlo, pese a la evidencia de que tales pagos influyen en las decisiones clínicas. Por su parte, Leana Wen, médica en Washington, DC, reclama «profesionalidad renovada», una transparencia total que no oculte a los pacientes los conflictos financieros.

Las sumas de dinero que se pagan a los médicos pueden ser importantes, especialmente en EEUU. Chuck Grassley: los pagos no declarados pueden ascender a varios millones de dólares. En el Reino Unido es menos, pero un médico académico de alto nivel, John Bell, de la Universidad de Oxford, recibió £ 260 000 en el año 2011 de Roche. Esta información sólo se encontró después de «cavar» en las cuentas de la compañía. Para la mayoría de los médicos las sumas son mucho más pequeñas, y en muchos casos, no hay relaciones financieras. Pero los pagos a los principales líderes de opinión, por hablar o escribir en nombre de una empresa, se han generalizado.

Las actitudes parecen estar cambiando. GlaxoSmithKline anunció recientemente que va a dejar de pagar a los médicos para comercializar sus medicamentos. Una muestra de la gravedad de la situación actual. ¿Por qué pensamos alguna vez  que era lógico que los médicos se involucrasen en el marketing?

Los autores de ambos artículos del BMJ de esta semana han creado sitios web: whosmydoctor.com y whopaysthisdoctor.org, para poder hacer declaraciones voluntarias; pero la declaración debe ser obligatoria,  como lo es el consentimiento informado.

No todo el mundo dará la bienvenida con los brazos abiertos a este tipo de movimientos. Cabe incluso una minoría hostil, pero las declaraciones de conflictos de interés ya son una práctica estándar para la publicación en revistas médicas y lo mismo debería ser en nuestra relación con los pacientes.  En el BMJ