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Uno de cada cinco canadienses toma una estatina  diaria para reducir el colesterol, en canadienses mayores de 65 años es el  50% de población.  Uno de los principios más preciados de la medicina: “lo primero es no hacer daño”,  parece pintoresco y anticuado ante el lema de “muérase con el colesterol más bajo posible”, rodeado de un mar de propaganda.

Para Alan Cassels, hay tres cuestiones que se pueden considerar irrefutables sobre la eficacia  y la seguridad de las estatinas: 1.) Son útiles para  para un pequeño subconjunto de hombres que tienen enfermedad del corazón, porque no se trata de bajar los niveles de colesterol, sino de prevenir un ataque cardíaco o un derrame cerebral. 2) la mayoría de las personas que actualmente toman estatinas no es probable que tengan un beneficio neto en su salud;  3.) Todos los que toman estatinas se exponen al riesgo de sufrir daños.

El año pasado, el British Medical Journal (BMJ) publicó un informe señalando que  no hay beneficio para las personas que tienen un riesgo inferior al 20% de un ataque al corazón en los próximos 10 años. Y que, a partir de estudios observacionales, un 18-20% de los pacientes no toleran el fármaco debido a efectos secundarios, que incluyen fatiga, dolores musculares, problemas de estómago, pérdida de memoria a corto plazo y disfunción eréctil, entre otros. En respuesta a este informe, un grupo influyente en  el Reino Unido – Colaboración de los Cholesterol Treatment Trialists ‘(CTT), pro- estatinas, acusa al BMJ  de “matar a la gente”, criticando el informe porque  los efectos secundarios son menores del  18-20%. El  BMJ publicó una corrección, indicando que los efectos adversos eran efectivamente del 9% en lugar del referido 18%. Pero la corrección no satisfizo al CTT, exigiendo del BMJ una retractación del informe. En realidad, todo el asunto apesta porque estamos ante una intimidación de los fabricantes de estatinas, empeñados en levantar una cortina de humo sobre los efectos adversos de las estatinas, atacando la integridad y la independencia de una revista médica…

Se beneficiarán de las estatinas los hombres de “alto riesgo” porque reducen en  un 4-5% el riesgo de un ataque al corazón o un derrame cerebral en cinco años por la ingestión de una estatina diaria. Pero no hay pruebas en  mujeres,  ancianos y hombres de «bajo riesgo» (es decir, la mayoría). Los perjuicios son más discutibles, los grandes ensayos con estatinas, financiados por sus fabricantes, muestran un nivel muy pequeño de efectos adversos. Sin embargo, otros estudios de casos o estudios observacionales, refieren que uno de cada cinco usuarios de estatinas experimentará efectos adversos.

Una segunda historia. En un informe de investigación elaborado por la Australian Broadcasting Corporation (ABC), la  periodista Maryanne Demasi, examina en un programa de Televisión de la cadena,  los efectos de las estatinas, entrevistando  a una amplia gama de investigadores y médicos, con críticos y  defensores de las hipótesis de estatinas. La aparición de argumentos críticos fue motivo de denuncias a la cadena televisiva y la exigencia de una auditoria para revisar el programa. Aunque la conclusión de la auditoría dictaminó que  el trabajo periodístico era “equilibrado”, fue finalmente retirado de las emisiones de la ABC.

En resumen, este tipo de prácticas, no sólo afectan a los funcionarios de la Australian Broadcasting Corporation o al British Medical Journal; afectan a todos los periodistas de todo el mundo para que estas controversias no lleguen a los consumidores y puedan tomar decisiones médicas informadas. Una  nueva era de la autocensura ante los  problemas de los productos farmacéuticos, Como se pregunta el cardiólogo e investigador francés Michel de Lorgeril ¿por qué los medios de comunicación tiene miedo de revelar el mayor escándalo médico de los tiempos modernos?»