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La medicina está rota. Prácticamente todas las decisiones que los médicos tomamos están bajo sospecha. Cada vez que prescribimos un nuevo medicamento a un paciente hemos de preguntarnos si los ensayos clínicos que demostraban su eficacia estaban diseñados para obtener resultados positivos, o si la síntesis de evidencias que han utilizado las guías de práctica clínica tomaron en cuenta la posibilidad de que hubiera estudios no publicados con resultados negativos o si, directamente, se manipularon los resultados. Muchos profesionales sanitarios se sienten en su trabajo como un cura que está dejando de creer en Dios

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En este artículo, los autores se posicionan claramente con aquellos que consideran la financiación de los ensayos clínicos por la industria un sesgo en sí mismo, y abogan por cambiar radicalmente los procesos de testado de los medicamentos, defendiendo que los lleven a cabo organismos independientes. Además, opinan que el hecho de que un ensayo clínico esté financiado por la industria debe ser un criterio que disminuya automáticamente la categoría de calidad asignada a la evidencia.

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http://www.nogracias.eu/2014/01/17/deberian-las-revistas-medicas-dejar-de-publicar-ensayos-clinicos-financiados-por-la-industria/

Hace unas semanas, Richard Smith y Peter Gøtzsche se mostraban contrarios a seguir publicando ensayos financiados por la industria, «porque hacen daño».

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http://www.nogracias.eu/2014/01/17/deberian-las-revistas-medicas-dejar-de-publicar-ensayos-clinicos-financiados-por-la-industria/

La iniciativa Alltrials es fundamental, pero insuficiente. Y a pesar de su limitado alcance, está siendo duramente atacada y en la actualidad existe la amenaza cierta de que los acuerdos comerciales que está negociando la UE con el gobiernos EE.UU., o maniobras de la propia EMA, dejen los modestos avances conseguidos en agua de borrajas. 

La transparencia no conseguirá contrarrestar el sesgo básico: el método científico lo soporta todo y, por si mismo, no es capaz de controlar los sesgos de intención que existen en los ensayos patrocinados que se afanan por encontrar resultados positivos en los experimentos.

La diferencia entre un cura y un médico es que creer en la ciencia no era una cuestión de fe sino de razón. Lamentablemente, los intereses comerciales están acabando con la posibilidad de que la ciencia biomédica siga estando al servicio de los ciudadanos y sus necesidades en salud. Los médicos se están convirtiendo en gestores de productos apoyados por «evidencias científicas» que serían una broma si no fuera porque se está poniendo en peligro la salud de la población.

Las tácticas manipuladoras del conocimiento científico que emplea la industria farmacéutica, no están dejando espacio para el equilibrio: o fe ciega e irracional en los beneficios de los medicamentos (un engaño bien codimentado por la estrategias de publicidad de la industria) o el agnosticismo, cada vez más radical. 

Pero, insistimos, no es el método científico sino la intención. Para volver a creer en la investigación clínica será necesario un cambio donde la transparencia sea una condición necesaria básica. Pero cada vez parece más importante la recuperación del control de clínicos y académicos independientes del diseño y desarrollo de los ensayos clínicos.

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http://www.nogracias.eu/2014/07/01/medicina-basada-en-la-evidencia-un-movimiento-en-crisis-bmj-junio-de-2014/

Y como defiende Trisha Greenhalgh y col. en este artículo fundamental, también hemos de mejorar los procesos de adquisición de conocimiento y de toma de decisiones (tanto en sus aspectos más cognitivos como en los relacionales). Desde los protocolos al juicio clínico. Puro profesionalismo al servicio de los pacientes y de la sociedad

Lo que parece claro es que la industria no puede seguir siendo la única responsable de probar la eficacia de los medicamentos que desarrolla. Como dice este artículo:

«¿En qué estábamos pensando asumiendo que la industria sería capaz de proporcionar evidencia objetivas sobre productos que han desarrollado, en las que creen y de los que quieren beneficiarse?.. No se puede ser juez y parte»

 

Mosterín, en su última y recomendable obra «Ciencia, filosofía y racionalidad», escribe:

«Todos los grupos étnicos, ideológicos o tradicionales han tenido algún tipo de ideas y conocimientos acerca de su entorno y del mundo en general. Pero la ciencia y la racionalidad científica son algo nuevo. Así como en la evolución biológica de vez en cuando se producen novedades (surge la vida, o la fotosíntesis, o los dinosaurios), lo mismo ocurre en la evolución cultural. Esta gran empresa de racionalidad teórica colectiva que es la ciencia se distingue claramente de las ideologías e idearios tradicionales por ciertas características propias, como la consistencia, la objetividad y la provisionalidad» 

Ser cura y no creer en Dios conduce a la melancolía.

Seguir debilitando la ciencia biomédica para convertir la asistencia sanitaria en un gigantesco centro comercial, es mucho más peligroso que quedarnos sin dios: para los pacientes, para la credibilidad de los profesionales y, sobre todo, para la confianza social en esta «gran empresa de racionalidad teórica colectiva», única en la historia de la humanidad, que es la ciencia.

Dios nos salve.