teresa-forcades

Fotografía de la Dra. Forcades por Joana G. Grenzner. Publicada en pikaramagazine.

Teresa Forcades i Vila es médica, teóloga y monja del Monestir de Sant Benet de Monserrat, en Barcelona. Su amplia formación en salud pública, junto con su oratoria poderosa y asertiva, la convierten en una persona de referencia en temas siempre polémicos y de actualidad, como las vacunas, las medicinas alternativas y el papel de la industria farmacéutica, pero su ideario traspasa las fronteras de la medicina y la teología. Tiene fama, bien ganada, de polifacética y de combativa. Además de una intensa actividad política y divulgativa, ofrece talleres sobre libertad trinitaria, teología feminista, justicia social y medicalización, con especial énfasis en las poblaciones más desfavorecidas o vulnerables (niños, mujeres, ancianos).

Con esta entrevista inaugura el blog Demedicalize-it! Os aseguro que no dejará indiferente a nadie…

Más en su página web personal.

 

Mire el siguiente anuncio y el consiguiente vídeo.

[youtube]https://www.youtube.com/watch?v=Cq-0ErtiyyA[/youtube]

¿Qué se le ha pasado por la cabeza al hacerlo?

Me ha venido a la cabeza la palabra ‘desmedicamentalización’, palabra que considero clave en el tema que nos ocupa puesto que incluye casi completa la palabra ‘medicamento’ y la une con la palabra ‘mentalización’ (en catalán el juego de palabras es completo; en castellano solo falta la ‘o’ de medicamento). Este juego de palabras permite visualizar los dos componentes esenciales de la medicalización: el componente externo determinado por los intereses económicos de las grandes empresas del medicamento y el componente interno constituido por los deseos y la capacidad de tomar decisiones que tenemos las personas (tanto las/os profesionales sanitarios como las/os pacientes). Las afirmaciones del video son publicidad engañosa y como tal debería ser denunciada y prohibida, pero no debemos esperar a que el cambio venga desde arriba. El cambio de mentalidad (des-mentalización) sólo puede empezar desde abajo y «No Gracias’ es una iniciativa excelente en este sentido.

Carlos es estudiante de sexto de medicina. Un estudiante sensible a la demolición social ejecutada por las excavadoras de los mercados. Se tomó muy en serio eso de que la medicina va más allá de las cuatro paredes de un consultorio o la habitación de un hospital. Y pasó a la acción. Pero le va a costar caro. Tres años de su libertad por una sentencia «ejemplarizante» que atenta a las bases de la defensa de las libertades ciudadanas. ¿Está la práctica médica reñida con el compromiso social y la acción política?

La práctica médica está reñida con dar apoyo a los recortes sociales y a las políticas que los impulsan puesto que, tal como han demostrado David Stuckler y Sanjay Basu, por cada 100€ de recorte en prestaciones sociales en los países de la OCDE ha aumentado un 1% la mortalidad general (cf. Por qué la austeridad mata, ed. Taurus). Todo mi apoyo desde aquí para Carlos y Carmen.

Desahucios, desempleo, falta de expectativas, saqueo de lo público, corrupción, desafección política… ¿Todo esto está pasando factura en la salud de la gente? ¿Qué es lo que lee usted en la mirada de los que más estań sufriendo la crisis?

Mis compañeras médicas de los centros de salud de Cataluña creen que en un tanto por ciento creciente de los casos su diagnóstico médico debería ser ‘paro’, ya que esta es la verdadera causa que se esconde tras la etiqueta médica de contractura muscular, gastritis, insomnio, ansiedad o depresión. En lugar de organizarse profesionalmente para señalar la verdadera causa de los problemas de salud de mucha gente, se establecen protocolos médicos que impiden identificarla e individualizan el problema, despolitizándolo y farmacologizándolo.

Muchas de esas personas terminan acudiendo al médico pidiendo ansiolíticos o buscando amparo en las consultas de psicólogos. ¿No se está haciendo una lectura medicalizada de los efectos de la crisis? Y, sobre todo, ¿cómo darle la vuelta a la tortilla?

Ya lo respondí antes: sí. Para dar la vuelta: creo en la organización social, desde abajo. Es un camino lento, pero es el único.

Sin duda, otra salud pública es posible. Usted misma proponía en un reciente texto cuatro principios básicos para poder alcanzar ese fin. Analicémoslas. La primera es la independencia frente los intereses comerciales. ¿Es posible que el conocimiento científico y médico esté libre de contaminaciones comerciales? ¿Es posible escapar del control estatal sobre el individuo en materia de salud?

Creo que no es posible en el sistema capitalista ni en los sistemas de economía planificada. Yo estoy a favor de una sociedad anticapitalista que defienda la propiedad privada y la iniciativa privada en economía, pero que evite la acumulación de capital. En contra del estereotipo que sitúa la economía capitalista y el control estatal en las antípodas, es posible demostrar tanto mediante un análisis histórico como en un análisis de la actualidad que el poder económico capitalista siempre ha tenido sometido al poder político. No hay más que ver cómo se financian los partidos. ¿Por las cuotas de su militancia? No. Por donaciones ocultas y no transparentes de los grandes poderes financieros e industriales. Creo que el primer paso es darnos cuenta de la falsa dicotomía libertad-igualdad. Solamente en libertad es posible la igualdad y a la inversa. A partir de aquí, debemos crear nuevas instituciones democráticas que permitan un control popular efectivo de los cargos representativos (ej. revocatoria en caso de incumplimiento del programa electoral), y empezar a tomar decisiones sin las dependencias económicas que tienen los actuales partidos. A todos los niveles, el objetivo debe ser evitar al máximo que se separe a los que toman decisiones de los que deben ejecutarlas. Este es el principio democrático básico. Es decir, lo contrario de lo que está ocurriendo en los hospitales y centros médicos, donde se multiplican y se hipertrofian los cargos de gestión y se ponen en manos de economistas, publicistas, gestores culturales y expertos en comunicación, todos ellos ajenos al acto terapéutico. Los cargos de toma de decisiones los deben ejercer los mismos profesionales sanitarios de forma rotativa; debe evitarse a toda costa ‘la casta dirigente’.

La segunda propuesta es la desmedicalización. Según usted, desmedicalizar pasa por desvincular la salud del mercado y «cambiar nuestra manera de pensar en el sentido de la vida». ¿El auténtico empoderamiento pendiente es poder conservar el significado personal de la salud y la enfermedad, de la vida y de la muerte?

Conservar el significado personal de la salud, la enfermedad, la vida y la muerte significa ser consciente de la diferencia que existe entre la ciencia y el cientifismo. La ciencia es consciente de sus límites. El cientifismo no. La ciencia acompaña a la subjetivación humana. El cientifismo la sustituye.

¿Qué más propuestas van en la línea de la desmedicalización, además de las citadas?

Desmedicalizar pasa por asumir la responsabilidad individual, pero pasa sobretodo, por asumir la responsabilidad colectiva, política, en los procesos de enfermedad. Pasa por reconocer que los determinantes más importantes en salud no son los genéticos ni tampoco, salvo excepciones, el comportamiento individual, sino los ‘determinantes sociales’, es decir, el nivel de pobreza. En Barcelona la diferencia en esperanza de vida entre un habitante de un barrio humilde (Nou Barris) y un barrio privilegiado (Pedralbes) es de ocho años.

La tercera propuesta es la de abrir el abanico terapéutico de la financiación pública a alternativas como la homeopatía y la acupuntura. Dejando a un lado las escasas evidencias que sustentan algunas de estas terapias: en los últimos años están emergiendo algunas empresas que imitan los mismos vicios que la industria farmacéutica que usted tanto critica (marketing agresivo, información sesgada, patrocinio de formación sanitaria). ¿No será desvestir un santo para vestir otro?

No debemos dejar a un lado las escasas evidencias que sustentan algunas de estas terapias. Debemos analizar críticamente la evidencia en cada caso. Por ejemplo, la vacuna de la gripe anual no está basada en la evidencia. ¿Por qué se realiza? Por no hablar de la vacunación contra el virus del papiloma humano. Recientemente estuve en una charla con la presidenta de la Asociación de Afectadas por la Vacuna contra el VPH, que es la madre de una de las jóvenes de Valencia que estuvo en coma. La evidencia en medicina es fundamental y la lucha contra la transparencia en la investigación médica es feroz. Ahora mismo existe un contencioso abierto a nivel de la EMA que, a causa de las presiones de las grandes empresas farmacéuticas, está intentando revertir una decisión tomada a favor de la transparencia. Las llamadas medicinas alternativas deben estudiarse científicamente. Cuando no sea posible realizar estudios aleatorios a doble ciego, con estudios observacionales, con seguimiento de cohortes por ejemplo.

Dicho esto, totalmente de acuerdo en criticar la ‘línea verde’ de determinados laboratorios que representan los mismos intereses económicos y las mismas prácticas capitalistas pero con nubes y florecitas en la caja en lugar de pastillas y fórmulas químicas.

Por último, propone usted volver al respeto, al encuentro entre personas, al diálogo, a lo vivencial. Si los profesionales sanitarios dejamos a un lado las cifras que rigen nuestras decisiones (niveles de colesterol, objetivos de tensión arterial) y la pantalla del ordenador, y miramos a los ojos de nuestros pacientes, veremos en muchas ocasiones mucha angustia, mucho miedo. ¿Sería una forma de «resocializar» la medicina, devolverle, como diría Petr Skrabanek, su rostro humano?

Esto es fundamental, en la medicina y en la sociedad. Pero para ello, la/el profesional sanitario debe tener margen de maniobra. Lo más urgente es evitar que la protocolarización sustituya la relación terapéutica, que debe ser siempre única.